Fiesta de la Sagrada Familia Jesús, María y José - Comentarios de Sabios y Santos II : Preparemos con ellos la Acogida de la Palabra Dios proclamada durante la celebración eucarística de la Fiesta
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Comentarios a Las Lecturas de la Fiesta
Comentario Teológico: P. José A. Marcone, I.V.E. - Jesús perdido y hallado en
el Templo (Lc.2,41-50)
En marzo o abril del año 761 de la fundación de Roma, es decir, cuando tenía
doce años, Jesús permanece en el Templo de Jerusalén después de una fiesta
de Pascua, mientras sus padres se vuelven a Nazaret, sin saber que su hijo
no iba en la caravana. Este episodio de Jesús a los doce años es de un valor
incalculable para empezar a conocerlo tal como Jesús es, dado que es la
primera acción que se narra de Jesús en uso de razón. Y no sólo su primera
acción, sino también las primeras palabras de Jesús que narra el evangelio.
Lo primero de lo que nos habla este episodio es de la forma en que Jesús
vivía la religión de Israel. La vivía intensamente. Durante todos los años
de su infancia fue conducido por sus padres a Jerusalén para festejar la
Pascua. Parte importante de la piedad judía era la peregrinación al Templo,
como lo mandaba la ley: “Tres veces al año me celebrarás fiesta. Guardarás
la fiesta de los Ázimos (Pascua). (…). También guardarás la fiesta de la
Siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el
campo; y la fiesta de la Recolección al término del año, al recoger del
campo los frutos de tu trabajo. Tres veces al año se presentarán tus varones
delante de Yahveh, el Señor” (Ex.23,14-17). La sagrada familia hacía más de
lo que exigía la ley. En efecto, también María hacía la peregrinación,
aunque ésta no obligaba a las mujeres. Según la prescripción de los doctores
de la ley, el muchacho que había cumplido los doce o trece años estaba
obligado a cumplir con todos los preceptos de la ley.
El hecho sucedió así: la fiesta de la Pascua, también llamada de los Ázimos,
duraba siete días. La vuelta sólo se podía emprender pasado el segundo día
de la fiesta. La Sagrada Familia se quedó allí la semana entera, lo cual es
claro porque el evangelio dice que retornaron a Nazaret ‘consumados los días
de la fiesta’ (en griego teleiosánton tàs heméras, v.43). Al final de la
fiesta las familias emprendieron la vuelta. Se viajaba en una caravana. La
columna de caminantes no era compacta: iba dividida en grupos de parientes y
conocidos. Esta manera de peregrinar juntos aumentaba la seguridad y daba a
la vez cierta libertad de movimientos. El niño Jesús se desprendió de la
guía y solicitud materna con que María lo rodeaba durante la infancia. Se
quedó en Jerusalén. Cuando había terminado la primera jornada de viaje, las
familias se reunieron, y entonces echaron de menos a Jesús. Y allí comenzó
la búsqueda.
El evangelio dice: “Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en
el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles”
(Lc.2,46). Esto se entiende porque los pórticos del atrio exterior del
templo eran utilizados por los doctores de la ley para dar lecciones. El
método didáctico de los rabinos era la discusión. Había un dicho judío que
decía que se llega al conocimiento de la ley por medio de la enseñanza de
los maestros y la discusión entre los discípulos. El método era el
siguiente: el discípulo preguntaba y el maestro respondía; el discípulo
escuchaba la respuesta y debía añadir algo que comente la respuesta del
maestro. Por eso es que en Lc.2,46 se dice que estaba “sentado en medio de
los maestros, escuchándoles y preguntándoles”, y en 2,47 se dicen que todos
“estaban asombrados (…) de sus respuestas”. Jesús preguntaba y también
respondía.
Luego viene el encuentro con su Madre y la pregunta de ésta, donde destaca
la angustia con que lo buscaban: “Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y
su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando»” (Lc.2,48). La respuesta de Jesús son
las primeras palabras suyas reportadas en los evangelios: “Él les dijo: «Y
¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi
Padre?»” (Lc.2,49). María y José no comprendieron estas palabras.
Hay en este hecho de la vida de Cristo un misterio muy hondo, que puede ser
expuesto de la siguiente manera, con el estilo tan particular del P.
Castellani: “El misterio se puede formular así, hablando simple y rápido:
“¿Por qué diablos el Niño Jesús no pidió permiso a sus padres, o les avisó a
menos, que se quedaba en el Templo de Jerusalén?”. ¡Bonito ejemplo de
obediencia para los muchachos, darles un disgusto bárbaro a sus padres sin
la menor necesidad!
“(…)
“¿Es creíble que la Virgen hubiera negado el permiso de quedarse a su Hijo,
si éste le hubiese dicho antes y no después, que era servicio de su Padre?
No es posible. (…) ¿No debía haberle avisado por lo menos que se quedaba,
por piedad filial; o aunque sea por caridad humana?
“(…) Los insensatos han deducido de estos pasajes varias consecuencias
insensatas”.
Trataremos de deducir de estos pasajes algunas consecuencias… sensatas, con
la ayuda del Espíritu Santo y a pesar de nuestra insensatez.
Creemos que debemos interpretar todo el misterio a partir de aquello que es
el principio de interpretación de todo, es decir, las palabras, en este
caso, las palabras de Cristo. Y lo primero que surge de las palabras de
Cristo es una contraposición entre el ‘tu padre’ de la Virgen y el ‘mi
Padre’ de Jesús: “Tu padre y yo, angustiados, te buscábamos”, dice María;
“debo ocuparme de las cosas de mi Padre”, responde Jesús. Jesucristo
establece una diferenciación clara entre su padre humano putativo, y el
Padre del cual Él es engendrado desde toda la eternidad. Por lo tanto, lo
central en este misterio es que Jesucristo revela a sus padres, y por
intermedio del evangelio a todos nosotros, que Él es Dios como el Padre, que
Él es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad hecha
hombre, el Verbo Encarnado. Por eso dice Juan Pablo II: “Con esa expresión,
Jesús revela a María y a José, de modo inesperado e imprevisto, el misterio
de su Persona, invitándolos a superar las apariencias y abriéndoles
perspectivas nuevas sobre su futuro”.
Por esto, la palabra clave para interpretar este hecho de la vida de Cristo
es la palabra ‘Padre’. La primera frase de Jesús reportada por los
evangelios está dedicada enteramente al Padre. Y de esa manera Jesús, de
doce años, manifiesta su identidad: Él es el Hijo de Dios, con mayúsculas.
Por lo tanto, la finalidad de este misterio de la vida de Jesús es mostrar
su divinidad. Y junto con su divinidad, por supuesto, su mesianidad, es
decir, el rey-sacerdote esperado por Israel. Además, cuando Jesús le
respondió a su Madre lo debe haber hecho en su lengua materna, es decir, en
arameo, y habrá empleado para decir ‘Padre’ aquella palabra aramea (y
hebrea) tan llena de cariño y confianza: ‘Abba’. Esa palabra debe haber
tenido en los labios de aquel Jesús de doce años resonancias celestiales:
‘Abba’, ‘Papá’, ‘Papito’.
Se nos presenta aquí una faceta hermosa de Cristo a los doce años: la
conciencia plena que tenía de su identidad y de su misión. Hay una corriente
muy fuerte dentro de la teología incluso católica que dice que Jesús no tuvo
conciencia de su divinidad sino hasta después de su resurrección. Sin entrar
en discusiones inútiles digamos simplemente como dijo otro teólogo católico:
“Si Cristo no sabía que era Dios, entonces… no era Dios”.
Pero Jesús dice algo más en relación con su Padre; dice que debe ocuparse
‘de las cosas’ de su Padre. ¿Cuáles son esas cosas de su Padre? ¿A qué se
refiere? Jesucristo se quedó en el templo preguntando, escuchando y
respondiendo a los maestros de la Ley. Por lo tanto, al decir ‘las cosas de
mi Padre’ Jesús se refiere en primer lugar a la Sagrada Escritura, el lugar
donde está la verdad sobre su Padre y donde está expresada la voluntad del
Padre respecto al hombre. Las ‘cosas de mi Padre’ son, fundamentalmente, la
verdad sobre el Padre y la voluntad del Padre, expresadas en las Sagradas
Escrituras.
Pero al mismo tiempo, ‘las cosas de mi Padre’ son la ocupación concreta de
estar con los maestros aprendiendo a través del diálogo. Es decir, el hecho
particular y concreto de quedarse tres días en el Templo para compartir
conocimientos con los maestros de la Ley. Y eso no lo pudo haber hecho sin
el consentimiento y la calificación moral positiva por parte de los maestros
de la Ley. Incluso más, no lo pudo haber hecho sin una orden explícita por
parte de los maestros y sacerdotes que enseñaban en el Templo. Y por eso se
quedó en Jerusalén sin avisar a sus padres, porque la orden fue perentoria y
no tuvo ni el tiempo ni la oportunidad de avisar a sus padres. Y así
empalmamos con la opinión del P. Castellani: “¿Por qué Cristo no avisó a su
Madre que se quedaba en el templo y le dio un “gran dolor”, como ella
atestigua, poniendo modestamente por delante a San José: “Tu padre y yo te
buscamos [tres días] con gran dolor”?
“Simplemente porque no pudo. Los sacerdotes le dieron la orden de quedarse y
él se quedó, obedeció a la letra y a ciegas a la autoridad religiosa, que
desde aquel día para él estaba por encima de todo”.
Jesucristo vio con claridad que era voluntad del Padre quedarse allí con los
maestros para vacar en las cosas de Dios, su Padre, y conoció que esa
voluntad del Padre no admitía dilaciones, previa orden de los maestros y
sacerdotes. Y por lo tanto concluimos con el P. Castellani: “Por tanto,
Cristo lejos de dar un ejemplo de inobediencia dio un ejemplo de obediencia;
pero de obediencia religiosa o perfecta, como la de Abraham. Existe un
“misterio de las virtudes perfectas” (San Alfonso Rodríguez) que no alcanza
la moral común. Según la moral común, Abraham, el padre de los creyentes,
fue un criminal”. “Jesús, al aludir a su ascendencia divina, (…) lo que
quiere dejar claro es que él debe ocuparse de todo lo que atañe al Padre y a
su designio. Desea reafirmar que sólo la voluntad del Padre es para él norma
que vincula su obediencia. (…) Afirma que asume como norma de su
comportamiento sólo su pertenencia al Padre, y no los vínculos familiares
terrenos”.
Pero hay más. La voluntad del Padre no se goza en el sufrimiento de María y
José. La voluntad del Padre fue que Jesús se quedara en el Templo por un
designio bien determinado, un designio de amor. Jesucristo no sólo cumple la
voluntad del Padre sino que también prepara a la Madre (como la llama San
Lucas) para los dolores de la Pasión. En efecto, la Fiesta de la Pascua y la
mención de los tres días perdido, remiten con claridad a la muerte de Cristo
en la última Pascua y su resurrección al tercer día.
También es un claro referimiento a la pasión la necesidad con que Jesús
presenta su obediencia al Padre: “¿No sabíais que era necesario que yo me
ocupara de las cosas de mi Padre?”. Esa necesidad significa que hay una
voluntad superior y un designio especial del Padre que no puede dejar de
cumplirse. Con esa misma necesidad se va a presentar la pasión y muerte de
Jesús: “Es necesario que el hijo del Hombre padezca mucho y sea reprobado
por esta generación” (Lc.17,25).
Por eso dice Juan Pablo II: “A través de este episodio, Jesús prepara a su
madre para el misterio de la Redención. María, al igual que José, vive en
esos tres dramáticos días, en que su Hijo se separa de ellos para permanecer
en el templo, la anticipación del triduo de su pasión, muerte y
resurrección.
“Al dejar partir a su madre y a José hacia Galilea, sin avisarles de su
intención de permanecer en Jerusalén, Jesús los introduce en el misterio del
sufrimiento que lleva a la alegría, anticipando lo que realizaría más tarde
con los discípulos mediante el anuncio de su Pascua”. Por lo tanto, hay
también en este misterio una mención a su muerte y resurrección.
Respecto a esto dice también muy hermosamente Juan Pablo II: “También es
significativa la pregunta, dirigida por Jesús a sus padres que, después de
haberlo buscado durante tres días, lo habían encontrado en el templo en
medio de aquellos doctores. María se había quejado afectuosamente,
diciéndole: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando”. Jesús respondió con otra pregunta
serena: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de
mi Padre?” (Lc 2, 48-49). En aquel “no sabíais” se puede tal vez entrever
una referencia a lo que Simeón había predicho a María durante la
presentación del niño Jesús en el templo, y que era la explicación de aquel
anticipo de la futura separación, de aquel primer golpe de espada para el
corazón de la madre. Se puede decir que las palabras del santo anciano
Simeón, inspiradas por el Espíritu Santo, resonaban en aquel momento sobre
el grupo reunido en el templo, donde habían sido pronunciadas doce años
antes”.
Con lo dicho hasta ahora tenemos ya explicado el aspecto central de este
misterio: Jesús se revela como Hijo de Dios, manifestando que “sólo la
voluntad del Padre es para él norma que vincula su obediencia”, y revela que
su misión de Verbo Encarnado y Mesías es la de salvar el mundo a través de
su sufrimiento y el de su Madre.
Jesús, adolescente consagrado a Dios. Hay un aspecto más que interesa mucho
para conocer a Jesús adolescente. Dice Juan Pablo II: “En esa ocasión Jesús
revela, con su fuerte personalidad, la conciencia de su misión, confiriendo
a este segundo «ingreso » en la «casa del Padre» el significado de una
entrega completa a Dios, que ya había caracterizado su presentación en el
templo”. Esto quiere decir que Jesús se quedó en el Templo para manifestar
su consagración absoluta a Dios. Y por esta razón este misterio está en
relación con la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada de aquellos
que todavía son adolescentes. En efecto, San Ignacio de Loyola lo pone como
un ejemplo de Cristo de “perfección evangélica”: (…) el ejemplo que Cristo
nuestro Señor nos ha dado (…) que es de perfección evangélica, cuando se
quedó en el templo, dejando a su padre adoptivo y a su madre natural, por
vacar en puro servicio de su Padre eternal”.
Juan Pablo II hace la misma aplicación: “Jesús a los doce años ya da a
conocer que ha venido a cumplir la divina Voluntad. María y José le habían
buscado con angustia, y en aquel momento no comprendieron la respuesta que
Jesús les dio (...). ¡Qué dolor tan profundo en el corazón de los padres!
¡Cuántas madres conocen dolores semejantes! A veces porque no se entiende
que un hijo joven siga la llamada de Dios (...); una llamada que los mismos
padres, con su generosidad y espíritu de sacrificio, seguramente
contribuyeron a suscitar. Ese dolor, ofrecido a Dios por medio de María,
será después fuente de un gozo incomparable para los padres y para los
hijos”..
Jesús maestro. También hay que notar que “Jesús asume el papel de maestro,
como hará más tarde en la vida pública, pronunciando palabras que despiertan
admiración: «Todos los que lo oían estaban estupefactos por su inteligencia
y sus respuestas» (Lc.2,47). Manifestando una sabiduría que asombra a los
oyentes, comienza a practicar el arte del diálogo, que será una
característica de su misión salvífica”.
Respecto a este misterio dice el Directorio de Espiritualidad de la Familia
del Verbo Encarnado: “De la pérdida y el hallazgo de Jesús queremos aprender
a ser firmes y fieles al llamado, a la vocación, por sobre cualquier otro
reclamo de esta tierra: ... es preciso que me ocupe de las cosas de mi Padre
(Lc 2,49). A cumplir la voluntad de Dios cada vez mejor, es decir, de una
manera: -más universal en su objeto, cumpliéndola en todas las formas en que
pueda manifestarse, sea cuando Dios manda -mandamientos, preceptos, leyes,
etc.-, sea cuando aconseja -inspiraciones, vocación, consejos evangélicos,
etc.-, sea cuando se manifiesta por los acontecimientos -voluntad
significada-; -más exacta en su ejecución, no contentándonos tan sólo con lo
sustancial sino también con los pormenores (Dios tiene finezas de amor y hay
que responder a esas finezas); -más sobrenatural en sus motivos, siendo más
pura nuestra intención haciendo las cosas sólo porque Dios lo quiere; -más
perfecta en las disposiciones con que la cumplimos, no haciendo la voluntad
de Dios ni por temor mundano ni por interés egoísta o temporal, sino por
puro amor, demostrándole de esta manera que lo amamos y que no queremos sino
complacerle”.
Notas
Castellani, L., El Evangelio de Jesucristo, p. 123.124.
Dice Juan Pablo II: “En la respuesta a su madre angustiada, el Hijo revela
enseguida el motivo de su comportamiento. María había dicho: «Tu padre»,
designando a José; Jesús responde: «Mi Padre», refiriéndose al Padre
celestial” (B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de
1997, nº 3).
B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº 3.
Dice Juan Pablo II: “En la respuesta de Jesús había también una
manifestación de su conciencia de ser “el Hijo de Dios” (cf. Lc 1, 35) y de
deber, por ello, estar “en la casa de su Padre”, el templo, para “ocuparse
de las cosas de su Padre” (según otra posible traducción de la expresión
evangélica). Así, Jesús declaraba públicamente, quizá por primera vez, su
vocación mesiánica y su identidad divina” (B. Juan Pablo II, El Espíritu
Santo en la relación del joven Jesús con su madre, Audiencia general del día
miércoles 4 de julio de 1990, nº 2)
“Jesús llama Padre a Dios, en su lengua materna Abba. Así llaman los niños
pequeños a su padre carnal. También más tarde conservará Jesús esta
designación de Dios. De esta expresión filial hace el fundamento de sus
relaciones, y de las de los suyos, con Dios (Cf. Rom_8:15; Gal_4:6).”
(Stöger)
Cf. De La Potterie, I., La preghiera di Gesù, Edizioni ADP, Roma, 1992,
p.11.
Castellani, L., Idem, p. 124.
Castellani, L., Idem, p. 125.
B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº
3.1
Dice Juan Pablo II: “El texto evangélico subraya esa referencia a la entrega
total al proyecto de Dios mediante la expresión verbal «debía », que volverá
a aparecer en el anuncio de la Pasión (cf. Mc 8, 31)” (B. Juan Pablo II,
Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº 3). Y Stöger: “Sobre
la vida de Jesús se cierne una necesidad que rige su actuación (Lc.4:43),
que lo lleva al sufrimiento y a la muerte y por tanto a su gloria (Lc.9:22;
Lc.17:25). Esta necesidad tiene su razón de ser en la voluntad de Dios
consignada en la Sagrada Escritura, voluntad que él sigue
incondicionalmente”. Se refiere al deî = es necesario con que Jesús responde
a María.
B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº 2.
B. Juan Pablo II, El Espíritu Santo en la relación del joven Jesús con su
madre, Audiencia general del día miércoles 4 de julio de 1990, nº 2.
B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº 1.
San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, nº 135.
B. Juan Pablo II, en La Paz, Bolivia, 10.V.1988.
B. Juan Pablo II, Audiencia General día miércoles 15 de enero de 1997, nº 2.
Directorio de Espiritualidad, nº 88.
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Aplicacion: P. José A. Marcone, I.V.E. - La Alianza matrimonial y las Amenazas
del Mundo moderno
Introducción
Es notable el papel central que Dios ha dado al matrimonio en su plan de
salvación. Podemos decir que toda la Sagrada Escritura, fuente de la verdad
revelada, está como encerrada, incluida en la realidad del matrimonio.
Efectivamente, la Sagrada Escritura se abre, en la primera página del
Génesis (1,26-27), con la creación del hombre y la mujer llamados después a
ser ‘una sola carne’; y se cierra con la visión de las ‘bodas del Cordero’
en el Apocalipsis (19,7.9), las bodas que toda la Iglesia celebrará con
Cristo: “Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado
las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado” (19,7).
Aún más, la realidad del matrimonio y su ‘misterio’ atraviesa de un extremo
a otro la Sagrada Escritura. A pesar del desorden y la enemistad que el
pecado introduce entre el varón y la mujer unidos en matrimonio, el AT
presenta el amor conyugal exclusivo y fiel como imagen de la Alianza de Dios
con Israel (cf Os.1-3; Is.54.62; Jr.2-3; 31; Ez.16,62;23). Por eso en el
libro del profeta Oseas los actos de idolatría del pueblo de Israel son
comparados con la infidelidad matrimonial (Os.2,4ss). Y el Cantar de los
Cantares expresa el punto culminante de la unión del alma con Dios usando la
simbología del amor conyugal más fiel, más tierno y más fuerte, amor “fuerte
como la muerte” que “las aguas torrenciales no pueden ahogar” (Ct 8,6-7).
Todo esto irá preparando la restauración y renovación que Cristo hará del
matrimonio herido por el pecado. Él lo elevará a la categoría de algo
sagrado, algo santo y no sólo santo, sino también santificante, que produce
la gracia, que hace sagrados a los hombres, es decir, lo eleva a la
categoría de sacramento. Por eso en el NT el matrimonio entre el varón y la
mujer pasará a significar esa unión intimísima que se realizará entre el
alma santificada por el Bautismo y Cristo. Son las ‘bodas del Cordero’ con
su Esposa la Iglesia, de las que habla el Apocalipsis. Esta analogía entre
el matrimonio cristiano y la unión de Cristo con su Iglesia está
desarrollada en el cap. 5 de la Carta de San Pablo a los Efesios. En esta
analogía se manifiesta la grandeza del matrimonio: “Cristo amó a la Iglesia
y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante
el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a
sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea
santa e inmaculada” (Ef.5,25-27). Y por eso San Pablo terminará diciendo:
“Gran sacramento es éste” (Ef.5,32).
1. Fundamento bíblico del matrimonio y la familia
Desde el inicio de la creación se deja ver la grandeza con la que Dios ha
dotado al matrimonio entre el varón y la mujer. Esto se nota en el modo en
que Dios crea al ser humano. Si miramos cómo Dios crea todas las cosas nos
daremos cuenta que al crear al resto de los seres (cosmos, plantas,
animales) Dios dice: “¡Hágase!” “¡Fiat!”. “Hágase la luz...”, “Hágase el
cielo...”, “Háganse las estrellas...” (1,3.6.14). Pero cuando va a crear al
hombre usa una fórmula muy distinta; dice así: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen y semejanza”. Llama la atención ese “hagamos” en plural; y “a nuestra
(otra vez plural) imagen y semejanza”. ¿Qué significa este “hagamos”? En
primer lugar, ese “hagamos” es ya una cierta revelación de que Dios no es un
Dios solitario, sino que siendo un único Dios, es también una comunidad de
personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero además, dice Juan
Pablo II, “antes de crear al hombre parece como si el Creador entrara dentro
de sí mismo para buscar el modelo y la inspiración en el misterio de su
Ser”.
¿Y cual es el ‘misterio’ del Ser de Dios, cuál es la realidad de su Ser? Nos
responde San Juan en su primera carta: “Dios es Amor” (4,8.16). En la
relación de las tres personas de Dios todo se explica por el amor: el Padre
engendra al Hijo por Amor; el Padre y el Hijo se aman de tal manera, que
engendran una tercera persona, que es el Espíritu Santo, que es la
‘persona-Amor’. Por lo tanto lo que indica la expresión “imagen y semejanza
de Dios” es que el hombre fue creado por amor y para el amor. La vocación
primigenia y más profunda del ser humano es ser ‘para el amor’.
El texto bíblico insiste mucho sobre la imagen y semejanza divina que con
que Dios creó al hombre y hace notar que dentro de esa imagen y semejanza
divina entra el hecho de que sean de sexos diferenciados, varón y mujer: “Y
creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; lo creó varón y
mujer”.
Por lo tanto el hecho de ser varón y mujer expresa el amor de Dios, el amor
que es Dios, expresa a Dios-Amor. Aquí se expresa la primera realidad del
matrimonio: se trata de comunión de personas, un varón y una mujer, llamados
a amarse y entregarse mutuamente a semejanza de cómo se aman y se entregan
entre sí las personas divinas dentro de la Trinidad.
Pero inmediatamente Dios les dice: “Sed fecundos y multiplicaos; llenad la
tierra y sometedla” (1,28). La comunión se convierte en comunidad. Si Dios
hizo el matrimonio para que sea una profunda comunión de amor entre un varón
y una mujer, esa comunión no estaba pensada por Dios para que se cerrara en
sí misma, sino para que se abriera a la creación de una comunidad, que a su
vez engendrara nuevas comuniones. Esa comunidad que nace de la comunión del
matrimonio es la familia, formada por los padres y los hijos: “Creó Dios al
hombre a imagen suya, lo creó varón y mujer; multiplicaos”. “La ‘comunión’
de los cónyuges da origen a la ‘comunidad’ familiar”. Y da origen a nuevas
comuniones porque genera las comuniones entre la madre y el hijo, el hijo y
el padre, el hermano con el otro hermano.
Esta unión indisoluble del varón y la mujer quedan confirmadas por Dios
cuando dice el capítulo 2 del Génesis: “Dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne” (2,24) ). “En el
evangelio, Cristo, polemizando con los fariseos, cita esas mismas palabras y
añade: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que
Dios unió no lo separe el hombre» (Mt.19,6). Él revela de nuevo el contenido
normativo de una realidad que existe desde «el principio» (Mt.19,8) y que
conserva siempre en sí misma dicho contenido. Si el Maestro lo confirma
«ahora», en el umbral de la nueva alianza, lo hace para que sea claro e
inequívoco el carácter indisoluble del matrimonio, como fundamento del bien
común de la familia.”
De este pequeño análisis de lo que la Palabra de Dios nos dice acerca del
matrimonio y la familia se deduce claramente que estas realidades, el
matrimonio y la familia, han sido fundadas por el Creador y Él las ha
provisto de leyes propias, que no dependen del arbitrio humano. Dios mismo
es el autor del matrimonio y la familia. A pesar de las variaciones que la
institución del matrimonio pudo haber sufrido en culturas o tiempos
diferentes, queda claro que no es una institución puramente humana. Y a
pesar de las diversidades que puedan encontrarse en los diferentes lugares,
culturas o épocas, el matrimonio y la familia tienen rasgos comunes y
permanentes que han sido dados por Dios y que no cambian, aunque cambien los
lugares, las culturas y las épocas. Y como colofón de la gran dignidad que
Dios dio al matrimonio al crear al varón y a la mujer, lo elevó a una
dignidad todavía mayor, a la categoría de sacramento, es decir, algo que es
sagrado, santo y que santifica a los que se unen ‘en el Señor’, como dice
San Pablo.
2. Definición de matrimonio
¿Cuáles son concretamente estas leyes inalterables con las que Dios ha
dotado al matrimonio, que es el fundamento de la familia? ¿Cómo podemos
definir al matrimonio católico tal como lo creó Dios y lo restauró
Jesucristo? De las palabras del Génesis completadas por las palabras de
Jesucristo en el NT comprendemos perfectamente cuál es la naturaleza o
esencia del matrimonio y cuál es su finalidad. Podemos definirlo así: “es la
sociedad formada por el mutuo consentimiento ante Dios, de uno con una para
siempre, con la finalidad de procrearse, de tener hijos”.
La esencia o naturaleza del matrimonio es que sea “uno con una, para
siempre, ante Dios”.
¿Porqué la primera ley es que es uno con una, y no uno con uno o una con
una? Porque ‘los hizo varón y mujer’.
¿Porqué para siempre? Porque cuando Jesús dice que ‘no separe el hombre lo
que Dios ha unido’ se está refiriendo al orden de la creación, es decir,
anterior incluso al orden del matrimonio como sacramento. Esto lo reafirma
San Pablo: “En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la
mujer no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a
casarse, o que se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su
mujer” (1Cor.7,10-11).
¿Porqué ante Dios? Porque es Dios el que debe unir al matrimonio y San Pablo
dice que deben casarse ‘en el Señor’ (1Cor.7,39). Jesucristo lo elevó a
sacramento para los que están bautizados. Y Jesucristo es Dios y es el Sumo
Legislador.
El fin primario del matrimonio es la procreación, tener hijos.
¿Porqué el fin primario es tener hijos, procrearse? Porque es la orden
primera y principal que les da Dios cuando los hace varón y mujer: “Sed
fecundos y multiplicaos y henchid la tierra”.
Ciertamente que este ‘tener hijos’, esta procreación está íntimamente ligada
a la unión de amor entre el varón y la mujer unidos en matrimonio. Y por eso
el fin secundario y subordinado del matrimonio es el aumento del amor entre
los esposos, la ayuda mutua y la sedación de la concupiscencia.
3. Errores respecto a la esencia del matrimonio
A partir de ahora vamos a ir explicando lo que es el matrimonio, los
fundamentos de la alianza matrimonial y al mismo tiempo vamos a ir
mencionando las amenazas que sobre él se ciernen y los ataques a los que ya
se ve sometido.
Si el matrimonio es uno con una para siempre ante Dios, podemos verificar
seis desviaciones:
1. uno con muchas: poligamia
2. muchos con una: poliandria y prostitución
3. uno con uno o una con una: homosexualidad
4. muchos con muchas: matrimonio grupal
5. uno con una por un tiempo: matrimonio a prueba
6. uno con una ante sí: convivencia o concubinato
1. Uno con muchas: poligamia
“En primer lugar están quienes militan para que la relación sea de uno con
muchas, es decir, que sostienen la poligamia practicada abiertamente por los
mahometanos y pueblos orientales primitivos y, solapadamente, por gran
número de los que se llaman a sí mismos cristianos y que, a veces, hasta se
creen grandes defensores del Occidente cristiano. O sea: son cristianos de
nombre, pero auténticos musulmanes en la práctica.
La poligamia puede ser simultánea -el caso de los harenes- o sucesiva -por
ejemplo, los divorcistas (como es el caso de tantos artistas corrompidos y
corruptores) y los Casanovas, Don Juanes y picaflores. Vale la pena
recordar, y sobre todo hacer conocer entre los jóvenes, que el ilustre
médico y endocrinólogo español, Dr. Gregorio Marañón, en un brillante
estudio ("Don Juan"), ha demostrado, contra la creencia común, que los Don
Juanes son, en el fondo, homosexuales, ya que en ninguna mujer encuentran
acabada satisfacción.” (PB)
2. Muchos con una: Prostitución
“En segundo lugar encontramos a quienes consideran que la relación debe ser
de muchos con una. Tal es el caso de la poliandria, practicada abiertamente
en algunas zonas de Asia y, encubiertamente, en todos los prostíbulos de
Occidente, en donde jóvenes y viejos pagan a una pobre mujer para que los
masturbe. Porque otra cosa no es esa relación sino un acto del más
degradante egoísmo y de ningún modo expresión de amor. Y esto ocurre no sólo
en los prostíbulos. En los hoteles de lujo de las grandes ciudades, se
ofrecen ciertos "servicios" para las mujeres -generalmente turistas
extranjeras de dinero- quienes, previa elección por medio de un álbum
fotográfico, pagan por el hombre elegido... Esto ya está sucediendo en
Buenos Aires.”
3. Uno con uno o una con una: homosexualidad
“Otra forma de subversión del contrato matrimonial es la que intentan
realizar uno con uno o una con una, como es el caso de las prácticas
homosexuales que "claman al cielo" (cf. Gen. 18, 20-21: “El clamor de Sodoma
y Gomorra es grande; y su pecado gravísimo” v.20).
La doctrina revelada respecto a esto es clara: “¡No os engañéis! Ni los
impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
homosexuales (...) heredarán el Reino de los Cielos” (1Cor.6,9; también
Rm.1,24-27). Y el libro del Levítico: “No te acostarás con varón, como con
mujer: es abominación” (18,22) .
Y la Iglesia se hace eco. El CEC: “Es una depravación grave” (2357).
También: “Los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados y no
pueden recibir aprobación en ningún caso” (Congregación para la Doctrina de
la Fe)
“Existe toda una campaña perfectamente orquestada en favor de la
homosexualidad y promovida por el cine, libros pseudocientíficos y numerosas
revistas.” (PB)
Hay dos convenciones internacionales en las que participaron la totalidad de
las naciones del mundo que tienen entre sus presupuestos la eliminación del
concepto de sexo masculino o femenino (perspectiva de género) y por lo tanto
la licitud de la homosexualidad, y la libertad de la mujer para decidir
respecto a su cuerpo, entendiendo por cuerpo también al feto formado en
ella.
Una es la Convención de Eliminación de Toda Forma de Discriminación de la
Mujer (CEDAW, Protocolo, ONU, 2000), y otra es la Convención Interamericana
para Erradicar la Violencia contra la Mujer -Belem do Pará (Brasil, OEA,
1994). Ambas tienen un comité de seguimiento.
Volveremos a hablar de estas dos convenciones cuando tratemos el tema del
aborto.
En Chile, un proyecto de ley de aprobación de matrimonio homosexual, firmado
por los siguientes legisladores.: Enrique Accorsi, Gabriel Ascencio,Víctor
Barrueto, Patricio Hales, Antonio Leal, Osvaldo Palma, Fulvio Rossi, María
Antonieta Saa, Carolina Tohá.
Entrevista al Cardenal Alfonso López Trujillo
Presidente del Pontificio Consejo para la Familia de la Santa Sede
por Gian Guido Vecchi,
Il Corriere della Sera, 22-04-05.
(Traducción de Noticias Globales):
«Sexo homosexual»
Objeción de conciencia para decir que no a las leyes inicuas.
La obligación de oponerse: No es una opción facultativa: todos los
cristianos deben oponerse. La discriminación: la Iglesia no discrimina a los
homosexuales; merecen ayuda.
Eminencia, en España la Cámara (el Congreso de Diputados) acaba de aprobar
la
ley que autoriza los matrimonios entre gays. ¿Cuál es su juicio?:
“Que yo sepa son tres los países que han sancionado este tipo de ley
inhumana e inicua:
Bélgica, Holanda y ahora España. Ud. me puede explicar, ¿estaban equivocados
todos
los hombres de todos los tiempos, de todas las culturas y de todas las
religiones que han
concebido la familia como la unión de un hombre y una mujer?. ¿Cómo se puede
caer en
tanta deshumanización?. El hombre se deshumaniza si pierde el sentido de los
valores
esenciales que tienen su origen en la Revelación y también en la razón
(...). Insisto: ¿todos
se han equivocado durante milenios?”.
“Hace pocos meses, el entonces cardenal Ratzinger, habló de una ley
‘destructiva’”.
¿Qué destruye?:
"Lo que están haciendo en España, con una mayoría (parlamentaria) bastante
exigua, es
la destrucción, ladrillo a ladrillo de la familia. ¿Se ha preguntado a las
familias, qué es lo
que quieren?. ¿Han hecho una investigación en profundidad? La familia es un
regalo recíproco
total entre hombre y mujer que exige fidelidad en el tiempo, exclusividad y
la apertura
a la nueva vida, a los hijos".
¿Cuándo comenzó esto?:
“Con una extraña idea de modernidad, de progreso sin límites, se empezó a
modificar la
definición de matrimonio en varias naciones de Europa, y con las así
llamadas ‘parejas
de hecho’ comenzó a circular una moneda falsa, una ficción jurídica:
considerar como
matrimonios a parejas que no quieren el matrimonio!”. (...) “Después se puso
de moda
hablar de “gender”, género, como si el ser varón o mujer no fuese debido a
la naturaleza
sino a una especie de convicción adquirida con el tiempo, un producto de la
sociedad. Y
así se preparaba el camino a las parejas homosexuales”. (...) “Y ahora
parece que cualquier
modelo de asociación, como un club, puede ser una familia. Y se preguntan,
¿por
qué no puede ser? Y miran a la Iglesia como si fuese retrógada, sin entender
que la Iglesia
no inventa nada, sino que es fiel a lo que ha dicho el Señor, principios que
por otro
lado son comunes a toda la humanidad”. (...)
“Una ley enormemente inicua como ésta no obliga, no puede obligar. (...) No
se pueden
imponer cosas injustas a los pueblos, justamente, porque son inicuas. La
Iglesia llama con
urgencia a la libertad de conciencia y al deber de oponerse”.
-¿Qué le responde a los que acusan a la Iglesia de discriminación?
-¡Que la Iglesia no discrimina! La Iglesia no acepta que los homosexuales
sean objeto de
burlas, insultos o expresiones inhumanas. Son personas que merecen todo
nuestro amor,
acompañamiento y ayuda. Un creyente sabe que no es un problema de la Iglesia
o del
Papa, sino de oir lo que ha dicho el Señor. Ninguno de nosotros inventó
nuevas teorías:
no estamos acá en sustitución de Jesús, sino al servicio de la verdad y de
la ley natural”
4. Muchos con muchas: matrimonio grupal
“Pero aún hay más. En este mundo moderno disoluto y decadente están quienes
sostienen que las relaciones deben ser de muchos con muchas.
Es la llamada MULTIRRELACIÓN o "CAMAS REDONDAS". Esta relación grupal
-"Gruppensex" en alemán- puede ser simultánea -las "comunas" de hippies- o
sucesiva -los intercambios de parejas.” (PB)
5. Uno con una, por un tiempo
“Otra desviación es la de quienes pretenden que el matrimonio es de uno con
una, pero por un tiempo, y no hasta que la muerte los separe. Defienden esta
posición los divorcistas; los que piden "la prueba de amor"; los que hablan
de "un tiempo de prueba", etc.
La Iglesia Católica se opuso, se opone y se opondrá siempre a tales
prácticas. No nos olvidemos que no trepidó en perder Inglaterra, antes que
conceder un solo divorcio que pedía nada menos que el rey Enrique VIII.
Perdió un reino terrenal, pero se mantuvo firme en su fidelidad a Dios y en
la defensa del orden natural, fundamento de la civilización cristiana.” (PB)
6. Uno con una, ante sí
Es el concubinato o convivencia. Esto va contra la voluntad de Jesucristo
que requiere que el consentimiento mutuo entre un varón y una mujer que se
unen para siempre en matrimonio, sea dado ante Dios, es decir, ante el
ministro de la Iglesia que está en nombre de Dios.
Aquellos que consideran que el matrimonio por la Iglesia es un trámite
burócrático más y que lo que importa es el amor entre los esposos, están
alterando la voluntad del mismo Jesucristo y se están privando de todas las
gracias propias del sacramento del matrimonio y de todas las gracias que
Dios envía a los que son fieles a su palabra.
Por otro lado viven en estado de pecado y no pueden acceder al sacramento de
la comunión, e incluso no pueden recibir el sacramento de la confesión, no
pueden confesarse.
Éste es también el caso de los que se han casado por la Iglesia, se han
divorciado y se han vuelto a casar. Así lo dice claramente el CEC: “Si los
divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que
contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a
la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma
razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La
reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser
concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de
la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total
continencia.”
4. Errores respecto a los fines del matrimonio
Como dijimos, los fines esenciales y complementarios del matrimonio son:
- la procreación y educación de los hijos
- la manifestación del amor mutuo.
“Que ambos sean esenciales, no quiere decir que no deba darse una
subordinación entre ellos, ya que una sola cosa es imposible que tenga
varios fines últimos. El fin esencial primario es la procreación y educación
de la prole, y los fines esenciales secundarios “son la ayuda mutua, el
fomento del amor recíproco y la sedación de la concupiscencia” (Pio XI,
Casti Connubi).” (PB)
“Pío Xll enseña con claridad que los fines secundarios “...aún siendo
intentados por la naturaleza, no se hallan al mismo nivel que el primario, y
menos aún le son superiores; antes bien, le están esencialmente
subordinados”.” (PB)
“Al alterar y subvertir de este modo los fines del matrimonio -haciendo del
segundo primero y viceversa-, en la institución familiar se produce un
descalabro simplemente catastrófico.” (PB)
4.a Cuando se niega el fin primario de la procreación
Si el fin primario es el amor (y éste reducido a pura sensibilidad), no se
ve cómo no se ha de cohonestar, por ejemplo:
- el adulterio, siempre que un hombre sea infiel a su propia esposa por amor
a otra;
- el concubinato, siempre que sea por amor;
- las relaciones prematrimoniales, siempre que sean por amor, como con
descaro y sin vergüenza se afirma en una revista;
“Si el fin primario es el amor, pierde el matrimonio aquello que lo
constituye y distingue singularmente de todo otro tipo de sociedad. Si el
fin primario es el amor, ¿en qué se diferencia el matrimonio de la simple
sociedad amical, o de las sociedades filantrópicas?”
Pero las consecuencias más nefastas de poner el fin secundario por sobre el
fin primario las pagan...los hijos, los hijos que no van a nacer. Porque si
el fin primario es el amor ¿por qué no “lavarse las manos” cuándo se trata
de algo tan engorroso como es engendrar, dar a luz y educar un hijo?
Por eso las consecuencias más nefastas y los pecados más graves en nombre
del amor son el recurso al aborto y la utilización de métodos
anticonceptivos antinaturales.
Al primero la Iglesia lo llama “crimen abominable”.
Y los segundos distorsionan totalmente el plan de Dios sobre el matrimonio
y, muchas veces, producen la muerte de seres humanos vivos, como en el caso
de aquellos métodos que matan al óvulo femenino ya fecundado o impiden que
se implante en el útero. Es el caso de todos los dispositivos intrauterinos,
la píldora del día después, y otros parecidos.
El aborto es uno de los signos de los tiempos más negativos y un pecado que
clama al cielo.
Estamos en favor de la paz. Está muy bien lo de protestar contra la guerra.
Pero aquí hay una falsedad. ¿Qué hay de la guerra solapada que mata a los
inocentes? ¿Por qué nadie marcha para defender su derecho a la existencia?
En Londres 779 000 defensores de la vida salieron a la calle para protestar
contra la guerra.
La Nación de Gran Bretaña ha matado - están registrados - a 5,175,000
inocentes. Probablemente son muchos más. ¡Imágínense marchando estos por las
calles de Londres! (El cardenal Murphy-O’Connor volvió al tema con un
artículo de opinión publicado el 27 de marzo. Hay actualmente cerca de
180.000 abortos al año en Gran Bretaña, observaba, y cerca de 6 millones en
total desde que se legalizó la práctica en 1967. Un caso que recibió mucha
atención es el aborto de un feto de 28 semanas (7 meses) en el 2001, debido
al hecho de que el niño tenía el defecto de tener el labio leporino.)
En Madrid marcharon contra la guerra más de 660 000 defensores de la paz.
La Nación española ha matado - están registrados - a 629,000 Inocentes, casi
tantos como han marchado. Probablemente son muchos más. Imagínense marchando
estos por las calles de Madrid.
En Roma han protestado contra la matanza de la guerra más de 1 000 000
defensores de la paz y de la vida.
La Nación Italiana ha matado - están registrados - 3,679,000 Inocentes.
Probablemente son muchos más. Imágínense marchando estos por las calles de
Roma.
A nivel mundial están matando mensualmente 1,594,000 Inocentes.
Dice la M. Teresa de Calcuta: “A menudo he arfimado, y estoy segura de ello,
que el mayor destructor de la paz en el mundo de hoy es el aborto. Si una
madre puede matar a su propio hijo, ¿qué podrá impedirnos a ti y a mí
matarnos recíprocamente? (...) Me aterra el pensamiento de todos los que
matan su propia conciencia, para poder cometer el aborto.”
Hay un gran complot mundial para imponer el aborto en los países, que como
Chile, todavía no tienen aprobado el aborto.
Hay dos convenciones internacionales en las que participaron la totalidad de
las naciones del mundo que tienen entre sus presupuestos la eliminación del
concepto de sexo masculino o femenino (perspectiva de género) y por lo tanto
la licitud de la homosexualidad, y la libertad de la mujer para decidir
respecto a su cuerpo, entendiendo por cuerpo también al feto formado en
ella.
Una es la Convención de Eliminación de Toda Forma de Discriminación de la
Mujer (CEDAW), y otra es la Convención Interamericana para Erradicar la
Violencia contra la Mujer -Belem do Pará (Brasil). Ambas tienen un comité de
seguimiento.
“El Comité de seguimiento
“A semejanza del CEDAW, la Convención tiene su Comité de Seguimiento. La
función específica de las “expertas” de Belem do Pará es recibir y evaluar
“técnicamente” los Informes de los Estados Parte y emitir recomendaciones.
“Aborto por imposición internacional
“Al ratificarla los Estados se comprometen a aceptar esas recomendaciones e
incluirlas en su legislación interna normas penales, civiles y
administrativas, así como las de otra naturaleza que sean necesarias para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (art. 7c) y, en
el mismo sentido, a modificar o abolir leyes y reglamentos vigentes (art.
7e). Es decir, a adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que
sean necesarias para hacer efectiva esta Convención (art. 7h).
“Bien se puede decir que la Convención es un instrumento para legalizar el
aborto por imposición internacional (vid. Notivida 306)
“Anticatolicismo declarado
“En el Comité de seguimiento cuya primera reunión se realizó en agosto en la
OEA, tienen mayoría los miembros de la organización abortista CLADEM, que se
caracteriza por su sectarismo anticatólico
“Recordemos además que CLADEM acudió, el 30 de noviembre de 2001, al Comité
de Seguimiento de la Convención de Eliminación de Toda Forma de
Discriminación de la Mujer (CEDAW) denunciando a la Conferencia Episcopal
Argentina por aceptar la propuesta de algunos senadores de ratificar el
Protocolo Opcional de la Convención añadiéndole una declaración
interpretativa para preservar el derecho a la vida.” (Notivida,323, 15 Nov
2005)
4.b Cuando se deja de lado el significado unitivo del matrimonio
“Curiosamente la misma mentalidad que pide sexo si hijos es la que ha
terminado pidiendo hijos sin sexo. En nuetro tiempo han aumentad de modo
alarmanta las parejas que no pueden tener hijos de modo natural. Son
estériles. En muchos casos la esterilidad se debe al uso y abuso de los
anticonceptivos, espirales y abortos; otros han recurrido a la
esterilización voluntaria sin preveer que algún día se arrepentirían de su
esterilidad. Muchos otros, en cambio, sufren su esterilidad sin nninguan
culpa moral, a causa de problemas físicos, hereditarios odebido a accidentes
fortuitos, etc.
“Está bien tratar de corregir los defectos de la naturaleza y ayudar a los
esposos que quieren tener hijos. Pero sólo es moralmente lícito el ‘ayudar’
a la naturaleza, mientras que es inmoral el ‘suplantar’ lo que sólo los
esposos deben hacer. ¿Qué decir concretamete de las distintas intervenciones
qeu se dan yhoy en día dentro de un matrimonio estéril? Tres son las
principales acciones: fecundación ‘in vitro’, ‘inseminación artificial
estrictamente dicha’ e ‘inseminación artificial impropiamente dicha’”.
a. Fecundación artificial ‘in vitro’ con posterior transferencia del embrión
al útero (FIVET)
Homóloga: óvulo y semen de los mismos esposos
Heteróloga: óvulo o semen de donantes
Ambas inaceptables: aún la homóloga “aún considerada en el contexto de las
relaciones conyugales de hecho existentes, la generación de la persona
humana queda objetivamente privada de su perfección propia: es decir, la de
ser el término y el fruto de un acto conyugal, en el cual los esposos se
hacen cooperadores con Dios para donar la vida a una nueva persona”.
Problema más grave: la cantidad de embriones que deben morir hasta lograr
que alguno se desarrolle. También la cantidad de embriones congelados,
muchos de los cuales son destruidos porque sus padres ya no los quieren.
Problemas sociológicos y jurídicos: dos padres que ‘tienen’ un hijo con
FIVET heteróloga, se divorcian. El óvulo era de la mujer pero el semen era
de un donante. Entonces el papá dice: no es hijo mío, no lo reconozco, no le
doy de comer.
Además, FIVET heteróloga es un caso singular de adulterio.
b. Inseminación artificial
Homóloga: mujer recibe el semen del esposo. Ilegítima: falta el acto unitivo
sexual, signo de su amor.
Heteróloga: semen del donante. Con mayor razón.
(ver otras en Manual de Bioética)
c. Experimentos sobre el comienzo de la vida humana
I. EXPERIMENTOS SOBRE EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA
1. Algunos intentos experimentales
(a) La ectogénesis
(b) Clonación
(c) Las células madre embrionales
(d) Reproducción en mosaico
(e) Hibridización y otras quimeras
d. Eutanasia
Médicos católicos: Holanda permite matar sin consentimiento (a niños y a
adultos)
Reacción a la aprobación de la eutanasia sobre menores de doce años
ROMA, viernes, 3 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La eutanasia, en particular
de niños, en Holanda acabará con vidas humanas sin su consentimiento,
advierten médicos católicos.
La Federación Internacional de las Asociaciones Médicas Católicas ha
publicado un comunicado en respuesta a la decisión de permitir la eutanasia
en niños menores de doce años.
La Justicia de ese país ha permitido al Hospital Universitario de Groningen
inducir la muerte a niños de corta edad cuando padezcan una enfermedad
incurable y un sufrimiento insoportable.
Los obispos católicos y anglicanos contra un proyecto de ley de eutanasia en
Inglaterra
Al que califican de «desacertado» e «innecesario»
LONDRES/WESTMINSTER, jueves, 9 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia de
Inglaterra y la Conferencia de los Obispos Católicos de Inglaterra y Gales
han unido sus fuerzas para pedir al Parlamento que no modifique la ley en
materia de eutanasia, porque permitiendo un suicidio asistido se minaría la
protección de los más débiles.
En una declaración conjunta –fechada el 2 de septiembre de 2004—, enviada al
Comité de la Cámara de los Lores para el proyecto de ley sobre muerte
asistida para enfermos terminales («Assisted Dying for the Terminally Ill
Bill»), los representantes de las dos Iglesias califican el texto de
«desacertado» e «innecesario».
Conclusión
Alrededor de 10 frentes de lucha
“Respecto a lo primero, digamos que el frente de lucha de la Iglesia en
defensa del amor humano es muy variado, alrededor de una decena, como los
cuernos de la Bestia del Apocalipsis, y se articula así:
La anticoncepción es hacer el ‘amor’ sin hacer un hijo;
la fecundación en probeta y la clonación es hacer un hijo sin hacer el amor;
el aborto es deshacer al hijo;
la eutanasia es deshacerse de los padres;
la pornografía es deshacer el amor;
la homosexualidad (y análogamente la transexualidad y el travestismo) es, en
nombre del ‘amor’, no querer tener hijos de su carne y de su sangre (sino,
en algunos casos, adoptar a otros para ayuda en la vejez);
el divorcio es deshacer definitivamente el amor y, muchas veces, no amar a
los hijos. (Castrillón Hoyos, citado por PB)
“Anticoncepción, fecundación in vitro, clonación, aborto, eutanasia,
pornografía, homosexualidad, transex, divorcio... ¡son contrarios a la
naturaleza del auténtico amor humano, porque son todas formas de separar los
significados creativo y unitivo del mismo!” (PB)
“Debemos decidirnos, sin ningún temor, a convertir nuestras familias en
bastiones inexpugnables. En general, no depende directamente de nosotros
limpiar la patria y la Iglesia de las lacras que las afean, pero sí depende
de nosotros el defender a capa y espada, contra todos los embates, esa
trinchera vital que es cada uno de nuestros hogares católicos.”
Los enemigos
1. El ambiente de descreimiento generalizado, llamado laicismo
2. El concepto de eficiencia y utilitarismo: lo que no produce no sirve
3. Los grandes centros de poder mundiales, que son los que precisamente
generan estos conceptos para la sociedad, porque solamente tienen como
objetivo el manejo del poder mundial. Así entonces, países preponderantes
que temen la multiplicación de los pueblos que buscan dominar (JPII, EVitae,
como el faraón con los israelitas); las grandes organizaciones mundiales
como ONU, OEA y dependientes (FAO, UNESCO, etc.)
4. Los organismo no gubernamentales (ONG) al servicio de estos
5. El feminismo
6. El ecologismo mal entendido: mentiras sobre demografía.
7. La masonería
8. El cine: “en cuya pantalla no pocas películas se presentan de acuerdo con
la ironía y el escepticismo hacia la institución tradicional de la familia,
exaltando sus extravios y, sobre todo, lanzando sutiles y frívolos
desprecios a la dignidad de los esposos y de los padres presentando una
concepción inmoral del matrimonio que, "ha quitado al hombre el respeto por
la mujer y a la mujer el respeto por sí misma” (PB)
9. La televisión: “¿habrá algo que exalte más la codicia, la ira, la
comodidad, el mundanismo, la venganza, la impureza y la violencia -vicios
todos diametralmente opuestos al espíritu de las bienaventuranzas
evangélicas- que la televisión en particular y los medios de comunicación
social en general? Hoy, muchos hijos ven y oyen más a la TV que a sus
padres. Así saldrán: serán hijos... de la TV.”
¿Qué hacer?
1. Vivir los sacramentos y rezar
2. Hacerse amigos los matrimonios que piensan igual, cristianamente
3. Juntarse con un sacerdote o persona preparada periódicamente y recibir
formación
4. Formar grupos como el Cideprof, para actuar ya positivamente con actitud
de propuesta y no simplemente defensiva (ej. Autoconvocadas)
5. Hacer cosas como las de hoy: Jornadas de Familia
La Virgnidad
Quiero terminar con algo que puede parecer opuesto o al menos paradójico
respecto al matrimonio y es la relación que hay entre virginidad y
matrimonio.
El CEC introduce el tema de la virginidad por el Reino de los Cielos
precisamente cuando habla del matrimonio.
(cf.CEC,1618-1620): Ante la grandeza del matrimonio cobra un relieve
particular la virginidad por el reino de Dios. “Desde los comienzos de la
Iglesia ha habido hombres y mujeres que han renunciado al gran bien del
matrimonio para seguir al Cordero dondequiera que vaya (cf Ap 14,4), para
ocuparse de las cosas del Señor, para tratar de agradarle (cf 1 Co 7,32)”
(1618).
Aquí se nota la grandeza de la virginidad en oposición a la grandeza del
matrimonio, en cuanto renuncia a algo grande. Pero la virginidad tiene un
valor en sí misma, porque en la virginidad (sacerdotes, religiosas) tenemos
la significación plena del matrimonio como símbolo de la unión con Cristo,
porque la virginidad es el matrimonio mismo con Cristo.
La virginidad es “un signo que recuerda también que el matrimonio es una
realidad que manifiesta el carácter pasajero de este mundo (cf 1 Co 7,31; Mc
12,25)” (1619). Porque la unión que se da entre el profesa la
virginidad-celibato es algo que permanece en el cielo, en cambio el
matrimonio entre un varón y una mujer termina con la muerte. Por eso
responde Jesús a los saduceos: “Serán como ángeles en el cielo, no se
casarán”.
“La estima de la virginidad por el Reino (cf LG 42; PC 12; OT 10) y el
sentido cristiano del Matrimonio son inseparables y se apoyan mutuamente:
‘Denigrar el matrimonio es reducir a la vez la gloria de la virginidad;
elogiarlo es realzar a la vez la admiración que corresponde a la virginidad’
(S. Juan Crisóstomo).” (1620)
Notas
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1602
Carta a las Familias, 6.
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1604.
“A la luz del Nuevo Testamento es posible descubrir que el modelo originario
de la familia hay que buscarlo en Dios mismo, en el misterio trinitario de
su vida. El «Nosotros» divino constituye el modelo eterno del «nosotros»
humano; ante todo, de aquel «nosotros» que está formado por el hombre y la
mujer, creados a imagen y semejanza divina.” (Juan Pablo II, Carta a las
Familias, 6)
“Me he referido a dos conceptos afines entre sí, pero no idénticos:
«comunión» y «comunidad». La «comunión» se refiere a la relación personal
entre el «yo» y el «tú». La «comunidad», en cambio, supera este esquema
apuntando hacia una «sociedad», un «nosotros». La familia, comunidad de
personas, es, por consiguiente, la primera «sociedad» humana. Surge cuando
se realiza la alianza del matrimonio, que abre a los esposos a una perenne
comunión de amor y de vida, y se completa plenamente y de manera específica
al engendrar los hijos: la «comunión» de los cónyuges da origen a la
«comunidad» familiar.” (Juan Pablo II, Carta a las Familias, 7)
Juan Pablo II, Carta a las Familias, 7.
Este párrafo es una glosa del nº 1603 del Catecismo de la Iglesia Católica,
que copiamos aquí para que se vea su relación: “ ‘La íntima comunidad de
vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se
establece sobre la alianza del matrimonio... un vínculo sagrado... no
depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio’ (GS
48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del
hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio
no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones
que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas,
estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben
hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. A pesar de que la dignidad
de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS
47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la
unión matrimonial. ‘La salvación de la persona y de la sociedad humana y
cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad
conyugal y familiar’ (GS 47,1)”. Esta última frase que hemos subrayado ayuda
a ver que la familia es también una gracia de Dios ordenada a la salvación
eterna de las personas; esta salvación depende, en cierta manera, de la
familia en que se crece…o no se crece.
Tener en cuenta que en el capítulo 7 de la Primera Carta a los Corintios,
San Pablo nos deja muchas indicaciones sobre el matrimonio.
“Los hizo varón y mujer”, p. 67
“Donum Vitae”, Congregación para la Doctr. de la Fe, 1987; “Los hizo...”, p.
68.
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Aplicacion; Benedicto XVI - El domingo de la Sagrada Familia
Queridos hermanos y hermanas:
Se celebra hoy el domingo de la Sagrada Familia. Podemos seguir
identificándonos con los pastores de Belén que, en cuanto recibieron el
anuncio del ángel, acudieron a toda prisa, y encontraron "a María y a José,
y al niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 16).
Detengámonos también nosotros a contemplar esta escena, y reflexionemos en
su significado. Los primeros testigos del nacimiento de Cristo, los
pastores, no sólo encontraron al Niño Jesús, sino también a una pequeña
familia: madre, padre e hijo recién nacido. Dios quiso revelarse naciendo en
una familia humana y, por eso, la familia humana se ha convertido en icono
de Dios. Dios es Trinidad, es comunión de amor, y la familia es, con toda la
diferencia que existe entre el Misterio de Dios y su criatura humana, una
expresión que refleja el Misterio insondable del Dios amor. El hombre y la
mujer, creados a imagen de Dios, en el matrimonio llegan a ser en "una sola
carne" (Gn 2, 24), es decir, una comunión de amor que engendra nueva vida.
En cierto sentido, la familia humana es icono de la Trinidad por el amor
interpersonal y por la fecundidad del amor. La liturgia de hoy propone el
célebre episodio evangélico de Jesús, que a los doce años se queda en el
templo, en Jerusalén, sin saberlo sus padres, quienes, sorprendidos y
preocupados, lo encuentran después de tres días discutiendo con los
doctores. A su madre, que le pide explicaciones, Jesús le responde que debe
"estar en la propiedad", en la casa de su Padre, es decir, de Dios (cf. Lc
2, 49). En este episodio el adolescente Jesús se nos presenta lleno de celo
por Dios y por el templo.
Preguntémonos: ¿de quién había aprendido Jesús el amor a las "cosas" de su
Padre? Ciertamente, como hijo tenía un conocimiento íntimo de su Padre, de
Dios, una profunda relación personal y permanente con él, pero, en su
cultura concreta, seguro que aprendió de sus padres las oraciones, el amor
al templo y a las instituciones de Israel. Así pues, podemos afirmar que la
decisión de Jesús de quedarse en el templo era fruto sobre todo de su íntima
relación con el Padre, pero también de la educación recibida de María y de
José. Aquí podemos vislumbrar el sentido auténtico de la educación
cristiana: es el fruto de una colaboración que siempre se ha de buscar entre
los educadores y Dios.
La familia cristiana es consciente de que los hijos
son don y proyecto de Dios. Por lo tanto, no pueden considerarse como una
posesión propia, sino que, sirviendo en ellos al plan de Dios, está llamada
a educarlos en la mayor libertad, que es precisamente la de decir "sí" a
Dios para hacer su voluntad. La Virgen María es el ejemplo perfecto de este
"sí". A ella le encomendamos todas las familias, rezando en particular por
su preciosa misión educativa.
Y ahora me dirijo, en lengua española, a quienes participan en la fiesta de
la Sagrada Familia en Madrid. Saludo cordialmente a los pastores y fieles
congregados en Madrid para celebrar con gozo la Sagrada Familia de Nazaret.
¿Cómo no recordar el verdadero significado de esta fiesta? Dios, habiendo
venido al mundo en el seno de una familia, manifiesta que esta institución
es camino seguro para encontrarlo y conocerlo, así como un llamamiento
permanente a trabajar por la unidad de todos en torno al amor. De ahí que
uno de los mayores servicios que los cristianos podemos prestar a nuestros
semejantes es ofrecerles nuestro testimonio sereno y firme de la familia
fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, salvaguardándola y
promoviéndola, pues ella es de suma importancia para el presente y el futuro
de la humanidad.
En efecto, la familia es la mejor escuela donde se aprende
a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los
pueblos. También en ella se comparten las penas y las alegrías, sintiéndose
todos arropados por el cariño que reina en casa por el mero hecho de ser
miembros de la misma familia. Pido a Dios que en vuestros hogares se respire
siempre ese amor de total entrega y fidelidad que Jesús trajo al mundo con
su nacimiento, alimentándolo y fortaleciéndolo con la oración cotidiana, la
práctica constante de las virtudes, la recíproca comprensión y el respeto
mutuo. Os animo, pues, a que, confiando en la materna intercesión de María
santísima, Reina de las familias, y en la poderosa protección de san José,
su esposo, os dediquéis sin descanso a esta hermosa misión que el Señor ha
puesto en vuestras manos. Contad además con mi cercanía y afecto, y os ruego
que llevéis un saludo muy especial del Papa a vuestros seres queridos más
necesitados o que pasan dificultades. Os bendigo a todos de corazón.
(Plaza de San Pedro, Domingo 27 de diciembre de 2009)
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Aplicación; P. Gustavo Pascual, I.V.E.
- El niño asombroso
“¡Oh, qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa de Yahveh! ¡Ya estamos,
ya se posan nuestros pies en tus puertas, Jerusalén!”.
La Sagrada Familia subía todos los años a Jerusalén para la fiesta de la
Pascua. Cuando Jesús tenía doce años subieron a la fiesta. Terminada esta se
vuelven a Nazaret y el Niño no está en la caravana de retorno. Vuelven a
Jerusalén y allí lo encuentran.
Al entrar en el Templo María ve a su Hijo rodeado por los Doctores. Estaban
admirados de la sabiduría de Jesús. Nuevamente la luz sobre el misterio la
hace ver en su Niño la Sabiduría Encarnada.
Pero al llegar junto a Él le reprocha el disgusto. Dios les había encargado
custodiarlo, en primer lugar a su esposo pero también a ella “Hijo, ¿por qué
nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos
buscando”. El reclamo de María es siguiendo la ley “honra a tu padre y a tu
madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahvé, tu Dios,
te va a dar”. Jesús le responde: “Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que
yo debía estar en la casa de mi Padre?”. No está mal la respuesta de Jesús.
Responde desde el plano religioso. Jesús es el modelo de hombre religioso,
Dios-hombre. La religión en un hombre. Dios y el hombre unidos
hipostáticamente, es decir, es la unión más perfecta que puede existir entre
Dios y el hombre. San Ignacio pone este misterio de la vida de Jesús como
modelo de los que abrazan la vida religiosa. Jesús se queda en el Templo
para unirse con Dios. Jesús como modelo de hombre religioso se queda en el
templo para dedicarse enteramente a las cosas de su Padre que es el fin del
hombre religioso: vivir con y para Dios.
María comprende que su Jesús es su Hijo verdaderamente pero que primero es
Hijo de Dios y que su Hijo tiene una misión divina en la cual está incluida
su maternidad divina pero sólo como medio para cumplir el plan de Dios. Ella
ha aceptado voluntariamente este plan. Jesús viene a salvar a los hombres
porque así es el querer del Padre.
Un Niño asombroso para los Doctores, un Niño asombroso para sus mismos
padres.
* * *
UNA FAMILIA ATÍPICA
Una madre, un padre, un Hijo. ¿Qué tiene de atípico?
Tiene de atípico que:
El hijo
El Hijo es concebido en el seno de una virgen y es Hijo antes de nacer.
El Hijo creó a su madre y a su padre.
El Hijo es Hijo engendrado e Hijo nacido. Es Hijo eternamente e hijo en el
tiempo.
El Hijo es concebido de madre, sin padre y es engendrado de Padre, sin
madre. Es Hijo dos veces y ha nacido sólo una. Es Hijo dos veces pero sólo
una vez engendrado.
Es Hijo de mujer para cumplir la ley y ha dado la ley para que la cumplan
los nacidos de mujer.
Un Hijo que es concebido y dado a luz por una virgen, que no tiene padre
según su naturaleza humana y que no tiene madre según su naturaleza divina.
Un Hijo que tiene padre en la tierra para criarlo, cuidarlo y educarlo y
tiene Padre en el cielo sólo para engendrarlo.
Es Hijo de una madre a la cual creó y de un Padre con el cual creó.
Es Hijo de padre que no intervino en su concepción y de un Padre que lo
engendró eternamente sin concepción terrena.
El Hijo se llama Jesús.
El padre y el esposo
Un padre que es padre pero que no ha intervenido en la concepción de su
Hijo.
Un padre que es esposo y tiene un Hijo sin llegarse a su esposa.
Un padre que no ha intervenido cuando el Hijo fue engendrado, ni cuando el
Hijo fue concebido.
Un padre que es hijo de su Hijo y que fue creado por su Hijo.
Un esposo que deja a otro Esposo que intervenga en la concepción de su Hijo
y sin cometer ningún pecado.
Un Esposo que no es el padre del Hijo y que le revela al esposo de la madre
que El intervendrá en la concepción de su Hijo.
Un esposo que es feliz porque su desposada ha concebido y va a tener un Hijo
que no es de él sino que concibe de otro Esposo.
Un padre que cuidará y educará del Hijo que le ha nacido a su esposa y en
cuya concepción él no intervino.
Un modelo de padre que cuida de un Hijo que no es su Hijo natural y que es
esposo de su madre, la cual, concibió estando desposada con él, sin vivir
juntos y sin intervención de él. Un padre feliz por el Hijo que su esposa
concibió y dio a luz.
Modelo de esposo que cuida a su Hijo y a su esposa que es madre y virgen.
El nombre del padre y del esposo es José.
La madre
La madre es virgen. Concibe a su Hijo sin concurso de varón, lo da a luz y
sigue siendo virgen.
Una madre que es casada y tiene un Hijo que no es concebido con su esposo
sino con otro Esposo, el Espíritu Santo.
Una madre que concibe por obra de un Esposo con el cual no está ni siquiera
desposada.
Una madre que concibe y da a luz un Hijo, el cual existía antes de ser
concebido y antes que naciese su madre.
Una madre que es madre de su Creador que ante la admiración de cielo y
tierra engendró a su Creador y permanece siempre virgen.
Una madre que concibió antes de vivir con su esposo y sin cometer pecado
alguno.
Una madre que tendrá solo un Hijo y será virgen perpetua.
Una madre con muchos hijos pero uno solo natural.
La mejor de las madres es virgen, concibe sin varón, concibe antes del
matrimonio y concibe de uno que no es su esposo.
La madre se llama María.
Jesús, José y María, Sagrada Familia, sed la salvación del alma mía.
Notas
Sal 121
Lc 2, 48
Ex 20, 12
Lc 2, 49
Cf. E.E. nº 135.272
Cf. Lc 2, 47-48
Cf. Mt 1, 20.23 ; Lc 1, 30
Cf. Lc 1, 32.35
Cf. Jn 1, 3
Dz. 39.54
Cf. Mt 1, 16.25; Lc 2, 7
Cf. Jn 1, 1
Cf. Mt 2, 1; Lc 2, 1-7; Ga 4, 4
Cf. Mt 1, 18; Lc 1, 34
Cf. Ga 4, 4
Ex 20, 1 ss.; 24, 12; Ex 31, 18
Cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35
Cf. Jn 1 1-3.10
Mt 1, 16.21; Lc 1, 31
Cf. Mt 1, 6; Lc 2, 16.23.33.48
Cf. Mt 1, 18.20
Cf. Jn 1, 3.10
Cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35
Mt 1, 20
Cf. Mt 1, 20
Cf. Mt 1, 24
Cf. Mt 1, 13.20; Lc 2, 16.22.48.51
Cf. Mt 1, 16.18; Lc 1, 26; 2, 33.48
Cf. Mt 1, 21-23.25; Lc 1, 31.34-35
Cf. Mt 1, 16.19-20.24; Cf. Lc 2, 1-6
Cf. Mt 1, 18.25; Lc 1, 34
Cf. Mt 1, 18.20; Lc 1, 35
Cf. Jn 8, 58
Cf. Jn 1, 3
Cf. Antífona final de Completas, Alma Redemptoris Mater.
Cf. Mt 1, 18-19
Cf. Lc 2, 7
Dz. 256; 993.
Cf. Jn 19, 26-27
Cf. Mt 1, 16.25; Lc 2, 7
Cf. Mt 1, 16.25; 2, 11.14.21
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Directorio Homilético
- Sagrada Familia
CEC 531-534: la Sagrada Familia
CEC 1655-1658, 2204-2206: la familia cristiana, una Iglesia doméstica
CEC 2214-2233: las obligaciones de los miembros de la familia
CEC 534, 583, 2599: Jesús es hallado en el Templo
CEC 64, 489, 2578: Ana y Samuel
CEC 1, 104, 239, 1692, 1709, 2009, 2736: todos somos ahora hijos adoptivos
de Dios
CEC 163, 1023, 1161, 2519, 2772: veremos a Dios “cara a cara” “así como Él
es”
Los misterios de la vida oculta de Jesús
531 Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la
inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia,
vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios (cf.
Ga 4, 4), vida en la comunidad. De todo este período se nos dice que Jesús
estaba "sometido" a sus padres y que "progresaba en sabiduría, en estatura y
en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2, 51-52).
532 Con la sumisión a su madre, y a su padre legal, Jesús cumple con
perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia
filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María
anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: "No se haga mi voluntad
..."(Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta
inaugurada ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán
había destruido (cf. Rm 5, 19).
533 La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comunión con Jesús a
través de los caminos más ordinarios de la vida humana:
Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la
escuela del Evangelio ...Una lección de silencio ante todo. Que nazca en
nosotros la estima del silencio, esta condición del espíritu admirable e
inestimable ... Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que
es la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su
carácter sagrado e inviolable ... Una lección de trabajo. Nazaret, oh casa
del "Hijo del Carpintero", aquí es donde querríamos comprender y celebrar la
ley severa y redentora del trabajo humano ...; cómo querríamos, en fin,
saludar aquí a todos los trabajadores del mundo entero y enseñarles su gran
modelo, su hermano divino (Pablo VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret).
534 El hallazgo de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 41-52) es el único suceso
que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús.
Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una
misión derivada de su filiación divina: "¿No sabíais que me debo a los
asuntos de mi Padre?" María y José "no comprendieron" esta palabra, pero la
acogieron en la fe, y María "conservaba cuidadosamente todas las cosas en su
corazón", a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el
silencio de una vida ordinaria.
VI LA IGLESIA DOMESTICA
1655 Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y
de María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus
orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que,
"con toda su casa", habían llegado a ser creyentes (cf Hch 18,8). Cuando se
convertían deseaban también que se salvase "toda su casa" (cf Hch 16,31 y
11,14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un
mundo no creyente.
1656 En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a
la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto
faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a
la familia, con una antigua expresión, "Ecclesia domestica" (LG 11; cf. FC
21). En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los
primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de
fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la
vocación a la vida consagrada" (LG 11).
1657 Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio
bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los
miembros de la familia, "en la recepción de los sacramentos, en la oración y
en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la
renuncia y el amor que se traduce en obras" (LG 10). El hogar es así la
primera escuela de vida cristiana y "escuela del más rico humanismo" (GS
52,1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno,
el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por
medio de la oración y la ofrenda de su vida.
1658 Es preciso recordar asimismo a un gran número de personas que
permanecen solteras a causa de las concretas condiciones en que deben vivir,
a menudo sin haberlo querido ellas mismas. Estas personas se encuentran
particularmente cercanas al corazón de Jesús; y, por ello, merecen afecto y
solicitud diligentes de la Iglesia, particularmente de sus pastores. Muchas
de ellas viven sin familia humana, con frecuencia a causa de condiciones de
pobreza. Hay quienes viven su situación según el espíritu de las
bienaventuranzas sirviendo a Dios y al prójimo de manera ejemplar. A todas
ellas es preciso abrirles las puertas de los hogares, "iglesias domésticas"
y las puertas de la gran familia que es la Iglesia. "Nadie se sienta sin
familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia de todos, especialmente
para cuantos están `fatigados y agobiados' (Mt 11,28)" (FC 85).
La familia cristiana
2204 "La familia cristiana constituye una revelación y una actuación
específicas de la comunión eclesial; por eso...puede y debe decirse iglesia
doméstica" (FC 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad,
posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo
Testamento (cf Ef 5,21-6,4; Col 3,18-21; 1 P 3, 1-7).
2205 La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de
la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad
procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a
participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y
la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia
cristiana es evangelizadora y misionera.
2206 Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de
sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto
de las personas. La familia es una "comunidad privilegiada" llamada a
realizar un "propósito común de los esposos y una cooperación diligente de
los padres en la educación de los hijos" (GS 52,1).
II DEBERES DE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA
Deberes de los hijos
2214 La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (cf. Ef
3,14); es el fundamento del honor de los padres. El respeto de los hijos,
menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre (cf Pr 1,8; Tb
4,3-4), se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une. Es
exigido por el precepto divino (cf Ex 20,12).
2215 El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud para
quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus
hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en
gracia. "Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de
tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que
contigo han hecho?" (Si 7,27-28).
2216 El respeto filial se revela en la docilidad y la obediencia verdaderas.
"Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu
madre...en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por
ti; conversarán contigo al despertar" (Pr 6,20-22). "El hijo sabio ama la
instrucción, el arrogante no escucha la reprensión" (Pr 13,1).
2217 Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a
todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia. "Hijos,
obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor"
(Col 3,20; cf Ef 6,1). Los hijos deben obedecer también las prescripciones
razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los
han confiado. Pero si el hijo está persuadido en conciencia de que es
moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.
Cuando sean mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres. Deben
prever sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus
amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la
emancipación de los hijos, pero no el respeto que permanece para siempre.
Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los dones del
Espíritu Santo.
2218 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus
responsabilidades para con los padres. En cuanto puedan deben prestarles
ayuda material y moral en los años de vejez y durante los tiempos de
enfermedad, de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de
gratitud (cf Mc 7,10-12).
El Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre
sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que
atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá
contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. Quien da
gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su
madre (Si 3,12-13.16).
Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza.
Aunque haya perdido la cabeza, se indulgente, no le desprecies en la
plenitud de tu vigor...Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito
del Señor quien irrita a su madre (Si 3,12.16).
2219 El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar; atañe
también a las relaciones entre hermanos y hermanas. El respeto a los padres
irradia en todo el ambiente familiar. "Corona de los ancianos son los hijos
de los hijos" (Pr 17,6). "Soportaos unos a otros en la caridad, en toda
humildad, dulzura y paciencia" (Ef 4,2).
2220 Los cristianos están obligados a una especial gratitud para con
aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautismo y la
vida en la Iglesia. Puede tratarse de los padres, de otros miembros de la
familia, de los abuelos, de los pastores, de los catequistas, de otros
maestros o amigos. "Evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que
arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha
arraigado en ti" (2 Tm 1,5).
Deberes de los padres
2221 La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de
los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su
formación espiritual. El papel de los padres en la educación "tiene tanto
peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse" (GE 3). El derecho y el
deber de la educación son para los padres primordiales e inalienables (cf FC
36).
2222 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos
como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la
ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre del
cielo.
2223 Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos.
Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar,
donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio
desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la educación de
las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano
juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los
padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones "materiales e
instintivas a las interiores y espirituales" (CA 36). Es una grave
responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo
reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para
guiarlos y corregirlos:
El que ama a su hijo, le azota sin cesar...el que enseña a su hijo, sacará
provecho de él (Si 30, 1-2).
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la
instrucción y la corrección según el Señor (Ef 6,4).
2224 El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano
en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben
enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que
amenazan a las sociedades humanas.
2225 Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la
responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera
edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos son para
sus hijos los "primeros anunciadores de la fe" (LG 11). Desde su más tierna
infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la
familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante la vida
entera, serán auténticos preámbulos y apoyos de una fe viva.
2226 La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna
infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se
ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de
acuerdo con el evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y
enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la
misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de
Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la
vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la
catequesis de los niños y de los padres.
2227 Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la
santidad (cf GS 48,4). Todos y cada uno se concederán generosamente y sin
cansarse los perdones mutuos exigidos por las ofensas, las querellas, las
injusticias, y las omisiones. El afecto mutuo lo sugiere. La caridad de
Cristo lo exige (cf Mt 18,21-22; Lc 17,4).
2228 Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres se traducen
ante todo por el cuidado y la atención que consagran en educar a sus hijos,
en proveer a sus necesidades físicas y espirituales. En el transcurso del
crecimiento, el mismo respeto y la misma dedicación llevan a los padres a
enseñar a sus hijos a usar rectamente de su razón y de su libertad.
2229 Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos,
tienen el derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus
propias convicciones. Este derecho es fundamental. En cuanto sea posible,
los padres tienen el deber de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su
tarea de educadores cristianos (cf GE 6). Los poderes públicos tienen el
deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar las condiciones
reales de su ejercicio.
2230 Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el
derecho de elegir su profesión y su estado de vida. Estas nuevas
responsabilidades deberán asumirlas en una relación confiada con sus padres,
cuyo parecer y consejo pedirán y recibirán dócilmente. Los padres deben
cuidar no violentar a sus hijos ni en la elección de una profesión ni en la
de su futuro cónyuge. Este deber de no inmiscuirse no les impide, sino al
contrario, ayudarles con consejos juiciosos, particularmente cuando se
proponen fundar un hogar.
2231 Hay quienes no se casan para poder cuidar a sus padres, o sus hermanos
y hermanas, para dedicarse más exclusivamente a una profesión o por otros
motivos dignos. Estas personas pueden contribuir grandemente al bien de la
familia humana.
IV LA FAMILIA Y EL REINO DE DIOS
2232 Los vínculos familiares, aunque son muy importantes, no son absolutos.
A la par el hijo crece, hacia una madurez y autonomía humanas y
espirituales, la vocación singular que viene de Dios se afirma con más
claridad y fuerza. Los padres deben respetar esta llamada y favorecer la
respuesta de sus hijos para seguirla. Es preciso convencerse de que la
vocación primera del cristiano es seguir a Jesús (cf Mt 16,25): "El que ama
a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su
hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mi" (Mt 10,37).
2233 Hacerse discípulo de Jesús es aceptar la invitación a pertenecer a la
familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: "El que
cumpla la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, mi hermana y
mi madre" (Mt 12,49).
Los padres deben acoger y respetar con alegría y acción de gracias el
llamamiento del Señor a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad
por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal.
(cortesía iveargentina)