Ordenación de las lecturas para el Tiempo de Cuaresma
Nota sobre las Lecturas de Cuaresma
Tomando como punto de partida los nº 97 y 98 de los Praenotanda del Leccionario, donde se explica la ordenación de las lecturas para el Tiempo de Cuaresma, presentamos una visión de conjunto de estas lecturas.
El Primer Domingo de Cuaresma, en los tres ciclos, se lee el texto donde se narran las tentaciones de Cristo: en el Ciclo A, según S. Mateo; en el Ciclo B (el actual), según San Marcos; en el Ciclo C, según San Lucas. Por lo tanto, y teniendo en cuenta la intención de la Iglesia manifestada en esta ordenación, es necesario predicar sobre las tentaciones de Cristo, aun cuando no tomemos estrictamente el texto de San Marcos, sino que nos dejemos guiar por los textos de los otros dos evangelistas. El nexo entre la Primera Lectura (el pacto de Dios con Noé después del diluvio) y el evangelio, está en el hecho de que se establece una alianza entre Dios y el hombre: con Noé, que permanece fiel a la palabra de Dios, después de la prueba del diluvio; con Jesucristo (y, en Él, con toda la humanidad), después de las pruebas de las tentaciones. Una vez vencidas estas tentaciones, a través de la fidelidad a la palabra de Dios, su ligamen con Dios, su pacto con Dios, sale fortalecido.
El Segundo Domingo de Cuaresma, en los tres Ciclos, se lee el texto de la Transfiguración de Jesús, según el evangelista correspondiente a cada ciclo. El sentido de este evangelio en este domingo de Cuaresma es el mismo que tiene en el contexto de los evangelios sinópticos: preparar, mediante la manifestación de un destello de su divinidad, a los que serán testigos de su máxima humillación. Es un domingo de aliento a recorrer con valentía el camino de la cruz, vislumbrando ya el triunfo definitivo.
En los tres domingos de Cuaresma que siguen los evangelios a leer se diversifican. En el Ciclo A, concentrado todo él en el camino de iniciación cristiana en función del Bautismo, se leen los evangelios de la samaritana, del ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro. De esta manera, en el Ciclo A, estos tres domingos pueden recibir un título: el domingo III es el Domingo del Agua; el domingo IV es el Domingo de la Luz; el domingo V es el Domingo de la Vida.
Pero es muy importante tener en cuenta que estos evangelios del Ciclo A pueden leerse también en los otros dos Ciclos. Dicen textualmente los Praenotanda: “Pueden leerse también en los años B y C, sobre todo cuando hay catecúmenos” (nº 97). Por lo tanto, queda a elección del celebrante el escogimiento de las lecturas.
En el Ciclo B, los evangelios de los tres últimos domingos tienen como tema principal “la futura glorificación de Cristo por su cruz y resurrección” (Praenotanda, nº 97). Para esto se usarán tres textos de San Juan, cuyo evangelio entero tiene como tema central la glorificación de Cristo, es decir, la manifestación de su divinidad, a través de su pasión, muerte, resurrección y ascensión a la derecha del Padre.
En el domingo III del Ciclo B, entonces, se lee Jn.2, 13-25 donde se narra la expulsión de los mercaderes del templo. Pero el texto central, el que debiera ser objeto de predicación, es la frase que interpreta el hecho de la expulsión de los mercaderes: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré” (Jn.2, 19). Jesucristo es el nuevo y verdadero templo de la divinidad, y será glorificado luego de su destrucción, es decir, después de su pasión y muerte, en la resurrección y ascensión.
En el domingo IV del Ciclo B se lee Jn.3, 14-21. Allí se dice: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna” (Jn.3, 14-15). Y luego se explica, en el estilo del evangelista San Juan, en qué consiste la Redención. La serpiente levantada en lo alto es símbolo de la cruz de Cristo, que dará vida eterna a través de la glorificación de la resurrección.
En domingo V del Ciclo B se lee Jn.12, 20-33: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”. Otra vez presente, de una manera clara, el tema de la muerte y glorificación de Cristo.
En el Ciclo C, en los tres últimos domingos, se leen “unos textos de san Lucas sobre la conversión” (Praenotanda, nº 97).
Resumiendo lo dicho hasta aquí podríamos decir que, según el pensamiento de la Iglesia, la Cuaresma, si atendemos a la ordenación de las lecturas, tiene dos fases bien determinadas: la primera, constituida por los dos primeros domingos; la segunda, por los tres últimos domingos. La primera fase, para los tres Ciclos, se identifica con la prueba y la gloria del cielo, las tentaciones de Cristo y la Transfiguración. La segunda fase tiene una palabra clave para cada Ciclo: Ciclo A: catequesis bautismal; Ciclo B: glorificación de Cristo; Ciclo C: conversión.
Respecto a las primeras lecturas y a las lecturas del Apóstol en los domingos de Cuaresma, los Praenotanda dicen estas interesantes palabras: “Las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a la historia de la salvación, que es uno de los temas propios de la catequesis cuaresmal. Cada año hay una serie de textos que presentan los principales elementos de esta historia, desde el principio hasta la promesa de la nueva alianza. Las lecturas del Apóstol se han escogido de manera que tengan relación con las lecturas del Evangelio y del Antiguo Testamento y haya, en lo posible, una adecuada conexión entre las mismas” (nº 97). Estas palabras pueden ayudarnos mucho para entender el nexo entre las lecturas y, por tanto, para encontrar el gozne central sobre el que gire cada una de nuestras predicaciones.
De esta manera tenemos una visión de conjunto de los evangelios de toda la Cuaresma. Según esta visión de conjunto podemos planear nuestras predicaciones, previendo desde ahora las aplicaciones a la realidad concreta, subrayando o insistiendo sobre los aspectos teológicos o pastorales que nos parezcan necesarios de acuerdo a los oyentes.
Respecto a los textos del leccionario para las ferias transcribimos textualmente lo que dicen los Praenotanda: “Las lecturas del Evangelio y del Antiguo Testamento se han escogido de manera que tengan una mutua relación, y tratan diversos temas propios de la catequesis cuaresmal, acomodados al significado espiritual de este tiempo. Desde el lunes de la cuarta semana, se ofrece una lectura semi-continua del Evangelio de san Juan, en la cual tienen cabida aquellos textos de este Evangelio que mejor responden a las características de la Cuaresma. Como las lecturas de la samaritana, del ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro ahora se leen los domingos, pero sólo el año A (y los otros años sólo a voluntad), se ha previsto que puedan leerse también en las ferias; por ello, al comienzo de las semanas tercera, cuarta y quinta se han añadido unas “Misas opcionales” que contienen estos textos; estas Misas pueden emplearse en cualquier feria de la semana correspondiente, en lugar de las lecturas del día. Los primeros días de la Semana Santa, las lecturas consideran el misterio de la pasión. En la Misa crismal, las lecturas ponen de relieve la función mesiánica de Cristo y su continuación en la Iglesia, por medio de los sacramentos” (nº 98).
(Equipo de Homilética)