La  Cristiano


Intervención que pronunció el 9 de marzo el arzobispo Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, al inaugurar el primer congreso de movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades de América Latina.



1. El mayor desafío lanzado a la Iglesia, a principios de este milenio, es la tarea que le ha sido confiada desde siempre: la evangelización. En toda época, y por tanto en la nuestra, la Iglesia está llamada a acoger nuevamente el mandato misionero de Cristo resucitado: «Poneos, pues en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado» (Mt 28, 19-20) Para Mateo, hacerse «discípulos» y hacerse «cristianos» significa lo mismo [1]. «Hacer discípulos» es el núcleo de la vocación de la Iglesia y de su misión en todos los tiempos. La Iglesia fundada por Cristo es enviada al mundo para evangelizar, vive permanentemente en estado de misión y tiene su razón de ser en la misión.