La ascesis de quien quiere crecer
Javier Sánchez Martínez
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Un buen entrenamiento nos confiere agilidad, presteza.
El ejercicio -¡dicen!- es bueno para la salud.
Pero hay ejercicios que deben ser repetidos, con frecuencia diaria, para
capacitarnos a algo. ¡Ay, los músculos del alma! Demasiado atrofiados, algo
flojos, quizás entumecidos. Esta "gimnasia" espiritual, ejercicio, trabajo
interior constante y esforzado se llama ascesis en el lenguaje cristiano.
Significa lucha, entrenamiento.
Claro está que no por el esfuerzo uno se santifica... pero sí es verdad que
hay que arar el terreno y arrancar las hierbas que estorban para que la
tierra del corazón reciba la semilla de la Gracia; y luego vendrá otro
entrenamiento, otro ejercicio: cultivar la tierra sembrada por Dios para que
dé frutos, con constantes cuidados.
La ascesis es necesaria para cultivar lo bueno, fortalecer lo débil,
afianzar pequeñas virtudes, y que otras se puedan ir desarrollando.
"Leyendo en la Escritura lo elevados que deben
ser los pensamientos y el espíritu de
los cristianos, olvidamos fácilmente que el espíritu cristiano es fruto del
tiempo, y que por más deseable y necesario que sea poseerlo, no podemos
imponerlo a nuestras mentes. También olvidamos que no basta con expresar
sentimientos religiosos para ser religioso (es más bien al contrario),
mientas que, si nos esforzásemos por obedecer en todo a la voluntad divina,
eso nos permitiría entrenar de verdad el corazón para que pudiese alcanzar
la plenitud del espíritu cristiano" (Newman, PPS I 18, 232-233).
La vida cristiana es combate continuo (lenguaje muy querido por san Pablo,
como en Ef 6: Revestíos de la armadura de Dios...) y la Iglesia el gran
gimnasio que, con la Gracia, nos hace más hombres, hombres nuevos, con
virtudes verdaderas.
La práctica religiosa, la práctica cristiana, no es mero ejercicio de
sentimientos difusos a la trascendencia, sino ejercicio constante con Cristo
y por Cristo.
"Presentarse ante Dios y morar
en su presencia es algo muy distinto a someterse a un sistema de leyes
morales y parece que requeriría otra preparación, preparar especialmente el
modo de pensar y los sentimientos para poder soportar la presencia de Dios y
entrar en comunión con Él... En el culto y el servicio a Dios todopoderoso
que Cristo y sus discípulos nos dejaron, se nos ofrecen los medios morales y
místicos de entrar en relación con Dios y de aprender poco a poco a soportar
el verlo" (Newman, PPS V 1, 6.7).
La abnegación (negarse a sí mismo) es método cristiano para afirmar a Cristo
en uno mismo.
La ascética, el ejercicio para quitar en sí mismo aquello que le estorba a
Cristo.
La renuncia, la manera de llegar a adquirir lo importante.
"Sólo pueden gozar realmente de este mundo los
que comienzan por el mundo invisible... Sólo pueden banquetear relamente los
que han comenzado por ayunar. Sólo pueden usar el mundo los que han
aprendido a no abusar de él. Sólo heredan el mundo los que ven en él una
sombra del mundo futuro y los que, por amor a éste, renuncian a él" (Newman,
PPS VI 7,93).
¡No te quedes tanquilo!