Dificultades en la Oración
Consulta
Estimado Sacerdote:
Mi familia ha sido bendecida muchas veces por la Oración. Una vez mi hija y
yo estuvimos a punto de ser secuestradas. La preciosa intervención de Santa
María nos salvó pues el jefe de la tropa presionado por sus compañeros para
atraparnos, dijo que extrañamente sentía que no podía tocarnos y nos dejó ir
en paz, después de tenernos rodeadas.
Últimamente siento que rezo como en medio de una cueva oscura y no hallo la
manera de orar. He decidido enviar cada mañana por Internet mi oración a la
Santísima Virgen de Fátima. Tienen estas oraciones algún valor? Me
encantaría ir a un santuario mariano pero ahora no podemos!
Respuesta
Estimada hermana en el Señor.
Gracias por compartir con nosotros sus experiencias e inquietudes
cristianas.
Junto con ustedes damos gracias al Señor por medio de Santa María por
haberlas protegido tan visiblemente.
Respecto a la manera de rezar, creo que todos los medios son validos para
hacer oración. No se pierde ni una palabra. Todas son escuchadas.
Respecto a su sensación de dificultad en la oración puedo decirle que puede
haber muchas razones porqué usted “Últimamente siente que reza como en medio
de una cueva oscura y no halla la manera de orar”. Le enumero algunas de las
razones que pueden ser la causa de la traba:
1. Los santos hablan mucho de la experiencia de una especie de “sequedad” en
la oración. Después de hacernos gozar de sus delicias que a veces parecen
transportarnos hacia el cielo Dios nos lleva a un proceso de purificación.
San Juan de la Cruz llama a este estado “La noche oscura”. Es un gran regalo
del Señor. Dios quita los consuelos sensibles para introducirnos a un amor
que no depende de las satisfacciones que puede deparar la oración. Es un
amor más sincero, menos egoísta, más maduro. Es en cierto sentido cargar la
cruz con el Señor, es paso ineludible para pasar a la Pascua de
Resurrección. Y esto de una manera incomprensible para el creyente. La
invito a meditar la poesía de San Juan de la Cruz que habla de este estado
de oscuridad, cuando no se ve por donde se camina, ni adónde uno se dirige.
Sólo cuenta el amor confiado que se deja guiar. Puede encontrar la poesía en
http://www.ipfw.indiana.edu/cm1/jehle/web/poesia/nocheosc.htm
En este caso es el Señor “el culpable” de que reza Ud. como “en una cueva
oscura”.
2. Otra razón de la “oscuridad” es el sufrimiento que puede provenir de una
variedad de circunstancias. El creyente ha pedido algo al Señor y no lo ha
recibido; puede haber sufrido fracasos o una desilusión muy difícil de
asimilar; puede ser también que los acostumbrados fundamentos en los que
descansa nuestra vida se quebrantan; puede ser el terrible sufrimiento de
ver sufrir a un ser querido y no poder ayudar. En todas las circunstancias
puede anidarse en nuestro corazón el desaliento, la incredulidad de ya no
estar seguros del amor de Dios y hasta una especie de resentimiento con
Dios, rencor que muchas veces no se acepta conscientemente pero ahí está e
impide una oración gozosa, confiada. Parece que Dios no nos escucha. Pero
somos nosotros “los culpables” de la cueva oscura. En esta situación podemos
repetir el itinerario de Job. Dios le quita todo y vienen los amigos para
consolarlo con la explicación que debe haber pecado. Job es consciente de no
haber pecado – todo el libro es una alegoría para explicar el sufrimiento
del inocente - y cuestiona a Dios. Al final profesa la fe. En este caso la
“oscuridad” es hechura nuestra sea consciente sea inconscientemente.
3. La tercera razón es simple y llanamente nuestro pecado, especialmente la
falta contra la caridad y la castidad porque tocan las raíces más profundas
del ser humano. El rencoroso no puede rezar, el impuro tampoco. Y el avaro
es un idólatra que adora el dinero. En este caso no queda más que
arrepentirse. La Iglesia reza el Salmo 50(51) “Misericordia Dios mío por tu
bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa...”. Aquí no hay duda de
donde proviene la oscuridad. Es nuestra culpa definitivamente.
No he hecho alusión alguna al papel de nuestra Madre la Virgen María por el
simple hecho que ella nos repite también a nosotros “Hagan todo lo que Él
les dice” (Jn 2, 5). Nuestra oración va siempre hacia Dios mismo. Sin
embargo estamos siempre tomados de la mano de nuestra Madre.
Además he contestado un poco esquemáticamente para entendernos. Muy pocas
veces se encuentran las tres situaciones descritas en estado puro sino se
mezclan entre sí. Personalmente cuando entro en estos estados de
“desconsuelo” o de “crisis” prefiero recibir el sacramento de la
reconciliación.
Si desea mayores aclaraciones no dude en escribir de nuevo.
En el entretiempo estoy rezando por usted
In Corde Jesu
Gerardo Mueller msc
Misioneros del Sgdo. Corazón
Respuesta
Dios lo bendiga. Tal vez pueda encontrar de nuevo el camino a Dios. Mientras
tanto me valdré de ese hermoso Salmo