Consulta: Aborto espontáneo
Consulta:
Sres. Misioneros del Sagrado Corazón.
De mis consideraciones:
Les escribo con la finalidad de saber cual es la posición de la Iglesia en
cuanto se refiere a un aborto no deseado, es decir aborta a una criatura que
se deseo y se lo espero pero por situaciones extremas se llego a un aborto
por mucho que se trato de evitar no se lo pudo.
Si bien es sabido que sea cual sea la clasificación del aborto este es un
problema que trae secuelas psicológicas y que en muchos de los casos se
tarda un buen tiempo en superar este tipo de problemas.
De manera particular puedo decir que este problema tiene dos puntos de vista
que son:
1. De manera religiosa que es la que deseo que ustedes me indican cual es el
punto de vista de la iglesia.
2. De manera humana cual es el punto de ustedes desde una perspectiva
netamente humana (o sea como ser humano).
Agradezco de ante mano por toda la atención prestada. P.D. Si Tienen la
dirección de una pagina electrónica en la cual se pueda hacer preguntas a la
iglesia católica por favor no duden en enviármela.
Respuesta
Querido hermano en Cristo,
La alegría del Resucitado esté en su corazón.
Gracias por la confianza de su consulta.
En primer lugar somos conscientes que el aborto espontáneo de un hijo
esperado deja una herida profunda. Tantos sueños que de repente desembocan
en un aparente vacío. Estamos orando por los padres para que el Señor los
consuele con la fe en la resurrección.
El perder un hijo sin nacer deja la interrogante cómo habría sido, que
aspecto habría tenido, cuáles habrían sido sus carácterísticas.
Ahora bien, la Iglesia enseña que al momento de la concepción se concibe una
persona con alma y cuerpo, por desarrollarse todavía ciertamente, pero es
una persona. ¿Qué pasa con ella cuando se produce un aborto espontáneo?
Pues, se va directamente al cielo. Hace algunos años, el Cardenal Ratzinger,
el prefecto encargado de parte del Papa para velar sobre la fe católica,
declaró como teólogo que Cristo ha muerto por todos, es decir, que su muerte
y resurrección los redime a todos. Y los niños que mueren sin haber nacido
no han tenido pecado alguno. Ellos ciertamente se salvan. La antigua teoría
del limbo, de un lugar de felicidad natural lugar distinto del cielo, ha
sido sólo una hipótesis teológica.
Se suele objetar que Jesús dice en el evangelio de San Juan a Nicodemo: “El
que no nace del agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios”.
Los expertos en interpretar las Escrituras han descubierto con una seguridad
cada vez mayor que la expresión “reino de Dios” se refiere a la Iglesia. Y
entonces el sentido es inmediatamente patente porque nadie se hace miembro
de la Iglesia si no es por el bautismo (por lo menos en intención).
Le podemos asegurar, por tanto, que el hijo cuya vida física ha sido
truncada en el seno de la madre, vive en la presencia de Dios. Y sus padres
pueden estar seguros que tienen ante al Padre celestial alguien que
intercede por ellos. Y no es para menos. Aunque no haya podido vivir la vida
como solemos los hombres, este hijo ha recibido el don más grande que los
padres le pueden dar. También nosotros que estamos viviendo la vida en este
mundo, cuando el Señor permita que pasemos al Padre en los cielos,
ciertamente les agradeceremos a nuestros padres su amor, su cuidado, la
educación, etc. Pero muchísimo más les agradeceremos que nos hayan dado la
existencia porque a causa de ello podremos vivir eternamente felices en la
presencia de Dios.
El hijo que la voluntad de Dios ha llamado a su presencia, está gozando de
la felicidad eterna. ¿Cómo no estará agradecido/a a sus padres por haberle
posibilitado esta felicidad “que ni ojo vio, ni oído oyó y que Dios ha
preparado a los que lo aman”.
Esto significa también que sus padres pueden comunicarse con este hijo como
uno se comunica con su santo patrono o con su ángel de la guarda. Sí, pueden
pedirle su intercesión ante Dios y su cuidado para ellos.
Cuando el dolor se haya aliviado por la fe y el pasar del tiempo, ¿por qué
vayan a ver unas fotos del desarrollo del feto? De esta manera podrán
alegrarse de haber partipado en la misma obra creadora de Dios, el dar la
vida a un ser.
Se da cuenta, aquí no podemos separar lo humano de lo cristiano. Ni hace
falta. Porque todo es una sola cosa. Este hijo vive en la felicidad
esperando a sus padres. Creo que sólo pensar en esto concede un gran
consuelo para los que tengan fe.
Ahora bien, como ocurre a veces cuando pensamos en nuestros queridos
difuntos, nuestros abuelos por ejemplo, entonces con frecuencia sentimos un
pesar, el remordimiento de no haberlos amado como se lo merecían, de no
haber tenido siempre la paciencia necesaria con ellos.
Algo similar puede suceder cuando se trata de un aborto espontáneo. Los
padres podrían pensar: Hubieramos podido hacer esto o aquello para que no
haya sucedido el aborto espontáneo... Hubieramos podido evitar esto, aquello
y lo de más allá y quizás no habría sucedido. Miren, siempre actuamos de
buena fe, ¿verdad? Hacemos lo que normalmente nos toca hacer. Por eso,
torturarse con lo que posiblemente hubiéramos podido hacer o evitar es
frecuentemente fruto del dolor mismo. ¿Por qué pensamos así? Porque con lo
que sabemos ahora tenemos más elementos de juicio. Pero culparse por algo
que recién ahora sé, supone que yo pueda leer el futuro. Y esto no se ha
concedido a nadie. Dejen de torturarse y acepten el hecho. Nada sucede sin
que el Padre de los cielos lo permita para bien de sus hijos. Y hasta de
nuestros errores y pecados sabe sacar bendición.
Conversen con su hijo que está en el cielo, pídanle que los cuide desde el
cielo, que interceda por ustedes. Poco a poco el Señor los consolará a los
padres porque dentro de unos cuantos años toda la familia se reunirá en la
gloria de Dios. Eso lo esperamos y por ello rezamos todos.
¡Que Dios los bendiga!
Le desean y por ello rezan
Los MSC Misioneros del Sagrado Corazón.