LA IGLESIA Y LA BIBLIA, EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Escrito por El Observador 896
¿Qué nombre es más adecuado: escrituras, palabra de Dios, Biblia...?
¿A quién le corresponde el primer lugar: a las Sagradas Escrituras o a la Iglesia?
¿Por qué no son iguales las biblias católicas que las de otras religiones?
Si la Iglesia católica dice apreciar tanto la Biblia, ¿por qué no la usa?
¿QUÉ NOMBRE ES MÁS ADECUADO: ESCRITURAS, PALABRA DE DIOS, BIBLIA...?
Si bien la Biblia es Palabra de Dios, no toda la Palabra de Dios está contenida en la Biblia. El propio Apóstol san Juan atestigua que no quedó escrita toda la enseñanza de Señor: «Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se contaran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran» (Jn 21, 25). La Revelación divina que no quedó escrita en la Biblia se llama Tradición (con mayúscula), y fue enseñada de manera oral por los Apóstoles. Entonces es adecuado referirse a la Biblia como «Palabra de Dios escrita».
En cuanto al vocablo «biblia», es de origen griego y significa «libros». Por eso se le da tal nombre a la Palabra de Dios escrita porque no se trata de un solo libro sino de un conjunto de 73. El mundo protestante prefiere decirle simplemente «La Biblia».
La Iglesia católica, en cambio, prefiere usar nombres que expresan mucha más reverencia , como «las Sagradas Escrituras» y otros que, por cierto, son exactamente los que la propia Palabra de Dios escrita se da a sí misma: «los Libros» (Dan 9, 2); «Libros Santos» (I Mac 12, 9; II Mac 8, 23); «Escrituras» (Mt 21, 42; Mc 14, 49; Lc 24, 27; Jn 5, 39; Hch 17, 2; Rm 15, 4; I Co 15, 3-4; II Pe 3, 16); «Escritura» (I Cr 15, 15; II Cr 30, 5; Esd 6, 18; Mc 12, 10; Lc 4, 21; Jn 2, 22; Hch 1, 16; II Pe 1, 19-21), «Santas Escrituras» (Rm 1, 2), «Sagradas Letras (o Escrituras») (II Tim 3, 15).
¿A QUIÉN LE CORRESPONDE EL PRIMER LUGAR: A LAS SAGRADAS ESCRITURAS O A LA IGLESIA?
Hay numerosos grupos protestantes que ostentan nombres como «Iglesia Bíblica Bautista», «Iglesia Evangélica Bíblica Pentecostal», «Iglesia Cristiana Bíblica Inclusiva», etc. Con lo de «bíblica» intentan legitimar su origen y autoridad presuntamente sobrenaturales. Y aun entre las que no ostentan un nombre parecido, casi todas las sectas tienen en su «declaración de fe» como primer y básico principio: «Creemos que la Biblia es Palabra de Dios, única autoridad de fe». Su segundo principio es: «Creemos que hay un solo Dios». Podría deducirse que creen en Dios porque la Biblia lo dice.
Dios se reveló a los hombres antes de que la Biblia existiera; luego entonces, la fe en Dios no depende de la Biblia, es anterior. Y lo mismo pasa en cuanto a la Iglesia: la que fundó Cristo (la católica) no nació de la Biblia, sino que la Biblia nació de la Iglesia; cuando se terminó de escribir el Nuevo Testamento la Iglesia ya tenía unos 70 años de existencia, y fue ella y solo ella, en el siglo IV, la que determinó, bajo la guía del Espíritu Santo, qué cartas y libros -entre muchos que circulaban-son Revelación de Dios y cuáles no. Sin la Iglesia católica ni los ortodoxos ni los protestantes ni nadie tendría Biblia. Las sectas serán «hijas de la Biblia», pero la Iglesia católica es «madre de la Biblia».
¿POR QUÉ NO SON IGUALES LAS BIBLIAS CATÓLICAS QUE LAS DE OTRAS RELIGIONES?
Aunque la Biblia católica coincide en muchos puntos con las de otras religiones cristianas y hasta con las de algunas pseudo-cristianas, también existen grandes divergencias.
Las diferencias están a veces en el sentido de los textos. Por ejemplo, la versión favorita de los protestantes -la arcaica Reina Valera- pone así el saludo del Ángel a María en Lucas 1, 28: «¡Salve, muy favorecida!», siendo que la traducción correcta es «¡Alégrate, llena de gracia!», con lo cual la versión protestante se equivoca al minimizar la excelsa santidad de la Madre de Dios.
En la versión de los Testigos de Jehová llamada Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, los pasajes bíblicos que muestran explícita o implícitamente que Jesucristo es Dios son deliberadamente manipulados para negar su divinidad. Así, en el Evangelio según san Juan, donde dice: «la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1, 1), la «biblia» de los jehovistas miente de esta forma: «la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios». Y cuando los Magos de Oriente, delante del Niño, «postrándose, le adoraron» (Mt 2, 11), los jehovistas escriben: «cayendo, le rindieron homenaje».
Otra diferencia notable entre la Biblia de la Iglesia y las otras biblias es que estas últimas están incompletas: en el Antiguo Testamento les faltan siete libros completos, además de algunos fragmentos de otros. Dichos faltantes tampoco están presentes en la «versión hebrea» de las Escrituras, que es la que usaban los judíos que se pudieron quedar en Palestina tras la deportación a Babilonia. Los judíos deportados, en cambio, usaban la «versión griega» (también llamada de los LXX o Septuaginta). Jesucristo y los escritores sagrados del Nuevo Testamento conocían y usaban las citas propias de la Septuaginta, y por eso la Iglesia también las usa:
Los textos que les faltan a las biblias protestantes son los siguientes:
El libro de Tobías (o Tobit).
El libro de Judit.
Seis capítulos intercalados del libro de Ester.
El libro de la Sabiduría.
El libro del Eclesiástico (Sirácida o Sirácides).
El libro de Baruc.
Los capítulos 13 y 14 del libro de Daniel, además de los versículos 24 al 90 del capítulo 3.
El libro I de los Macabeos
El libro II de los Macabeos
SI LA IGLESIA CATÓLICA DICE APRECIAR TANTO LA BIBLIA, ¿POR QUÉ NO LA USA?
Equivocadamente muchos creen (tanto católicos como protestantes) que la Iglesia no usa la Biblia, empezando por la liturgia de la Santa Misa. Pero basta tener un mínimo de conocimiento de las Sagradas Escrituras y poner apenas un poco de atención a la celebración de la Eucaristía para descubrir que en ella la Biblia se utiliza hasta «en exceso». Por falta de espacio, aquí incluimos sólo unas pocas observaciones bíblicas en l a Misa:
+ Saludo «en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Aquí y en muchos otros momentos se responde «Amén» (Ap 3, 14).
+ «La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros» (II Cor 13, 14).
+«Yo confieso ante Dios Todopoderoso...»( Salmo 32: «Mi pecado te reconocí, y no te oculté mi culpa»).
+ «Señor, ten piedad ». Como en Sal 6, 3; 51, 3; Mt 9, 27.
+ Himno del Gloria: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombre que ama el Señor » (Lc 2, 14); «Te alabamos» (Hb 2, 12: « En medio de la asamblea te alabaré»); «Te bendecimos (Sal 144, 1); «Te adoramos» (Mt 4, 10); «Te glorificamos» (Sal 86, 12; I Pe 4, 11). Y así el resto del himno.
+ Liturgia de la Palabra: En los días ordinarios, la primera Lectura está tomada del Antiguo Testamento, de los Hechos de los Apóstoles, de las epístolas o del Apocalipsis. En los días festivos y domingos, tras el salmo sigue la segunda Lectura, que es una epístola. Siempre se lee o canta un Salmo. Luego se canta «Aleluya» (Salmos 104-106; 111-113; 115-117; 135; 146-150; Apocalipsis 19,1). Luego se proclama un pasaje del Evangelio.
+ El Credo es una colección de verdades contenidas todas ellas, explícita o implícitamente, en la Biblia.
+ «Santo, Santo, Santo...» (Is 6, 2-3; Ap 4, 8). «¡Hosanna... Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Mt 21, 9).
+ La Consagración (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 19, 19-29; I Co 11, 23-25).
+ «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús» (I Co 11, 26; Ap 22, 20).
+ El Padrenuestro (Mt 6, 9-13).
+ «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo...» (Jn 1, 29)
+ «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme» (Mt 8, 8).
+ La Comunión (Jn 6, 53, «Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes»).