Las aguas de Mará
(Exodo 15, 22-27)
Este pequeño relato sirve de
introducción a todo el camino de Israel en el desierto antes de llegar al monte
Sinaí en el c. 19. Está colocado inmediatamente después del paso del Mar (cf.
15,19.22) y narra la primera dificultad que el pueblo encuentra después de la
liberación de la esclavitud: le falta el agua, y cuando aparece, es salobre. Esta
es también la primera prueba y la primera murmuración del pueblo en el
desierto. Aunque se trata de un texto complejo, fruto de diversas fuentes y
redacciones, su sentido global se debe buscar a partir de la relación de los
diversos estratos literarios en el texto actual.
1. El texto
22 Moisés hizo partir a los
israelitas del mar de Suf y se dirigieron hacia el desierto de Sur: caminaron
tres días por el desierto sin encontrar agua. 23 Luego llegaron a
Mará, mas no pudieron beber el agua de Mará, porque era amarga. Por eso se
llama aquel lugar Mará. 24 El pueblo murmuró contra Moisés,
diciendo: «ÀQué vamos a beber?» 25 Entonces Moisés invocó a YHWH, y
YHWH le mostró un madero que Moisés echó al agua, y el agua se volvió dulce. Allí
dio a Israel decretos y normas, y allí le puso a prueba. 26 Y dijo:
«Si de veras escuchas la voz de YHWH, tu Dios, y haces lo que es recto a sus
ojos, dando oídos a sus mandatos y guardando todos sus preceptos, no traeré
sobre ti ninguna de las plagas que envié sobre los egipcios; porque yo soy
YHWH, el que te sana.» 27 Después llegaron a Elim, donde hay doce
fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.
2. Delimitación del texto
En el v. 22 hay una indicación
geográfica que señala algo nuevo: «Moisés hizo partir a los israelitas del mar
de Suf y se dirigieron hacia el desierto de Sur». Por tanto ya no nos
encontramos en la orilla del mar donde Moisés y los israelitas habían cantado
al Señor (15, 1-21), sino que ahora el pueblo está en camino hacia el desierto.
Hay además una indicación temporal: «caminaron tres días por el desierto» (v.
22), al final de los cuales llegaron a Mará (vv. 23-26) y a Elim (v. 27).
Solamente en 16,1 encontramos de
nuevo una indicación geográfica semejante a la del v. 22 con una nueva mención
del desierto: «Partieron de Elim y toda la comunidad de los israelitas llegó al
desierto de Sin». Por tanto todo el relato se desarrolla en el «desierto de
Sur» (15, 22) en las cercanías de las localidades mencionadas de Mará y Elim. A
partir de 16,1 inicia otro relato que tendrá como escenario «el desierto de
Sin». La triple mención del término «desierto» (15,22 [2 veces]; 16, 1) nos
ayuda a fijar el inicio y el fin de la narración que a continuación
estudiaremos. La unidad de Ex 15, 22-27 es, por tanto, de tipo temático (el
problema del agua) y geográfico (todo se desarrolla en el desierto de Sur). Nuestro
texto se encuentra situado entre otras dos unidades: 15,1-21 (el cántico de
Moisés) y 16,1-36 (el relato del maná y las codornices).
3. La temática
Como ya hemos señalado, el tema
central del relato es la falta de agua, una necesidad básica para la vida del
pueblo que corre el riesgo de morir de sed cuando apenas ha iniciado el camino
por el desierto. El pueblo se dirige descontento a Moisés: «ÀQué vamos a
beber?» (v. 24) y éste invoca al Señor, el cual le ofrece una solución al
problema. Junto a esta temática principal hay otras dos: la interpretación del
hecho como «prueba» para Israel (v. 25b) y la revelación del Señor como el que
sana su pueblo (v. 26b).
4. División del texto
Ex 15, 22-27 constituye una «escena
típica» [1] de los relatos de murmuración en el desierto sin
castigo del Señor (cf. Ex 15, 22-27; 17, 1-7; Nm 20, 1-13) [2].
Estos relatos tienen un esquema que se divide en cuatro partes: (1) hay una
necesidad inicial que provoca (2) la protesta del pueblo; (3) Moisés intercede
por el pueblo ante YHWH; (4) YHWH responde y da al pueblo cuanto pedía.
Podemos, entonces, dividir el relato a partir de estos cuatro momentos:
4.1 Necesidad inicial: la falta de agua (vv. 22-23)
(a) El texto inicia con una breve
referencia al inicio del viaje a partir del mar utilizando pocas palabras (v.
22). El relato se presenta «rápido». El tiempo del discurso (el tiempo
convencional del relato que el narrador dedica a describir los acontecimientos
se mide en líneas, versículos, párrafos, páginas, capítulos, etc.) es menos
breve que el tiempo real (el tiempo de la historia, la duración supuesta o real
de los acontecimientos narrados, el cual se mide en minutos, horas, días,
semanas, meses, años...) [3]. Toda la acción se describe con
un solo verbo («hizo partir»). El interés del relato es llegar rápidamente al
lugar en el cual Israel será puesto a prueba y vivirá la primera crisis del
desierto [4].
(b) Desde el punto de vista de la
interpretación hebrea, Rashi de Troyes hace un interesante comentario de la
expresión: «Moisés hizo partir a los israelitas» (v. 22): «Los hizo partir muy
a su pesar. Los egipcios habían adornado sus caballos con frenos de oro, de
plata y piedras preciosas; y los hebreos encontraron todo ello en el mar. El
botín que hicieron en la orilla del mar fue más grande que el que habían hecho
al salir de Egipto (...); por eso Moisés se vio forzado a hacerlos partir en
contra de su voluntad [5]». Según esta interpretación, Israel
desde el inicio estuvo tentado a olvidarse de las obras realizadas por YHWH en
su favor y quedar deslumbrado por otras realidades que le impedían el camino
hacia la libertad.
(c) La narración desemboca en la
crisis que en cierto sentido es doble, como lo indica en el texto hebreo la
doble repetición del adverbio no. Después de tres días de camino por el
desierto: «no encontraron agua» (v. 22b), y cuando llegaron a Mará, donde había
agua: «no pudieron beber» (v. 23). Es significativa también la repetición de la
raíz hebrea mar («amargura», «amargo») cuatro veces en el v. 23, que intenta
producir un efecto casi fisiológico en el lector: «Luego llegaron a Mará, mas
no pudieron beber el agua de Mará, porque era amarga. Por eso se llama aquel
lugar Mará». El término mar no sólo evoca un mal gusto, sino que sugiere la
idea de aguas que pueden provocar la enfermedad y la muerte. La falta de agua
en el desierto y la imposibilidad de beber en Mará representan una verdadera
crisis en la relación entre YHWH e Israel. En el contexto precedente del libro
del Exodo (Ex 1-15) se afirma que YHWH ha elegido a Israel como su pueblo (cf.
Ex 6, 1-8); ahora surge el interrogante: ÀIsrael escogerá también a YHWH como
su Dios? La crisis por la falta de agua representa el primer momento de
confrontación en el camino del desierto que obliga a Israel a tomar una
decisión fundamental. ÀIsrael será capaz de confiar nuevamente en YHWH?
4.2 La protesta del pueblo (v. 24):
La queja y reclamo del pueblo no es
tanto una rebelión. Se debe entender más bien como una reacción normal en
relación a la situación de emergencia en el desierto. El texto hebreo usa el
verbo lûn («murmurar»), que aparece aquí por primera vez; el cual, exceptuando
Jos 9, 18 y Sal 59, 16, pertenece exclusivamente a los relatos del camino en el
desierto en los libros del Exodo y Números (cf. Ex 15, 24; 16, 2.7.8.9.11;17,
3). El verbo indica la acción de gruñir y cuchichear en sentido de protesta. En
el camino hacia el Sinaí (Ex 15-18) estos lamentos o murmuraciones tienen una
cierta justificación delante de tantos problemas que encuentran: hambre, sed,
cansancio, enemigos, etc. Se pone de manifiesto la dificultad de Israel para
aceptar una presencia divina que a veces parece lejana e incluso inexistente
4.3 La intercesión de Moisés (v. 25 a)
La acción de Moisés es descrita con
un solo verbo: «invocó a YHWH». A diferencia de otros textos en los cuales se
escucha la oración de Moisés (cf. Ex 32, 30-32; 33, 12-13; Mn 14, 13-19), en
este caso no se indican sus palabras, no se describe ningún diálogo, no se
menciona ningún tiempo ni espacio. Todo está centrado en la acción de la
invocación. La frase es corta y sencilla, pero tiene un valor de testimonio:
Moisés invoca al Señor y él lo escucha (25b). El pueblo había murmurado
directamente contra Moisés (v. 24), mediador y representante de YHWH en medio
al pueblo. Moisés, non obstante invoca a YHWH. Dios lo había puesto como guía
del pueblo y por tanto era Dios mismo quien tenía que resolver la situación.
4.4 La respuesta de YHWH (v. 25a)
(a) El verbo traducido como
«mostrar» es yarah [6] (indicar, enseñar, instruir), el cual
en varios textos posee una fuerte dimensión sapiencial (Job 6,24; 8,10; 12,7-8;
27,11; 34,32; Pr 4, 4. 11; 6,13; 26,18). Este verbo supone una relación entre
dos entidades personales (o al menos consideradas personales): alguien que instruye,
que reclama autoridad, y alguien que recibe la instrucción, el cual debería
tener algunas expectativas con relación a su maestro (el padre de familia y el
hijo, el sacerdote y el fiel, el maestro y el discípulo, etc.). En algunos
salmos el orante pide a YHWH que le enseñe sus caminos (Sal 27,11; 32,8; 86,11)
o sus preceptos (Sal 119,33). El verbo yarah, es también el verbo típico de la
enseñanza sacerdotal (2 Re 17,27; Mi 3,11). En algunos casos es Dios mismo el
sujeto del verbo, enseñando la sabiduría o dando algún oráculo de salvación (Ex
4,12.15; Jue13, 8; 1 Re 8,36; Is 2,3 = Mi 3,11). El texto quiere expresar un
verdadero acto de instrucción de parte de YHWH, al cual Moisés obedece como
discípulo, encontrando de esta manera el camino que lleva a la vida.
(b) El hecho recuerda algunas
características de la tradición de las «plagas»: cuando el milagro se realiza
mediante un bastón ordinario (Ex 4, 2), o cuando una sustancia común se
transforma en otra poco común (Ex 9, 8). Es inútil preguntarse, como hacían
algunos antiguos comentaristas, si la transformación del agua se realizó
gracias a una intervención directa de Dios, o era consecuencia de las
propiedades medicinales de algún árbol del desierto desconocido. En el relato,
el hecho de que YHWH provea agua en un momento de gran necesidad es presentado
como un signo evidente de su capacidad para ayudar al pueblo. La tradición
afirma igualmente que la intervención de YHWH se realizó mediante Moisés,
utilizando las propiedades particulares de un árbol. Una interpretación tardía
del acontecimiento se encuentra en Sir 38,5: «ÀNo fue el agua endulzada con un
leño para que se conociera su virtud?».
5. La adición tardía de los vv. 25b-26
Estos versículos presentan algunos
problemas que hacen pensar en una etapa posterior del resto del relato,
probablemente proveniente de la redacción deuteronomista [7]:
(a) el lenguaje es diverso al de la primera parte del texto; (b) la relación
entre el v. 25a y el v. 25b es problemática, ya que no es claro el sujeto del verbo
(«Allí dio una ley...», «puso a prueba...»). En el texto hebreo falta el
término «El Señor» (v. 25b), como lo hace notar la traducción de la Biblia de
Jerusalén. En todo caso, el interés teológico de la narración se encuentra
precisamente en estos versículos, los cuales ofrecen el significado del hecho
para la fe de Israel. Aunque los vv. 25b-26 originariamente constituyeron una
unidad independiente, sin ninguna relación con el evento de las aguas, en el
texto actual existe indudablemente una relación entre la primera parte del
relato y estos últimos versículos. A continuación analizaremos las diversas
contenidas en ellos:
5.1 Dios da al pueblo unos decretos y normas (v. 25 a):
En el relato hay dos «dones»: el
agua dulce y una normativa. El texto quiere establecer una relación entre el
agua y la ley [8]. Dado que las aguas envenenadas y mortales
se convierten en aguas dulces y potables, las cuales conservaban al pueblo con
vida, parece que el redactor deuteronomista ve en este agua purificada una
imagen de la ley de YHWH, fuente de la verdadera vida para el pueblo.
El v. 26 aclara el nexo existente
entre el agua y la ley: «Si de veras escuchas la voz de YHWH, tu Dios, y haces
lo que es recto a sus ojos, dando oídos a sus mandatos y guardando todos sus preceptos,
no traeré sobre ti ninguna de las plagas que envié sobre los egipcios; porque
yo soy YHWH, el que te sana». Si Israel guarda la ley dada por Dios, será
sanado. Dios sometió a muchas enfermedades a los egipcios; sin embargo quiere
ser médico para su pueblo. Si Israel «escucha» y «guarda» la ley divina, su
vida no será amenazada de aguas envenenadas, sino que será saciado con agua
dulce. La vida de Israel, por tanto, depende de le escucha de la palabra y de
la obediencia a la ley de YHWH. Cada vez que Israel en el desierto de su
historia rechace caminar según la ley divina, experimentará la amargura y el
veneno de aguas que lo llevaran a la muerte.
5. 2 Dios pone a prueba al pueblo (v. 25b):
El acontecimiento es interpretado
como una «prueba» de YHWH. El verbo típico para expresar la acción de poner a
prueba a alguno es nasah. A menudo Dios pone a prueba a los hombres para
conocer sus intenciones (cf. Gn 22,1; Ex 15,25; Dt 8,2.16; 13,14; 33,8; Jue
2,22; 3,1.4; Sal 26,2; 2Cro 32,31). Israel se encuentra delante de una nueva
situación que parece contradecir las promesas hechas por YHWH mediante Moisés
en Egipto. En este sentido habíamos hablado antes de una «crisis» en la fe del
pueblo. Para el redactor deuteronomista el evento del agua amarga es un acontecimiento
incluso querido por Dios, necesario para el crecimiento de la fe de Israel. Se
trata de una situación que no tiene solución fuera de la fe: Dios pide una fe
sin condiciones, sobre todo cuando llegan a caerse todos los apoyos naturales.
La prueba puede ser interpretada
también como un «intervalo de silencio divino» durante el cual Dios calla,
rechaza dar toda palabra y ofrecer el mínimo signo que permita iluminar aquel
momento vacío. Cada prueba está limitada por el tiempo. Posee un inicio y un
final. Al principio Dios y el hombre se conocen, conversan, se estiman
mutuamente. Al final, Dios y el hombre que ha sido probado se reconocen,
comienza de nuevo el dialogo, y aparece otra vez la estima reciproca. Sin
embargo, durante aquel intervalo hay ruptura, silencio, desafío [9].
Israel reacciona en el momento de la prueba con la murmuración, lo que hace
pensar que no supera el momento de la mejor forma, pero ha aprendido algo nuevo
de Dios y de su relación con él. El texto pareciera sugerir que para que el
pueblo pueda superar las pruebas futuras no existe otra medio que la obediencia
a la palabra de YHWH, aunque parezca lejano y calle.
5.3 «Yo soy YHWH, el que te sana» («rôf'ekha») (v. 26b)
El redactor deuteronomista
establece una relación de semejanza entre lo que sucede con el agua de Mará y
la prueba del pueblo. Tal relación es explícita sólo en el v. 26. YHWH ha
sanado las aguas. En el texto no se utiliza la raíz rafa' («sanar», «curar»,
«resanar», de donde viene Rafael, «Dios sana»: 1Cro 26,1; Tb 9,5), pero a
partir de 2R 2,19-22, otro relato de curación milagrosa de aguas en donde se
utiliza la raíz, podemos interpretar el acontecimiento de Mará como una
verdadera «curación (rafa') de las aguas». Esto explicaría el uso del título
«rôf'ekha» aplicado a YHWH en relación con Israel. Aquel que sanó el agua que
no se podía beber, se presenta como el que puede sanar a su pueblo de todas sus
enfermedades (v. 26). Dicha promesa, sin embargo, esta condicionada por la
obediencia a la voluntad de Dios manifiesta en sus mandatos.
Un primer nivel de interpretación
sugiere que YHWH se presenta como el médico de Israel, no sólo porque lo libera
de las enfermedades «espirituales», sino también de enfermedades físicas. Es
Dios quien da vida y salud a su pueblo (cf. Ex 23,25-26; cf. Gn 20,17; Dt
32,39; Is 38,16; Sal 6,3; 30,3). La salud física, en efecto, es uno de los
bienes que encierra la bendición divina. Un segundo nivel de interpretación nos
permite hablar también de la enfermedad en sentido metafórico, es decir, del
pecado y de la curación, en términos de salvación y de perdón (cf. Os 6, 2-3;
7, 1; 14, 5; Jr 3, 22; 8, 21-22; 17, 14; Sal 41, 5; 103, 3).
6. Conclusión
En el texto que hemos estudiado no
se trata solamente y en primer lugar de la salud individual, sino de la salud
de la comunidad de Israel. Si el pueblo es obediente a los mandatos dados por
YHWH, entonces será una sociedad sana, en contraste con la sociedad corrompida
y enferma de Egipto (cf. Dt 7,12-15). La condición para lograrlo es la escucha
de la voz de YHWH. Si Israel, en el desierto de la historia, escucha la voz del
Señor y la pone en práctica, entonces YHWH lo curará y lo hará mantenerse con
salud. El camino hacia la salud pasa a través de la prueba del desierto y los
peligros de la muerte que éste supone. La salud se obtiene cuando se invoca a
Dios y se pone en práctica su palabra de vida.
NOTAS
[1] El término indica una "convención literaria», una especie de
esquema que contiene un cierto número de elementos, en cierto orden, reconocidos
en todos los relatos utilizados (cf. J. L. SKA, «Our Fathers Have Told Us».
Introduction to the
Analysis of Hebrew Narratives, Roma 1990, 36-38; id., «Sincronia: l'analisi
narrativa», en H. SIMIAN-YOFRE (ed.), Metodologia dell'Antico testamento, Bologna
1995, 158-159).
[2] Cf. B. S. CHILDS, Exodus, OTL,
London 1974, 258-260, distingue dos tipos de relatos sobre la rebelión del
pueblo en el desierto: (a) sin castigo del Señor: las peticiones del pueblo son
naturales y legitimas (Ex 15, 22-27; 17, 1-7; Nm 20, 1-13); (b) con castigo del
Señor: las peticiones son menos racionales (Nm 11, 1-3; 17, 6-15; 21, 3-8). En
el segundo caso, encontramos muy a menudo otro esquema en cuatro etapas: (1)
murmuración del pueblo; (2) castigo divino; (3) intercesión de moisés; (4) fin
del castigo.
[3] Cf. J. L. SKA,
«Sincronia», 152.
233.
[4] Sobre la enigmática geografía de
estas primeras etapas en el desierto y su significado, cf. A. BONORA,
«Deserto», en Nuovo Dizionario di Teologia Biblica, Milano 1988, 386.
[5] RASHI DI TROYES,
Commento all'Esodo (ed. por S. J. SIERRA), Genova 1988, 126.
[6] Cf. S. WAGNER, «hry,
yârâh», Theologisches Wörterbuch zum Alten Testament, III, 909-916.
[7] Para B. S. CHILDS, Exodus,
266-267, el v. 25 formaría parte del texto original (J) y sólo el v. 26 sería
fruto del redactor deuteronomista que quería evidenciar la naturaleza de las
leyes con las que Israel había sido probado. En otros términos, para CHILDS el
documento (J) había ya interpretado la curación de las aguas como una forma de
«prueba» y había, además, creado la relación con YHWH como el que «cura» su
pueblo.
8 «Leyes» (o decretos) traducen la
palabra hebrea hok, plural hukkîm (de hakah, golpear, grabar, inscribir), que
indica una determinación, un estatuto, un decreto, una orden o regla (cf. Ex
18, 16. 20).
«Derecho» («normas») traduce la
palabra hebrea mishpat, de shafat, juzgar, designa el justo derecho de
cultivar, de establecer y restablecer (cf. Ex 21, 1).
[9] Cf. A. NEHER, L'esilio della parola. Del silencio bíblico al silencio de Auschwitz, Genova 1983, 141-142.
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