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La versión Biblia de Jerusalén 

Al final de cada capítulo encontrará el mismo pasaje
en la versión de la Biblia de Jerusalén


Capítulo 1
1:1
Y EN el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de el Altísimo por boca de Jeremías, excitó el Altísimo el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pasar pregón por todo su reino, y también por escrito, diciendo:
1:2
Así ha dicho Ciro rey de Persia: el Altísimo Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem, que está en Judá.
1:3
¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba á Jerusalem que está en Judá, y edifique la casa á el Altísimo Dios de Israel, (él es el Dios,) la cual está en Jerusalem.
1:4
Y á cualquiera que hubiere quedado de todos los lugares donde peregrinare, los hombres de su lugar le ayuden con plata, y oro, y hacienda, y con bestias; con dones voluntarios para la casa de Dios, la cuál está en Jerusalem.
1:5
Entonces se levantaron los cabezas de las familias de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y Levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir á edificar la casa de el Altísimo, la cual está en Jerusalem.
1:6
Y todos los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas preciosas, á más de lo que se ofreció voluntariamente.
1:7
Y el rey Ciro sacó los vasos de la casa de el Altísimo, que Nabucodonosor había traspasado de Jerusalem, y puesto en la casa de sus dioses.
1:8
Sacólos pues Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dió por cuenta á Sesbassar príncipe de Judá.
1:9
Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veinte y nueve cuchillos,
1:10
Treinta tazas de oro, cuatrocientas y diez otras tazas de plata, y mil otros vasos.
1:11
Todos los vasos de oro y de plata, cinco mil y cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbassar con los que subieron del cautiverio de Babilonia á Jerusalem.

Edicto de Ciro
2 Crónicas 36, 22-23

1:1 En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías,  el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, y este mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino:
1:2 "Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá.
1:3 Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, que su Dios lo acompañe y suba a Jerusalén, de Judá, para reconstruir la Casa del Señor,  el Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.
1:4 Que la población de cada lugar ayude a todos los que queden de ese pueblo, en cualquier parte donde residan, proporcionándoles plata, oro, bienes y ganado, como así también otras ofrendas voluntarias para la Casa del Dios que está en Jerusalén".
1:5 Entonces los jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos los que se sintieron movidos por Dios, se pusieron en camino para ir a reconstruir la Casa del Señor que está en Jerusalén.
1:6 Sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, bienes, ganado y gran cantidad de objetos preciosos, además de toda clase de ofrendas voluntarias.
1:7 El rey Ciro mandó tomar los utensilios de la Casa del Señor que Nabucodonosor había llevado desde Jerusalén y había depositado en el templo de su dios.
1:8 Ciro, rey de Persia, los puso en manos del tesorero Mitrídates, y este los contó para entregárselos a Sesbasar, el jefe de Judá.
1:9 El inventario fue el siguiente: copas de oro para la ofrenda: 30; de plata: 1.000; cuchillos: 29; 10 vasos de oro: 30; de plata: 410; otros utensilios: 1.000. 11 Total de los utensilios de oro y plata: 5.400. Todo esto se lo llevó Sesbasar, cuando se permitió a los deportados subir de Babilonia a Jerusalén.


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Capítulo 2

2:1
Y ESTOS son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigración que Nabucodonosor rey de Babilonia hizo traspasar á Babilonia, y que volvieron á Jerusalem y á Judá, cada uno á su ciudad:
2:2
Los cuales vinieron con Zorobabel, Jesuá, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardochêo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. La cuenta de los varones del pueblo de Israel:
2:3
Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos;
2:4
Los hijos de Sephatías, trescientos setenta y dos;
2:5
Los hijos de Ara, setecientos setenta y cinco;
2:6
Los hijos de Pahath-moab, de los hijos de Josué y de Joab, dos mil ochocientos y doce;
2:7
Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro;
2:8
Los hijos de Zattu, novecientos cuarenta y cinco;
2:9
Los hijos de Zachâi, setecientos y sesenta;
2:10
Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y dos;
2:11
Los hijos de Bebai, seiscientos veinte y tres;
2:12
Los hijos de Azgad, mil doscientos veinte y dos;
2:13
Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis;
2:14
Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis;
2:15
Los hijos de Adin, cuatrocientos cincuenta y cuatro;
2:16
Los hijos de Ater, de Ezechîas, noventa y ocho;
2:17
Los hijos de Besai, trescientos veinte y tres;
2:18
Los hijos de Jora, ciento y doce;
2:19
Los hijos de Hasum, doscientos veinte y tres;
2:20
Los hijos de Gibbar, noventa y cinco;
2:21
Los hijos de Beth-lehem, ciento veinte y tres;
2:22
Los varones de Nethopha, cincuenta y seis;
2:23
Los varones de Anathoth, ciento veinte y ocho;
2:24
Los hijos de Asmeveth, cuarenta y dos;
2:25
Los hijos de Chîriath-jearim, Cephira, y Beeroth, setecientos cuarenta y tres;
2:26
Los hijos de Rama y Gabaa, seiscientos veinte y uno;
2:27
Los varones de Michmas, ciento veinte y dos;
2:28
Los varones de Beth-el y Hai, doscientos veinte y tres;
2:29
Los hijos de Nebo, cincuenta y dos;
2:30
Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis;
2:31
Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro;
2:32
Los hijos de Harim, trescientos y veinte;
2:33
Los hijos de Lod, Hadid, y Ono, setecientos veinte y cinco;
2:34
Los hijos de de Jericó, trescientos cuarenta y cinco;
2:35
Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos y treinta;
2:36
Los sacerdotes: los hijos de Jedaía, de la casa de Jesuá, novecientos setenta y tres;
2:37
Los hijos de Immer, mil cincuenta y dos;
2:38
Los hijos de Pashur, mil doscientos cuarenta y siete;
2:39
Los hijos de Harim, mil diez y siete.
2:40
Los Levitas: los hijos de Jesuá y de Cadmiel, de los hijos de Odovías, setenta y cuatro.
2:41
Los cantores: los hijos de Asaph, ciento veinte y ocho.
2:42
Los hijos de los porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Accub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; en todos, ciento treinta y nueve.
2:43
Los Nethineos: los hijos de Siha, los hijos de Hasupha, los hijos de Thabaoth,
2:44
Los hijos de Chêros, los hijos de Siaa, los hijos de Phadón;
2:45
Los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Accub;
2:46
Los hijos de Hagab, los hijos de Samlai, los hijos de Hanán;
2:47
los hijos de Giddel, los hijos de Gaher, los hijos de Reaía;
2:48
Los hijos de Resin, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam;
2:49
Los hijos de Uzza, los hijos de Phasea, los hijos de Besai;
2:50
Los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de Nephusim;
2:51
Los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacusa, los hijos de Harhur;
2:52
Los hijos de Basluth, los hijos de Mehida, los hijos de Harsa;
2:53
Los hijos de Barcos, los hijos de Sisera, los hijos de Thema;
2:54
Los hijos de Nesía, los hijos de Hatipha.
2:55
Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Sophereth, los hijos de Peruda;
2:56
Los hijos de Jaala, lo hijos de Darcón, los hijos de Giddel;
2:57
Los hijos de Sephatías, los hijos de Hatil, los hijos de Phochêreth-hassebaim, los hijos de Ami.
2:58
Todos los Nethineos, é hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos.
2:59
Y estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Chêrub, Addan, é Immer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel.
2:60
Los hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos.
2:61
Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Abaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzillai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzillai Galaadita, y fué llamado del nombre de ellas.
2:62
Estos buscaron su registro de genealogías, y no fué hallado; y fueron echados del sacerdocio.
2:63
Y el Tirsatha les dijo que no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Thummim.
2:64
Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos y sesenta,
2:65
Sin sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete: y tenían doscientos cantores y cantoras.
2:66
Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y cinco;
2:67
Sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos y veinte.
2:68
Y algunos de los cabezas de los padres, cuando vinieron á la casa de el Altísimo la cual estaba en Jerusalem, ofrecieron voluntariamente para la casa de Dios, para levantarla en su asiento.
2:69
Según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, y cinco mil libras de plata, y cien túnicas sacerdotales.
2:70
Y habitaron los sacerdotes, y los Levitas, y los del pueblo, y los cantores, y los porteros y los Nethineos, en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades.


La lista de los repatriados con Zorobabel
Nehemías 7, 4-68

2:1 Estas son las personas de la provincia que regresaron de la cautividad en el exilio, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad, después de haber sido deportadas a Babilonia por el rey Nabucodonosor.
2:2 Los que llegaron con Zorobabel fueron Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rejúm y Baaná. El número de la gente del pueblo fue el siguiente:
2:3 los hijos de Paros: 2.172;
2:4 los hijos de Sefatías: 372;
2:5 los hijos de Araj: 775;
2:6 los hijos de Pajat Moab, es decir, los hijos de Josué y de Joab: 2.812;
2:7 los hijos de Elám: 1.254;
2:8 los hijos de Zatú: 945;
2:9 los hijos de Sacai: 760; 
2:10 los hijos de Baní: 642; 
2:11 los hijos de Bebai: 623;
2:12 los hijos de Azgad: 1.222; 
2:13 los hijos de Adonicám: 666; 
2:14 los hijos de Bigvai: 2.056; 
2:15 los hijos de Adín: 454;
2:16 los hijos de Ater, es decir, de Ezequías: 98; 
2:17 los hijos de Besai: 323; 
2:18 los hijos de Iorá: 112; 
2:19 los hijos de Jasú: 223; 
2:20 los hijos de Guibar: 95;
2:21 los hijos de Belén: 123;
2:22 los hombres de Netofá: 56; 
2:23 los hombres de Anatot: 128;
2:24 los hijos de Bet Azmávet: 42; 
2:25 los hijos de Quiriat Iearim, de Queefirá y de Beerot: 743; 
2:26 los hijos de Haramá y de Gueba: 621;
2:27 los hombres de Micmás: 122; 
2:28 los hombres de Betel y de Ai: 223; 
2:29 los hijos de Nebo: 52; 
2:30 los hijos de Magbís: 156;
2:31 los hijos del otro Elám: 1.254; 
2:32 los hijos de Jarím: 320; 
2:33 los hijos de Lot, de Jadí y de Onó: 725; 
2:34 los hijos de Jericó: 345;
2:35 los hijos de Senaá: 3.630.
2:36 Sacerdotes: los hijos de Iedaías, de la casa de Josué: 973;
2:37 los hijos de Imer: 1.052; 
2:38 los hijos de Pasjur: 1.247; 
2:39 los hijos de Jarím: 1.017.
2:40 Levitas: los hijos de Josué, es decir, de Cadmiel y los hijos de Hodavías: 74.
2:41 Cantores: los hijos de Asaf: 128. 
2:42 Porteros: los hijos de Salúm, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Jatitá, los hijos de Sobai: en total, 139.
2:43 Empleados del Templo: los hijos de Sijá, los hijos de Jasufá, los hijos de Tabaot, 
2:44 los hijos de Querós, los hijos de Siaá, los hijos de Padón,
2:45 los hijos de Levaná, los hijos de Jagabá, los hijos de Acub,
2:46 los hijos de Jagab, los hijos de Salmai, los hijos de Janán,
2:47 los hijos de Guidel, los hijos de Gajar, los hijos de Reaías,
2:48 los hijos de Resín, los hijos de Necodá, los hijos de Gazám,
2:49 los hijos de Uzá, los hijos de Paséaj, los hijos de Besai,
2:50 los hijos de Asná, los hijos de los meunitas, los hijos de los nefusitas, 
2:51 los hijos de Bacbuc, los hijos de Jacufá, los hijos de Jarjur,
2:52 los hijos de Baslut, los hijos de Mejidá, los hijos de Jarsá,
2:53 los hijos de Barcós, los hijos de Sisrá, los hijos de Témaj, 
2:54 los hijos de Nesíaj, los hijos de Jatifá.
2:55 Hijos de los servidores de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soféret, los hijos de Perudá, 
2:56 los hijos de Iaalá, los hijos de Darcón, los hijos de Guidel, 
2:57 los hijos de Sefatías, los hijos de Jatil, los hijos de Poquéret Sebaim, los hijos de Amí. 
2:58 El total de los empleados del Templo y de los hijos de los servidores de Salomón: 392.
2:59 Los que volvieron de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adán e Imer, y que no pudieron probar si su familia y su estirpe eran de origen israelita, fueron los siguientes: 
2:60 los hijos de Delaías, los hijos de Tobías, los hijos de Necodá: 652. 
2:61 Y entre los sacerdotes: los hijos de Hobaías, los hijos de Hacós y los hijos de Barzilai, que se había casado con una de las hijas de Barzilai, el galaadita y adoptó el nombre de este. 
2:62 Ellos buscaron la lista de sus antepasados, pero no la encontraron, y por eso se los excluyó del sacerdocio, como ilegítimos, 
2:63 y el gobernador les prohibió comer de las ofrendas sagradas, hasta que un sacerdote consultara a Dios por medio del Urím y el Tumín.  
2:64 El conjunto ascendía a 42.360 personas,
2:65 sin contar sus esclavos y esclavas, que eran 7.337. Había también 200 cantores y cantoras, 
2:66 y tenían 736 caballos, 245 mulas, 
2:67 435 camellos y 6.720 asnos.
2:68 Al llegar a la casa del Señor que está en Jerusalén, algunos jefes de familia hicieron ofrendas voluntarias para la Casa del Señor, a fin de que fuera erigida en el mismo lugar donde había estado. 
2:69 Según sus posibilidades, entregaron al tesoro del culto 61.000 dracmas de oro, 5.000 minas de plata y 100 túnicas sacerdotales.
2:70 Los sacerdotes, los levitas y una parte del pueblo se establecieron en Jerusalén; 
los cantores, los porteros, los empleados del Templo y todos los otros israelitas se instalaron en sus respectivas ciudades.


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Capítulo 3

3:1
Y LLEGADO el mes séptimo, y ya los hijos de Israel en las ciudades, juntóse el pueblo como un solo hombre en Jerusalem.
3:2
Entonces se levantó Jesuá hijo de Josadec, y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Sealthiel, y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios.
3:3
Y asentaron el altar sobre sus basas, bien que tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos á el Altísimo, holocaustos á la mañana y á la tarde.
3:4
Hicieron asimismo la solemnidad de las cabañas, como está escrito, y holocaustos cada día por cuenta, conforme al rito, cada cosa en su día;
3:5
Y á más de esto, el holocausto continuo, y las nuevas lunas, y todas las fiestas santificadas de el Altísimo, y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda voluntaria á Jehova.
3:6
Desde el primer día del mes séptimo comenzaron á ofrecer holocaustos á el Altísimo; mas el templo de el Altísimo no estaba aún fundado.
3:7
Y dieron dinero á los carpinteros y oficiales; asimismo comida y bebida y aceite á los Sidonios y Tirios, para que trajesen madera de cedro del Líbano á la mar de Joppe, conforme á la voluntad de Ciro rey de Persia acerca de esto.
3:8
Y en el año segundo de su venida á la casa de Dios en Jerusalem, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Sealthiel, y Jesuá hijo de Josadec, y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los Levitas, y todos los que habían venido de la cautividad á Jerusalem; y pusieron á los Levitas de veinte años arriba para que tuviesen cargo de la obra de la casa de el Altísimo.
3:9
Jesuá también, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para dar priesa á los que hacían la obra en la casa de Dios: los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, Levitas.
3:10
Y cuando los albañiles del templo de el Altísimo echaban los cimientos, pusieron á los sacerdotes vestidos de sus ropas, con trompetas, y á Levitas hijos de Asaph con címbalos, para que alabasen á el Altísimo, según ordenanza de David rey de Israel.
3:11
Y cantaban, alabando y confesando á el Altísimo, y decían: Porque es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con grande júbilo, alabando á el Altísimo, porque á la casa de el Altísimo se echaba el cimiento.
3:12
Y muchos de los sacerdotes y de los Levitas y de los cabezas de los padres, ancianos que habían visto la casa primera, viendo fundar esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.
3:13
Y no podía discernir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro del pueblo: porque clamaba el pueblo con grande júbilo, y oíase el ruido hasta de lejos.


CAPÍTULO 3

La reconstrucción del altar y la restauración del culto
3:
1 Cuando llegó el séptimo mes, los israelitas ya estaban en sus respectivas ciudades y todo el pueblo se congregó en Jerusalén como un solo hombre. 
3:2 Entonces Josué, hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Sealtiel, con sus hermanos, reconstruyeron el altar
 del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la Ley de Moisés, el hombre de Dios.
3:3 Erigieron el altar en el mismo lugar donde había estado, a pesar del temor que les inspiraban los habitantes del país, y ofrecieron sobre él holocaustos al Señor, los holocaustos de la mañana y de la tarde.
3:4 También celebraron la fiesta de las Chozas, como está prescrito, ofreciendo diariamente el número de holocaustos fijado para cada día.  
3:5 Después ofrecieron el holocausto perpetuo y los holocaustos de los sábados, de los novilunios y de todas las solemnidades dedicadas al Señor, además de lo que cada uno quería ofrecer voluntariamente al Señor.
3:6 Desde el primer día del séptimo mes, se comenzó a ofrecer holocaustos al Señor, cuando todavía no se habían puesto los cimientos del Templo del Señor.
3:7 Entonces se entregó dinero a los que tallaban la piedra y a los carpinteros, y se mandaron víveres, bebidas y aceite a los sidonios y a los tirios para que enviaran por mar a Jope maderas de cedro del Líbano, conforme a la autorización otorgada por Ciro, rey de Persia.

La colocación de los cimientos del nuevo Templo
3:
8 El segundo año de su llegada al Templo de Dios en Jerusalén, en el segundo mes, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Josadac, con el resto de sus hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos los que habían vuelto del exilio a Jerusalén, comenzaron la obra y designaron a algunos levitas mayores de veinte años para que dirigieran los trabajos de la Casa del Señor.
3:9 Josué, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, y los hijos de Hodavías, se pusieron a dirigir todos juntos a los que trabajaban en la construcción de la Casa de Dios, y lo mismo hicieron los hijos de Jenadad, con sus hijos y sus hermanos los levitas.
3:10 Una vez que los constructores pusieron los cimientos del Templo del Señor, se presentaron los sacerdotes, revestidos y con trompetas, y también los levitas, hijos de Asaf, con sus címbalos, para alabar al Señor, según lo establecido por David, rey de Israel. 
3:11 Ellos cantaban al Señor, alabándolo y dándole gracias: "Porque él es bueno, porque es eterno su amor hacia Israel". 
Y todo el pueblo prorrumpía en grandes aclamaciones, alabando al Señor, porque se ponían los cimientos de la Casa del Señor.
3:12 Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia, ya ancianos, que habían visto el primer Templo,  prorrumpieron en llanto, mientras veían poner los cimientos del nuevo; pero muchos otros proferían aclamaciones de júbilo.
3:13 No se podía distinguir entre las aclamaciones de júbilo y el llanto de la gente, porque las aclamaciones del pueblo eran tan grandes que se oían desde lejos.



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Capítulo 4

4:1
Y OYENDO los enemigos de Judá y de Benjamín, que los venidos de la cautividad edificaban el templo de el Altísimo Dios de Israel,
4:2
Llegáronse á Zorobabel, y á los cabezas de los padres, y dijéronles: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscaremos á vuestro Dios, y á él sacrificamos desde los días de Esar-haddón rey de Asiria, que nos hizo subir aquí.
4:3
Y dijóles Zorobabel, y Jesuá, y los demás cabezas de los padres de Israel: No nos conviene edificar con vosotros casa á nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos á el Altísimo Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.
4:4
Mas el pueblo de la tierra debilitaba las manos del pueblo de Judá, y los arredraban de edificar.
4:5
Cohecharon además contra ellos consejeros para disipar su consejo, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia.
4:6
Y en el reinado de Assuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los moradores de Judá y de Jerusalem.
4:7
Y en días de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel, y los demás sus compañeros, escribieron á Artajerjes rey de Persia; y la escritura de la carta estaba hecha en siriaco, y declarada en siriaco.
4:8
Rehum canciller, y Simsai secretario, escribieron una carta contra Jerusalem al rey Artajerjes, como se sigue.
4:9
Entonces Rehum canciller, y Simsai secretario, y los demás sus compañeros, los Dineos, y los Apharsathachêos, Thepharleos, Apharseos, los Erchûeos, los Babilonios, Susaschêos, Dieveos, y Elamitas;
4:10
Y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnappar trasportó, é hizo habitar en las ciudades de Samaria, y los demás de la otra parte del río, etcétera, escribieron.
4:11
Este es el traslado de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes: Tus siervos de otra la parte del río, etcétera.
4:12
Sea notorio al rey, que los Judíos que subieron de tí á nosotros, vinieron á Jerusalem; y edifican la ciudad rebelde y mala, y han erigido los muros; y compuesto los fundamentos.
4:13
Ahora, notorio sea al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren establecidos, el tributo, pecho, y rentas no darán, y el catastro de lo reyes será menoscabado.
4:14
Ya pues que estamos mantenidos de palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey: hemos enviado por tanto, y hécho lo saber al rey,
4:15
Para que busque en el libro de las historias de nuestros padres; y hallarás en el libro de las historias, y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial á los reyes y á las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones; por lo que esta ciudad fué destruída.
4:16
Hacemos saber al rey, que si esta ciudad fuere edificada, y erigidos sus muros, la parte allá del río no será tuya.
4:17
El rey envió esta respuesta á Rehum canciller, y á Simsai secretario, y á los demás sus compañeros que habitan en Samaria, y á los demás de la parte allá del río: Paz, etc.
4:18
La carta que nos enviasteis claramente fué leída delante de mí.
4:19
Y por mí fué dado mandamiento, y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes, y se rebela, y se forma en ella sedición:
4:20
Y que reyes fuertes hubo en Jerusalem, quienes señorearon en todo lo que está á la parte allá del río; y que tributo, y pecho, y rentas se les daba.
4:21
Ahora pues dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad edificada, hasta que por mí sea dado mandamiento.
4:22
Y mirad bien que no hagáis error en esto: ¿por qué habrá de crecer el daño para perjuicio de los reyes?
4:23
Entonces, cuando el traslado de la carta del rey Artajerjes fué leído delante de Rehum, y de Simsai secretario, y sus compañeros, fueron prestamente á Jerusalem á los Judíos, é hiciéronles cesar con poder y fuerza.
4:24
Cesó entonces la obra de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalem: y cesó hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia.


CAPÍTULO 4

La oposición de los samaritanos a la reconstrucción del Templo
4:
1 Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín se enteraron de que los antiguos exiliados estaban construyendo un Templo para el Señor, el Dios de Israel, 
4:2 se presentaron a Zorobabel, a Josué y a los jefes de familia, y les dijeron: "Permítannos edificar junto con ustedes, porque también nosotros buscamos al mismo Dios y le ofrecemos sacrificios, desde que Asharadón, rey de Asiria, nos trajo aquí". 
4:3 Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia israelitas les respondieron: "No podemos edificar junto con ustedes una Casa para nuestro Dios: la edificaremos nosotros solos para el Señor, el Dios de Israel, como lo ordenó Ciro, rey de Persia".
4:4 Entonces la gente del país, empezó a desanimar y a atemorizar al pueblo de Judá, para que no siguiera edificando. 
4:5 Incluso, sobornaron contra ellos a algunos consejeros, para hacer fracasar el proyecto, y lo consiguieron durante todo el tiempo de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
Correspondencia entre los samaritanos y el rey Artajerjes
4:6 Al comienzo del reinado de Jerjes, ellos presentaron por escrito una denuncia contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.
4:7 Y en tiempos de Artajerjes, Bislán, Mitrídates, Tabeel y sus otros colegas, le escribieron al mismo Artajerjes, rey de Persia. El texto del documento estaba redactado en arameo y traducido.
4:8 El gobernador Rejúm y el secretario Simsai escribieron al rey Artajerjes una carta contra Jerusalén, en estos términos: 
4:9 "Rejúm, el gobernador, Simsai, el secretario, y sus demás colegas; los jueces y los legados, funcionarios persas; la gente de Uruc, de Babilonia y de Susa —es decir, los elamitas— 
4:10 y los demás pueblos que el gran Asurbanipal desterró y estableció en las ciudades de Samaría y en la región que está de este lado del Éufrates..."
4:11 Y esta es la copia de la carta que le enviaron: "Al rey Artajerjes, tus servidores, los habitantes de este lado del Éufrates, etc. 
4:12 El rey ha de saber que los judíos que estaban a tu lado y llegaron a Jerusalén están reconstruyendo esta ciudad rebelde y perversa: tratan de restaurar sus murallas y reparan sus cimientos. 
4:13 Sepa bien el rey que si se reconstruye esta ciudad y se levantan sus murallas, ya no se pagarán impuestos, contribuciones ni derechos de peaje, y que al fin de cuentas, esta ciudad perjudicará a los reyes.
4:14 Ahora bien, a nosotros que somos vasallos aliados de la casa real, nos resulta intolerable que se haga esta afrenta al rey. Por eso enviamos al rey estas informaciones,
4:15 a fin de que se investigue en los Anales de tus predecesores. En ellos comprobarás que esta es una ciudad rebelde, perjudicial para los reyes y las provincias; y que en ella se han fomentado insurrecciones desde los tiempos más remotos. Por ese motivo fue destruida. 
4:16 Hacemos saber al rey que si se reconstruye esta ciudad y se restauran sus murallas, muy pronto ya no tendrás ninguna posesión de este lado del Éufrates".
4:17 El rey envió esta respuesta: "A Rejúm, gobernador, a Simsai, secretario, y a los demás colegas residentes en Samaría y en toda la región que está del otro lado del Éufrates, paz, etc. 
4:18 El documento que ustedes nos enviaron ha sido leído en su traducción, delante de mí. 
4:19 Di orden de que se investigara, y se ha comprobado que esa ciudad se ha sublevado contra los reyes desde los tiempos más remotos y que en ella se han producido revueltas e insurrecciones. 
4:20 Hubo en Jerusalén reyes poderosos que llegaron a dominar toda la región que está del otro lado del Éufrates, y a los cuales se pagaban impuestos, contribuciones y derechos de peaje.
4:21 Manden, por lo tanto, que se interrumpan los trabajos de esa gente y que esa ciudad no sea reconstruida hasta nueva orden. 
4:22 Actúen diligentemente en este asunto, no sea que aumente el mal en perjuicio de los reyes".
4:23 Apenas la copia del documento del rey Artajerjes fue leída delante del gobernador Rejúm, del secretario Simsai, y de sus colegas, ellos partieron rápidamente hacia Jerusalén, donde estaban los judíos, y por la fuerza de las armas, les obligaron a suspender los trabajos. 
4:24 Así fueron interrumpidas las obras de la Casa de Dios en Jerusalén, y quedaron suspendidas hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.


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Capítulo 5

5:1
Y PROFETIZARON Haggeo profeta, y Zacarías hijo de Iddo, profetas, á los Judíos que estaba en Judá y en Jerusalem yendo en nombre del Dios de Israel á ellos.
5:2
Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Sealthiel, y Jesuá hijo de Josadec; y comenzaron á edificar la casa de Dios que estaba en Jerusalem; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban.
5:3
En aquel tiempo vino á ellos Tatnai, capitán de la parte allá del río, y Setharboznai y sus compañeros, y dijéronles así: ¿Quién os dió mandamiento para edificar esta casa, y restablecer estos muros?
5:4
Entonces les dijimos en orden á esto cuáles eran los nombres de los varones que edificaban este edificio.
5:5
Mas los ojos de su Dios fueron sobre los ancianos de los Judíos, y no les hicieron cesar hasta que el negocio viniese á Darío: y entonces respondieron por carta sobre esto.
5:6
Traslado de la carta que Tatnai, capitán de la parte allá del río, y Sethar-boznai, y sus compañeros los Apharsachêos, que estaban á la parte allá del río, enviaron al rey Darío.
5:7
Enviáronle carta, y de esta manera estaba escrito en ella. Al rey Darío toda paz.
5:8
Sea notorio al rey, que fuimos á la provincia de Judea, á la casa del gran Dios, la cual se edifica de piedra de mármol; y los maderos son puestos en las paredes, y la obra se hace apriesa, y prospera en sus manos.
5:9
Entonces preguntamos á los ancianos, diciéndoles así: ¿Quién os dió mandameinto para edificar esta casa, y para restablecer estos muros?
5:10
Y también les preguntamos sus nombres para hacértelo saber, para escribir te los nombres de los varones que estaban por cabezas de ellos.
5:11
Y respondiéronnos, diciendo así: Nosotros somos siervos de Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y fundó el gran rey de Israel.
5:12
Mas después que nuestros padres ensañaron al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, Caldeo, el cual destruyó esta casa, é hizo trasportar el pueblo á Babilonia.
5:13
Empero el primer año de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dió mandamiento para que esta casa de Dios fuese edificada.
5:14
Y también los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalem, y los había metido en el templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados á Sesbassar, al cual había puesto por gobernador;
5:15
Y le dijo: Toma estos vasos, ve y ponlos en el templo que está en Jerusalem; y la casa de Dios sea edificada en su lugar.
5:16
Entonces este Sesbassar vino, y puso los fundamentos de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, y desde entonces hasta ahora se edifica, y aun no está acabada.
5:17
Y ahora, si al rey parece bien, búsquese en la casa de los tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es así que por el rey Ciro había sido dado mandamiento para edificar esta casa de Dios en Jerusalem, y envíenos á decir la voluntad del rey sobre esto.


CAPÍTULO 5

La reanudación de las obras del Templo
5:
1 Entonces el profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Idó, comenzaron a profetizar a los judíos de Judea y de Jerusalén, en nombre del Dios de Israel que velaba sobre ellos.
5:2 Al oírlos, Zorobabel,  hijo de Sealtiel, y Josué,  hijo de Josadac, se decidieron a reanudar la construcción de la Casa de Dios que está en Jerusalén, acompañados por los profetas de Dios que los apoyaban.
5:3 En ese mismo tiempo, Tatnai, gobernador de la región de este lado del Éufrates, Setar Boznai y sus colegas fueron a verlos y les preguntaron: "¿Quién les dio la orden de edificar esta Casa y de restaurar este Santuario?"
5:4 Y añadieron: "¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?"
5:5 Pero Dios tenía puesta su mirada sobre los ancianos de los judíos, y no se los obligó a suspender los trabajos, hasta tanto se hiciera llegar un informe a Darío y se recibiera una respuesta oficial acerca de este asunto.

Informe del gobernador al rey Darío
5:
6 Esta es la copia de la carta que Tatnai, gobernador de la región de este lado del Éufrates, Setar Boznai, y sus colegas, los legados de la región de este lado del Éufrates, enviaron al rey Darío. 
5:7 Ellos le enviaron un informe en estos términos: "Al rey Darío, paz.
5:8 Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa del gran Dios. Se la está reconstruyendo con bloques de piedra, y sus muros son revestidos de madera. El trabajo se hace con mucho empeño y adelanta rápidamente.
5:9 Hemos interrogado a los ancianos, diciéndoles: '¿Quién les dio la orden de edificar esta Casa y de restaurar este Santuario?'
5:10 Además, les hemos preguntado cómo se llamaban, para hacértelo saber, y hemos consignado por escrito los nombres de los que están al frente. 
5:11 Ellos nos respondieron: 'Nosotros somos los servidores del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reconstruyendo la Casa que fue construida hace ya muchos años. Un gran rey de Israel comenzó a construirla y la concluyó. 
5:12 Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, que destruyó esta Casa y deportó al pueblo a Babilonia. 
5:13 Sin embargo, Ciro, rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, autorizó la reconstrucción de esta Casa de Dios. 
5:14 Además, el rey Ciro hizo retirar del templo de Babilonia los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del Templo de Jerusalén y llevado al de Babilonia. Luego esos utensilios fueron devueltos a un tal Sesbasar, al que el rey Ciro nombró comisionado.
5:15 Él le dijo: Toma estos utensilios, ve a depositarlos en el Templo de Jerusalén, y que la Casa de Dios sea reconstruida en el mismo sitio. 
5:16 Entonces vino Sesbasar y puso los cimientos de la Casa de Dios que está en Jerusalén; desde ese momento hasta ahora se ha continuado la construcción, pero todavía no se ha terminado'.
5:17 Ahora, si al rey le parece conveniente, que se investigue en los archivos reales de Babilonia si es verdad que el rey Ciro dio la orden de reconstruir esta Casa de Dios en Jerusalén. Luego, que el rey nos envíe su decisión acerca de este asunto".



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Capítulo 6

6:1
ENTONCES el rey Darío dió mandamiento, y buscaron en la casa de los libros, donde guardaban los tesoros allí en Babilonia.
6:2
Y fué hallado en Achmetta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro, dentro del cual estaba escrito así: Memoria:
6:3
En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dió mandamiento acerca de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, que fuese la casa edificada para lugar en que sacrifiquen sacrificios, y que sus paredes fuesen cubiertas; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura;
6:4
Los órdenes, tres de piedra de mármol, y un orden de madera nueva y que el gasto sea dado de la casa del rey.
6:5
Y también los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalem y los pasó á Babilonia, sean devueltos y vayan al templo que está en Jerusalem, á su lugar, y sean puestos en la casa de Dios.
6:6
Ahora pues, Tatnai, jefe del lado allá del río, Sethar-boznai, y sus compañeros los Apharsachêos que estáis á la otra parte del río, apartaos de ahí.
6:7
Dejad la obra de la casa de este Dios al principal de los Judíos, y á sus ancianos, para que edifiquen la casa de este Dios en su lugar.
6:8
Y por mí es dado mandamiento de lo que habéis de hacer con los ancianos de estos Judíos, para edificar la casa de este Dios: que de la hacienda del rey, que tiene del tributo de la parte allá del río, los gastos sean dados luego á aquellos varones, para que no cesen.
6:9
Y lo que fuere necesario, becerros y carneros y corderos, para holucaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme á lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalem, déseles cada un día sin obstáculo alguno;
6:10
Para que ofrezcan olores de holganza al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos.
6:11
También es dado por mí mandamiento, que cualquiera que mudare este decreto, sea derribado un madero de su casa, y enhiesto, sea colgado en él: y su casa sea hecha muladar por esto.
6:12
Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya todo rey y pueblo que pusiere su mano para mudar ó destruir esta casa de Dios, la cual está en Jerusalem. Yo Darío puse el decreto: sea hecho prestamente.
6:13
Entonces Tatnai, gobernador del otro lado del río, y Sethar-boznai, y sus compañeros, hicieron prestamente según el rey Darío había enviado.
6:14
Y los ancianos de los Judíos edificaban y prosperaban, conforme á la profecía de Haggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron pues, y acabaron, por el mandamiento del Dios de Israel, y por el mandamiento de Ciro, y de Darío, y de Artajerjes rey de Persia.
6:15
Y esta casa fué acabada al tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío.
6:16
Y los hijos de Israel, los sacerdotes y los Levitas, y los demás que habían venido de la trasportación, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo.
6:17
Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos; y machos de cabrío en expiación por todo Israel, doce, conforme al número de las tribus de Israel.
6:18
Y pusieron á los sacerdotes en sus clases, y á los Levitas en sus divisiones, sobre la obra de Dios que está en Jerusalem, conforme á lo escrito en el libro de Moisés.
6:19
Y los de la transmigración hicieron la pascua á los catorce del mes primero.
6:20
Porque los sacerdotes y los Levitas se habían purificado á una; todos fueron limpios: y sacrificaron la pascua por todos los de la transmigración, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos.
6:21
Y comieron los hijos de Israel que habían vuelto de la transmigración, y todos los que se habían apartado á ellos de la inmundicia de las gentes de la tierra, para buscar á el Altísimo Dios de Israel.
6:22
Y celebraron la solemnidad de los panes ázimos siete días con regocijo, por cuanto el Altísimo los había alegrado, y convertido el corazón del rey de Asiria á ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.


CAPÍTULO 6

La respuesta del rey Darío al gobernador
6:
1 Entonces, por orden del rey Darío, se hicieron investigaciones en los archivos de la tesorería de Babilonia, 
6:2 y se encontró en Ecbátana, la fortaleza situada en la provincia de los medos, un rollo redactado en estos términos: "Memorándum: 
6:3 El primer año de su reinado, el rey Ciro dio esta orden acerca de la Casa de Dios en Jerusalén. La Casa será reconstruida como lugar en el que se ofrecen sacrificios, y serán puestos sus cimientos. Tendrá treinta metros de alto por treinta de ancho, 
6:4 y habrá tres hileras de bloques de piedra y una de madera. Los gastos correrán por cuenta de la casa real. 
6:5 Además, serán restituidos los utensilios de oro y de plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del Templo de Jerusalén y llevó a Babilonia, para que todo vuelva a ocupar su lugar en el Templo de Jerusalén y sea depositado nuevamente en la Casa de Dios".
6:6 "Por lo tanto, ustedes, Tatnai, gobernador de la región del otro lado del Éufrates, Setar Boznai y todos sus colegas, los legados de la región del otro lado del Éufrates, no intervengan en este asunto. 
6:7 Dejen trabajar en esa Casa de Dios al comisionado de Judea y a los ancianos de los judíos. Que se reconstruya esa Casa de Dios en el mismo sitio. 
6:8 Estas son mis órdenes acerca de la conducta que ustedes deben observar frente a los ancianos de los judíos, para la reconstrucción de esa Casa de Dios: los gastos que ellos hagan serán pagados totalmente y sin interrupción de los fondos reales, utilizando los impuestos percibidos en la región del otro lado del Éufrates. 
6:9 También se les entregará sin falta, cada día, lo necesario para los holocaustos del Dios del Cielo —novillos, carneros, corderos, trigo, sal, vino y aceite— según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén,
6:10 para que ellos ofrezcan al Dios del cielo sacrificios de aroma agradable y rueguen por la vida del rey y de sus hijos. 
6:11 Yo ordeno asimismo: Si alguien no cumple este edicto, se arrancará una viga de su casa y se lo ajusticiará sobre ella. Luego, se reducirá su casa a un montón de escombros, a causa de este delito. 
6:12 ¡Que el Dios que ha establecido allí su Nombre destruya a cualquier rey o pueblo que intente transgredir esta orden, destruyendo esa Casa de Dios que está en Jerusalén! Yo, Darío, he promulgado este decreto. Que sea cumplido estrictamente".

La conclusión y Dedicación del Templo
6:
13 Entonces Tatnai, gobernador de la región del otro lado del Éufrates, Setar Boznai y sus colegas, cumplieron estrictamente las instrucciones enviadas por el rey Darío. 
6:14 Los ancianos de los judíos llevaron adelante la obra, bajo el impulso del profeta Ageo y de Zacarías, hijo de Idó. Así terminaron la construcción, conforme a la orden del Dios de Israel y a los decretos de Ciro y Darío. 
6:15 La Casa fue concluida el día veintitrés del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío. 
6:16 Todos los israelitas —los sacerdotes, los levitas, y el resto de los repatriados— celebraron alegremente la Dedicación de esta Casa de Dios. 
6:17 Para su Dedicación, ofrecieron cien novillos, doscientos carneros y cuatrocientos corderos. Además, ofrecieron doce chivos, según el número de las tribus de Israel, como sacrificio por el pecado de todo el pueblo. 
6:18 Después establecieron a los sacerdotes según sus categorías y a los levitas según sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de Moisés.

La celebración de la Pascua 
6:
19 Los repatriados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes. 
6:20 Como todos los levitas se habían purificado, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los que habían vuelto del destierro, para sus hermanos los sacerdotes y para ellos mismos. 
6:21 Comieron la víctima pascual los israelitas que habían vuelto del destierro y todos los que habían renunciado a la impureza de la gente del país y se habían unido a ellos para buscar al Señor, el Dios de Israel. 
6:22 Durante siete días celebraron alegremente la fiesta de los Ácimos, porque el Señor los había llenado de gozo haciendo cambiar la actitud del rey de Asiria hacia ellos, a fin de fortalecer sus manos en los trabajos de la Casa de Dios, el Dios de Israel.



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Capítulo 7

7:1
PASADAS estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras, hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías,
7:2
Hijo de Sallum, hijo de Sadoc, hijo de Achîtob,
7:3
Hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraioth,
7:4
Hijo de Zeraías, hijo de Uzzi, hijo de Bucci,
7:5
Hijo de Abisue, hijo de Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote:
7:6
Este Esdras subió de Banilonia, el cual era escriba diligente en la ley de Moisés, que el Altísimo Dios de Israel había dado; y concedióle el rey, según la mano de el Altísimo su Dios sobre él, todo lo que pidió.
7:7
Y subieron con él á Jerusalem de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, y Levitas, y cantores, y porteros, y Nethineos, en el séptimo año del rey Artajerjes.
7:8
Y llegó á Jerusalem en el mes quinto, el año séptimo del rey.
7:9
Porque el día primero del primer mes fué el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó á Jerusalem, según la buena mano de su Dios sobre él
7:10
Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de el Altísimo, y para hacer y enseñar á Israel mandamientos y juicios.
7:11
Y este es el traslado de la carta que dió el rey Artajerjes á Esdras, sacerdote escriba, escriba de las palabras mandadas de el Altísimo, y de sus estatutos á Israel:
7:12
Artajerjes, rey de los reyes, á Esdras sacerdote, escriba perfecto de la ley del Dios del cielo: Salud, etc.
7:13
Por mí es dado mandamiento, que cualquiera que quisiere en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y Levitas, ir contigo á Jerusalem, vaya.
7:14
Porque de parte del rey y de sus siete consultores eres enviado á visitar á Judea y á Jerusalem, conforme á la ley de tu Dios que está en tu mano;
7:15
Y á llevar la plata y el oro que el rey y sus consultores voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalem;
7:16
Y toda la plata y el oro que hallares en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes, que de su voluntad ofrecieren para la casa de su Dios que está en Jerusalem.
7:17
Comprarás pues prestamente con esta plata becerros, carneros, corderos, con sus presentes y sus libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios que está en Jerusalem.
7:18
Y lo que á ti y á tus hermanos pluguiere hacer de la otra plata y oro, hacedlo conforme á la voluntad de vuestro Dios.
7:19
Y los vasos que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituirás delante de Dios en Jerusalem.
7:20
Y lo demás necesario para la casa de tu Dios que te fuere menester dar, daráslo de la casa de los tesoros del rey.
7:21
Y por mí el rey Artajerjes es dado mandamiento á todos los tesoreros que están al otro lado del río, que todo lo que os demandare Esdras sacerdote, escriba de la ley del Dios del cielo, concédase le luego,
7:22
Hasta cien talentos de plata, y hasta cien coros de trigo, y hasta cien batos de vino, y hasta cien batos de aceite; y sal sin tasa.
7:23
Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho prestamente para la casa del Dios del cielo: pues, ¿por qué habría de ser su ira contra el reino del rey y de sus hijos?
7:24
Y á vosotros os hacemos saber, que á todos los sacerdotes y Levitas, cantores, porteros, Nethineos y ministros de la casa de Dios, ninguno pueda imponerles tributo, ó pecho, ó renta.
7:25
Y tú, Esdras, conforme á la sabiduría de tu Dios que tienes, pon jueces y gobernadores, que gobiernen á todo el pueblo que está del otro lado del río, á todos los que tienen noticia de las leyes de tu Dios; y al que no la tuviere le enseñaréis.
7:26
Y cualquiera que no hiciere la ley de tu Dios, y la ley del rey, prestamente sea juzgado, ó á muerte, ó á dasarraigo, ó á pena de la hacienda, ó á prisión.
7:27
Bendito el Altísimo, Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón del rey, para honrar la casa de el Altísimo que está en Jerusalem.
7:28
E inclinó hacia mí su misericordia delante del rey y de sus consultores, y de todos los príncipes poderosos del rey. Y yo, confortado según la mano de mi Dios sobre mí, junté los principales de Israel para que subiesen conmigo.


LA MISIÓN DE ESDRAS

CAPÍTULO 7

El viaje de Esdras a Jerusalén
7:1 Después de estos acontecimientos, bajo el reinado de Artajerjes, rey de Persia, llegó desde Babilonia Esdras, hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Jilquías,
7:2 hijo de Salúm, hijo de Sadoc, hijo de Ajitub,
7:3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meralot, 
7:4 hijo de Serajías, hijo de Uzí, hijo de Buquí, 
7:5 hijo de Abisúa, hijo de Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del Sumo Sacerdote Aarón.
7:6 Esdras era un escriba muy versado en la Ley de Moisés, que había sido dada por el Señor, el Dios de Israel. Como la mano del Señor, su Dios, estaba con él, el rey le concedió todo lo que pedía.
7:7 El séptimo año del reinado de Artajerjes, subieron a Jerusalén un buen número de israelitas, de sacerdotes, de levitas, de cantores, de porteros y de empleados del Templo. 
7:8 Esdras llegó a Jerusalén en el quinto mes del séptimo año del reinado de Artajerjes. 
7:9 Él había decidido salir de Babilonia el primer día del primer mes, y llegó a Jerusalén el primer día del quinto mes, porque la mano bondadosa del Señor, su Dios, estaba sobre él.
7:10 Esdras se había dedicado de todo corazón a investigar la Ley del Señor, a practicarla, y a enseñar en Israel sus preceptos y sus normas.

El decreto del rey Artajerjes
7:
11 Esta es la copia del documento que el rey Artajerjes envió a Esdras, el sacerdote escriba, especialmente instruido en el texto de los mandamientos del Señor y de sus preceptos concernientes a Israel.
7:12b "Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, escriba de la Ley del Dios del cielo, paz, etc.
7:13 Yo he dado esta orden: Cualquier miembro del pueblo de Israel que esté dentro de mi reino y se ofrezca voluntariamente para ir contigo a Jerusalén, incluidos sus sacerdotes y levitas, puede hacerlo.
7:14 Tú irás como enviado del rey y de sus siete consejeros, para inspeccionar a Judá y a Jerusalén, de acuerdo con la Ley de tu Dios, que llevas en tus manos.
7:15 También llevarás la plata y el oro que el rey y sus consejeros han ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, que reside en Jerusalén, 
7:16 lo mismo que toda la plata y el oro que recojas en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias hechas por el pueblo y los sacerdotes para la Casa de su Dios que está en Jerusalén.
7:17 Con este dinero, comprarás novillos, carneros, corderos, como así también lo necesario para las oblaciones y libaciones correspondientes, y ofrecerás todo esto sobre el altar de la Casa de tu Dios que está en Jerusalén.
7:18 La plata y el oro que sobren, úsenlos como les parezca más conveniente, a ti y a tus hermanos, conforme a la voluntad de su Dios.
7:19 Deposita delante de tu Dios en Jerusalén los utensilios que te fueron entregados para el servicio de la Casa de tu Dios. 
7:20 Si tuvieras necesidad de hacer otros gastos para la Casa de tu Dios, se cubrirán con los fondos del tesoro del rey.
7:21 Yo mismo, el rey Artajerjes, ordeno a todos los tesoreros de la región que está del otro lado del Éufrates: 'Entreguen exactamente todo lo que les pida el sacerdote Esdras, escriba de la Ley del Dios del cielo, 
7:22 dándole cien talentos de plata, cien bolsas de trigo, cien barriles de vino, tres mil seiscientos litros de aceite y sal a discreción. 
7:23 Todo lo que el Dios del cielo ordene para su Casa, deberá cumplirse escrupulosamente, a fin de que su ira no se descargue sobre el territorio del rey y de sus hijos. 
7:24 Les comunicamos, además, que está prohibido cobrar impuestos, contribuciones o derechos de peaje, a los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y empleados de la Casa, en una palabra, a todos los servidores de esta Casa de Dios'.
7:25 Y tú, Esdras, con esa sabiduría de tu Dios que reside en ti, designa jueces y magistrados, para hacer justicia a todo el pueblo que está del otro lado del Éufrates, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios. Y enseña esa Ley a quienes no la conocen.
7:26 El que no observe la Ley de tu Dios y la ley del rey será rigurosamente castigado con la muerte, la expulsión, la multa o la cárcel".

La oración de Esdras
7:
27 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestros padres, que inspiró al rey esta decisión de glorificar la Casa del Señor que está en Jerusalén, 
7:28 y me hizo ganar el favor del rey, de sus consejeros y de los más importantes funcionarios reales! Yo cobré ánimo porque el Señor estaba conmigo, y reuní a algunos jefes de Israel para que me acompañaran.



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Capítulo 8

8:1
Y ESTOS son los cabezas de sus familias, y genealogía de aquellos que subieron conmigo de Babilonia, reinando el rey Artajerjes:
8:2
De los hijos de Phinees, Gersón; de los hijos de Ithamar, Daniel; de los hijos de David, Hattus;
8:3
De los hijos de Sechânías y de los hijos de Pharos, Zacarías, y con él, en la línea de varones, ciento y cincuenta;
8:4
De los hijos de Pahath-moab, Elioenai, hijo de Zarahi, y con él doscientos varones;
8:5
De los hijos de Sechânías, el hijo de Jahaziel, y con él trescientos varones;
8:6
De los hijos de Adín, Ebed, hijo de Jonathán, y con él cincuenta varones;
8:7
De los hijos de Elam, Isaía, hijo de Athalías, y con él setenta varones;
8:8
Y de los hijos de Sephatías, Zebadías, hijo de Michâel, y con él ochenta varones;
8:9
De los hijos de Joab, Obadías, hijo de Jehiel, y con él doscientos diez y ocho varones;
8:10
Y de los hijos de Solomith, el hijo de Josiphías, y con él ciento y sesenta varones;
8:11
Y de los hijos de Bebai, Zacarías, hijo de Bebai, y con él veintiocho varones;
8:12
Y de los hijos de Azgad, Johanán, hijo de Catán, y con él ciento y diez varones;
8:13
Y de los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos, Eliphelet, Jeiel, y Semaías, y con ellos sesenta varones;
8:14
Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos sesenta varones.
8:15
Y juntélos junto al río que viene á Ahava, y reposamos allí tres días: y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví.
8:16
Entonces despaché á Eliezer, y á Ariel, y á Semaías, y á Elnathán, y á Jarib, y á Elnathán, y á Nathán, y á Zacarías, y á Mesullam, principales; asimismo á Joiarib y á Elnathán, hombres doctos;
8:17
Y enviélos á Iddo, jefe en el lugar de Casipia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar á Iddo, y á sus hermanos los Nethineos en el lugar de Casipia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios.
8:18
Y trajéronnos, según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido de los hijos de Mahalí, hijo de Leví, hijo de Israel; y á Serabías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho;
8:19
Y á Hasabías, y con él á Isaía de los hijos de Merari, á sus hermanos y á sus hijos, veinte;
8:20
Y de los Nethineos, á quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los Levitas, doscientos y veinte Nethineos: todos los cuales fueron declarados por sus nombres.
8:21
Y publiqué ayuno allí junto al río de Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para toda nuestra hacienda.
8:22
Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de á caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino: porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su fortaleza y su furor sobre todos los que le dejan.
8:23
Ayunamos pues, y pedimos á nuestro Dios sobre esto, y él nos fué propicio.
8:24
Aparté luego doce de los principales de los sacerdotes, á Serebías y á Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos;
8:25
Y peséles la plata, y el oro, y los vasos, la ofrenda que para la casa de nuestro Dios habían ofrecido el rey, y sus consultores, y sus príncipes, todos los que se hallaron en Israel.
8:26
Pesé pues en manos de ellos seiscientos y cincuenta talentos de plata, y vasos de plata por cien talentos, y cien talentos de oro;
8:27
Además veinte tazones de oro, de mil dracmas; y dos vasos de metal limpio muy bueno, preciados como el oro.
8:28
Y díjeles: Vosotros sois consagrados á el Altísimo, y santos los vasos; y la plata y el oro ofrenda voluntaria á el Altísimo, Dios de nuestros padres.
8:29
Velad, y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y Levitas, y de los jefes de los padres de Israel en Jerusalem, en las cámaras de la casa de el Altísimo.
8:30
Los sacerdotes pues y Levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los vasos, para traerlo á Jerusalem á la casa de nuestro Dios.
8:31
Y partimos del río de Ahava el doce del mes primero, para ir á Jerusalem: y la mano de nuestro Dios fué sobre nosotros, el cual nos libró de mano de enemigo y de asechador en el camino.
8:32
Y llegamos á Jerusalem, y reposamos allí tres días.
8:33
Al cuarto día fué luego pesada la plata, y el oro, y los vasos, en la casa de nuestro Dios, por mano de Meremoth hijo de Urías sacerdote, y con él Eleazar hijo de Phinees; y con ellos Jozabad hijo de Jesuá, y Noadías hijo de Binnui, Levitas;
8:34
Por cuenta y por peso todo: y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.
8:35
Los que habían venido de la cautividad, los hijos de la transmigración, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabríos por expiación: todo el holocausto á el Altísimo.
8:36
Y dieron los despachos del rey á sus gobernadores y capitanes del otro lado del río, los cuales favorecieron al pueblo y á la casa de Dios.


CAPÍTULO 8

Los acompañantes de Esdras
8:
1 Estos son los jefes de familia, con su respectiva genealogía, que partieron conmigo de Babilonia, bajo el reinado de Artajerjes:
8:2 De los hijos de Pinjás: Gersón; de los hijos de Itamar: Daniel; de los hijos de David: Jatús,
8:3 hijo de Secanías; de los hijos de Parós: Zacarías, con el cual fueron registrados 150 hombres; 
8:4 de los hijos de Pajat Moab: Elijonai, hijo de Zerajías, con 200 hombres; 
8:5 de los hijos de Zatú: Secanías, hijo de Iajaziel, con 300 hombres;
8:6 de los hijos de Adín: Ebed, hijo de Jonatán, con 50 hombres; 
8:7 de los hijos de Elám: Isaías, hijo de Atalías, con 70 hombres; 
8:8 de los hijos de Sefatías: Zebadías, hijo de Miguel, con 80 hombres; 
8:9 de los hijos de Joab: Abdías, hijo de Iejiel, con 218 hombres;
8:10 de los hijos de Baní: Selomit, hijo de Josifías, con 160 hombres; 
8:11 de los hijos de Bebai: Zacarías, hijo de Bebai, con 28 hombres; 
8:12 de los hijos de Azgad: Iojanán, hijo de Hacatán, con 110 hombres; 
8:13 de los hijos de Adonicám: los menores, a saber, Elifélet, Jeiel y Semaías, con 60 hombres; 
8:14 y de los hijos de Bigvai: Utai, hijo de Zacur, con 70 hombres.

Los preparativos para la partida
8:
15 Yo los reuní a orillas del río que va hacia Ahavá y allí acampamos durante tres días. Vi que había gente del pueblo y sacerdotes, pero no encontré ningún levita. 
8:16 Entonces llamé a los jefes Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, y a los instructores Joiarib y Elnatán, 
8:17 y los envié a ver a Idó, jefe de Casifía, con la orden precisa de lo que debían decir a él y a sus hermanos que residían en esa localidad, a fin de que nos mandaran servidores para la Casa de nuestro Dios. 
8:18 Gracias a que la mano bondadosa de nuestro Dios estaba sobre nosotros, ellos nos enviaron un hombre muy capaz, llamado Serebías, de los hijos de Majlí, hijo de Leví, hijo de Israel, junto con sus hijos y sus hermanos: en total, dieciocho hombres. 
8:19 Además, nos enviaron a Jasabías, de los hijos de Merarí, junto con su hermano Isaías y con sus hijos: en total, veinte hombres; 
8:20 y de entre los empleados del Templo que David y los jefes habían puesto al servicio de los levitas, enviaron doscientos veinte hombres, todos registrados personalmente.
8:21 Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno, para humillarnos delante de nuestro Dios, a fin de pedirle un feliz viaje para nosotros y nuestros hijos y para todos nuestros bienes. 
8:22 Porque hubiera sido vergonzoso pedir al rey gente armada y jinetes, para que nos protegieran en el camino contra el enemigo. Al contrario, nosotros habíamos dicho al rey: "La mano de nuestro Dios se extiende para bendecir a todos los que lo buscan, y su poder y su ira caen sobre todos los que lo abandonan". 
8:23 Así ayunamos e invocamos a nuestro Dios, y él nos escuchó.
8:24 Después tomé aparte a doce de los jefes de los sacerdotes, y además a Serebías y a Jasabías, junto con diez de sus hermanos; 
8:25 y pesé delante de ellos la plata, el oro y los utensilios, que el rey, sus consejeros y sus funcionarios y todos los israelitas residentes allí, habían ofrecido para la Casa de nuestro Dios. 
8:26 Pesé y puse en sus manos seiscientos cincuenta talentos de plata, utensilios de plata por valor de cien talentos, cien talentos de oro, 
8:27 veinte copas de oro de mil dáricos y dos vasos de bronce bruñido tan preciosos como el oro. 
8:28 Luego les dije: "Ustedes están consagrados al Señor; estos utensilios son sagrados; esta plata y este oro son una ofrenda voluntaria para el Señor, el Dios de nuestros padres.
8:29 Guárdenlos cuidadosamente, hasta que los pesen delante de los jefes de los sacerdotes y de los levitas, y delante de los jefes de familia de Israel, en las habitaciones de la Casa del Señor en Jerusalén". 
8:30 Los sacerdotes y los levitas recibieron la plata, el oro y los utensilios que habían sido pesados, para trasladarlos a Jerusalén, a la Casa de nuestro Dios.

El viaje desde Babilonia a Jerusalén
8:
31 El día doce del primer mes, partimos de las orillas del río Ahavá para ir a Jerusalén. La mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y él nos preservó durante la marcha de los ataques enemigos y de las emboscadas.
8:32 Al llegar a Jerusalén, descansamos tres días. 
8:33 El cuarto día, fueron pesados la plata, el oro y los utensilios en la Casa de nuestro Dios, y se entregó todo al sacerdote Meremot, hijo de Urías, y a Eleazar, hijo de Pinjás, junto a los cuales estaban los levitas Josabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binuí. 
8:34 Después de comprobar la cantidad y el peso, se tomó nota del peso total.
En aquel tiempo,
8:35 los deportados que habían vuelto del exilio ofrecieron como holocausto al Dios de Israel doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce chivos por el pecado: todo, en holocausto al Señor.
8:36 Y se entregaron los decretos del rey a los sátrapas y gobernadores de la región de este lado del Éufrates, los cuales prestaron su apoyo al pueblo y a la Casa de Dios.




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Capítulo 9

9:1
Y ACABADAS estas cosas, los príncipes se llegaron á mí, diciendo: El pueblo de Israel, y los sacerdotes y levitas, no se han apartado de los pueblos de las tierras, de los Cananeos, Hetheos, Pherezeos, Jebuseos, Ammonitas, y Moabitas, Egipcios, y Amorrheos, haciendo conforme á sus abominaciones.
9:2
Porque han tomado de sus hijas para sí y para sus hijos, y la simiente santa ha sido mezclada con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en esta prevaricación.
9:3
Lo cual oyendo yo, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué de los cabellos de mi cabeza y de mi barba, y sentéme atónito.
9:4
Y juntáronse á mí todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel, á causa de la prevaricación de los de la transmigración; mas yo estuve sentado atónito hasta el sacrificio de la tarde.
9:5
Y al sacrificio de la tarde levantéme de mi aflicción; y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, postréme de rodillas, y extendí mis palmas á el Altísimo mi Dios,
9:6
Y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro á ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
9:7
Desde los días de nuestros padres hasta este día estamos en grande culpa; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes, y nuestros sacerdotes, hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, á cuchillo, á cautiverio, y á robo, y á confusión de rostro, como hoy día.
9:8
Y ahora como por un breve momento fué la misericordia de el Altísimo nuestro Dios, para hacer que nos quedase un resto libre, y para darnos estaca en el lugar de su santuario, á fin de alumbrar nuestros ojos nuestro Dios, y darnos una poca de vida en nuestra servidumbre.
9:9
Porque siervos éramos: mas en nuestra servidumbre no nos desamparó nuestro Dios, antes inclinó sobre nosotros misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para alzar la casa de nuestro Dios, y para hacer restaurar sus asolamientos, y para darnos vallado en Judá y en Jerusalem.
9:10
Mas ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? porque nosotros hemos dejado tus mandamientos,
9:11
Los cuales prescribiste por mano de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra á la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es á causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han henchido de uno á otro extremo con su inmundicia.
9:12
Ahora pues, no daréis vuestras hijas á los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, ni procuraréis su paz ni su bien para siempre; para que seáis corroborados, y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredad á vuestros hijos para siempre.
9:13
Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido á causa de nuestras malas obras, y á causa de nuestro grande delito, ya que tú, Dios nuestro, estorbaste que fuésemos oprimidos bajo de nuestras iniquidades, y nos diste este tal efugio;
9:14
¿Hemos de volver á infringir tus mandamientos, y á emparentar con los pueblos de estas abominaciones? ¿No te ensañarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni escapatoria?
9:15
el Altísimo, Dios de Israel, tú eres justo: pues que hemos quedado algunossalvos, como este día, henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible subsistir en tu presencia á causa de esto.


CAPÍTULO 9

Los matrimonios con mujeres extranjeras
9:
1 Una vez terminado todo esto, se me presentaron los jefes para decirme: "El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de la gente del país, que practica cosas abominables: los cananeos, los hititas, los perizitas, los jebuseos, los amonitas, los moabitas, los egipcios y los amorreos. 
9:2 Al contrario, se casaron y casaron a sus hijos con mujeres de esos pueblos, y así la raza santa se ha mezclado con la gente del país. ¡Los jefes y los magistrados fueron los primeros en participar de esta traición!"
9:3 Al oír esto, yo desgarré mi túnica y mi manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba, y me senté lleno de consternación. 
9:4 A causa de esta traición de los deportados, todos los que temían las palabras del Dios de Israel se reunieron junto a mí. Yo permanecí sentado y lleno de consternación, hasta la hora de la ofrenda de la tarde. 
9:5 Entonces me levanté, y con la túnica y el manto desgarrados, caí de rodillas, extendí las manos hacia el Señor, mi Dios,
9:6 y dije: 

Súplica de Esdras
"Dios mío, estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta cubrirnos por completo, y nuestra culpa ha subido hasta el cielo. 
9:7 Desde los días de nuestros padres hasta hoy, nos hemos hecho muy culpables, y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, fuimos entregados a los reyes extranjeros, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza, como nos sucede en el día de hoy. 
9:8 Pero ahora, hace muy poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. 
9:9 Porque nosotros estamos sometidos; pero nuestro Dios no nos ha abandonado en medio de la servidumbre. Él nos obtuvo el favor de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y para darnos una muralla en Judá y en Jerusalén.
9:10 Y ahora, Dios nuestro, ¿qué más podemos decir? Porque hemos abandonado tus mandamientos,
9:11 los que nos habías dado por medio de tus servidores, los profetas, diciendo: 'La tierra en la que entrarán para tomar posesión de ella es una tierra manchada, manchada por gente del país, por las abominaciones con que la han llenado de un extremo al otro a causa de su impureza. 
9:12 Por eso, no entreguen sus hijas a los hijos de ellos ni casen a sus hijos 
  con las hijas de esa gente. No busquen nunca su paz ni su bienestar. Así ustedes llegarán a ser fuertes, comerán los mejores frutos de la tierra, y la dejarán en herencia a sus hijos para siempre'.
9:13 Después de todo lo que nos ha sucedido por nuestras malas acciones y nuestra gran culpa —aunque tú, Dios nuestro, no has tenido en cuenta todo el alcance de nuestra iniquidad y nos has dejado estos sobrevivientes— 
9:14 ¿cómo es posible que volvamos a violar tus mandamientos y a emparentarnos con esta gente abominable? ¿No te irritarías hasta destruirnos, sin dejar ni un resto con vida? 
9:15 Señor, Dios de Israel, porque tú eres justo, hemos sobrevivido como un resto. ¡Aquí estamos en tu presencia con nuestras culpas, a pesar de que en estas condiciones nadie puede comparecer delante de ti!"



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Capítulo 10

10:1
Y ORANDO Esdras y confesando, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, juntóse á él una muy grande multitud de Israel, hombres y mujeres y niños; y lloraba el pueblo con gran llanto.
10:2
Entonces respondió Sechânías hijo de Jehiel, de los hijos Elam, y dijo á Esdras: Nosotros hemos prevaricado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra: mas hay aún esperanza para Israel sobre esto.
10:3
Ahora pues hagamos pacto con nuestro Dios, que echaremos todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo del Señor, y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios: y hágase conforme á la ley.
10:4
Levántate, porque á ti toca el negocio, y nosotros seremos contigo; esfuérzate, y ponlo por obra.
10:5
Entonces se levantó Esdras, y juramentó á los príncipes de los sacerdotes y de los Levitas, y á todo Israel, que harían conforme á esto; y ellos juraron.
10:6
Levantóse luego Esdras de delante la casa de Dios, y fuése á la cámara de Johanán hijo de Eliasib: é ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció sobre la prevaricación de los de la transmigración.
10:7
é hicieron pasar pregón por Judá y por Jerusalem á todos los hijos de la transmigración, que se juntasen en Jerusalem:
10:8
Y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y él fuese apartado de la compañía de los de la transmigración.
10:9
Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalem dentro de tres días, á los veinte del mes, el cual era el mes noveno; y sentóse todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel negocio, y á causa de las lluvias.
10:10
Y levantóse Esdras el sacerdote, y díjoles: Vosotros habéis prevaricado, por cuanto tomasteis mujeres extrañas, añadiendo así sobre el pecado de Israel.
10:11
Ahora pues, dad gloria á el Altísimo Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras.
10:12
Y respondió todo aquel concurso, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme á tu palabra.
10:13
Mas el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no hay fuerza para estar en la calle: ni la obra es de un día ni de dos, porque somos muchos los que hemos prevaricado en este negocio.
10:14
Estén ahora nuestro príncipes, los de toda la congregación; y todos aquellos que en nuestras ciudades hubieren tomado mujeres extranjeras, vengan á tiempos aplazados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el furor de la ira de nuestro Dios sobre esto.
10:15
Fueron pues puestos sobre este negocio Jonathán hijo de Asael, y Jaazías hijo de Tikvah; y Mesullam y Sabethai, Levitas, les ayudaron.
10:16
é hicieron así los hijos de la transmigración. Y apartados que fueron luego Esdras sacerdote, y los varones cabezas de familias en la casa de sus padres, todos ellos por sus nombres, sentáronse el primer día del mes décimo para inquirir el negocio.
10:17
Y concluyeron, con todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras, al primer día del mes primero.
10:18
Y de los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos: De los hijos de Jesuá hijo de Josadec, y de sus hermanos: Maasías, y Eliezer, y Jarib, y Gedalías;
10:19
Y dieron su mano en promesa de echar sus mujeres, y ofrecieron como culpados un carnero de los rebaños por su delito.
10:20
Y de los hijos de Immer: Hanani y Zebadías.
10:21
Y de lo hijos de Harím, Maasiás, y Elías, y Semeías, y Jehiel, y Uzzías.
10:22
Y de los hijos de Phasur: Elioenai, Maasías, Ismael, Nathanael, Jozabad, y Elasa.
10:23
Y de los hijos de los Levitas: Jozabad, y Simi, Kelaía (este es Kelita), Pethaía, Judá y Eliezer.
10:24
Y de los cantores, Eliasib; y de los porteros: Sellum, y Telem, y Uri.
10:25
Asimismo de Israel: De los hijos de Pharos: Ramía é Izzías, y Malchías, y Miamim, y Eleazar, y Malchías, y Benaías.
10:26
Y de los hijos de Elam: Mathanías, Zachârías, y Jehiel, y Abdi, y Jeremoth, y Elía.
10:27
Y de los hijos de Zattu: Elioenai, Eliasib, Mathanías, y Jeremoth, y Zabad, y Aziza.
10:28
Y de los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabbai, Atlai.
10:29
Y de los hijos de Bani: Mesullam, Malluch, y Adaías, Jasub, Y Seal, y Ramoth.
10:30
Y de los hijos de Pahath-moab: Adna, y Chêleal, Benaías, Maasías, Mathanías, Besaleel, Binnui y Manasés.
10:31
Y de los hijos de Harim: Eliezer, Issia, Malchîas, Semeía, Simeón,
10:32
Benjamín, Malluch, Semarías.
10:33
De los hijos de Hasum: Mathenai, Mathatha, Zabad, Eliphelet, Jeremai, Manasés, Sami.
10:34
De los hijos de Bani: Maadi, Amram y Uel,
10:35
Benaías, Bedías, Chêluhi,
10:36
Vanías, Meremoth, Eliasib,
10:37
Mathanías, Mathenai, y Jaasai,
10:38
Y Bani, y Binnui, Simi,
10:39
Y Selemías y Nathán y Adaías,
10:40
Machnadbai, Sasai, Sarai,
10:41
Azareel, y Selamías, Semarías,
10:42
Sallum, Amarías, Joseph.
10:43
Y de los hijos de Nebo: Jehiel, Matithías, Zabad, Zebina, Jadau, y Joel, Benaías.
10:44
Todos estos habían tomado mujeres extranjeras; y había mujeres de ellos que habían parido hijos.

  • CAPÍTULO 10

    El compromiso de deshacer las uniones ilícitas
    10:
    1 Mientras Esdras, bañado en llanto y postrado delante de la Casa de Dios, oraba y hacía esta confesión, una gran cantidad de israelitas —hombres, mujeres y niños— se congregaron a su alrededor, derramando abundantes lágrimas. 
    10:2 Entonces Secanías, hijo de Iejiel, de los hijos de Elám, dijo a Esdras: "Hemos traicionado a nuestro Dios, al casarnos con mujeres extranjeras de la gente del país. A pesar de esto, todavía queda una esperanza para Israel. 
    10:3 Ahora hagamos una alianza con nuestro Dios, comprometiéndonos a echar a todas nuestras mujeres extranjeras y a los hijos nacidos de ellas, conforme a tu consejo y al de aquellos que respetan el mandamiento de nuestro Dios. ¡Qué se cumpla lo que ordena la Ley!
    10:4 ¡Levántate, porque este asunto es de tu incumbencia, y nosotros estaremos contigo! ¡Anímate y manos a la obra!"
    10:5 Esdras se levantó e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que procederían como él lo había dicho. Y todos lo juraron.
    10:6 Esdras se alejó de la Casa de Dios y se dirigió a la habitación de Iojanán, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer ni beber, porque estaba afligido a causa de la traición de los repatriados.

    La puesta en práctica de la decisión
    10:
    7 Se lanzó entonces una proclama en Judá y en Jerusalén, para que todos los repatriados se reunieran en Jerusalén.
    10:8 Al que no se presentara en el plazo de tres días, por decisión de los jefes y de los ancianos, se le confiscarían todos sus bienes y se lo excluiría de la asamblea de los que habían vuelto del exilio. 
    10:9 Todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días. Era el día veinte del noveno mes. Todo el pueblo se ubicó en la plaza de la Casa de Dios, lleno de temor por este asunto y también porque llovía a cántaros.
    10:10 El sacerdote Esdras se levantó y les dijo: "Ustedes cometieron una traición, al casarse con mujeres extranjeras: así aumentaron la culpa de Israel. 
    10:11 Pero ahora, den gracias al Señor, el Dios de nuestros padres, y cumplan su voluntad, separándose de la gente del país y de las mujeres extranjeras". 
    10:12 Toda la asamblea respondió en alta voz: "Sí, haremos lo que tú nos digas, 
    10:13 pero el pueblo es muy numeroso y estamos en época de lluvias. No podemos permanecer a la intemperie, y además, esto no es cuestión de un día o dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto.
    10:14 Sería mejor que nuestros jefes representen a toda la asamblea: todos los que, dentro de nuestras ciudades, se hayan casado con mujeres extranjeras, vendrán a presentarse en la fecha señalada, acompañados de los ancianos y de los jueces de cada ciudad, hasta que se haya alejado de nosotros la ira de nuestro Dios a causa de este asunto".
    10:15 Solamente Jonatán, hijo de Azael, y Iajzías, hijo de Tigvá, se opusieron a esta manera de proceder, apoyados por Mesulán y el levita Sabtai. 
    10:16 Pero los repatriados hicieron como se había propuesto. El sacerdote Esdras eligió un jefe de familia por cada grupo, designándolos personalmente a cada uno. El primer día del décimo mes, comenzaron las sesiones para examinar las causas; 
    10:17 y hasta el primer día del primer mes, no quedaron resueltos los casos de todos los hombres que se habían casado con mujeres extranjeras.

    La lista de los culpables
    10:
    18 Entre los miembros de las familias sacerdotales que se habían casado con mujeres extranjeras, estaban los siguientes: entre los hijos de Josué, hijo de Josadac, y entre sus hermanos: Maasías, Eliezer, Iarib y Guedalías.
    10:19 Estos se comprometieron bajo juramento a echar a sus mujeres, y ofrecieron un carnero en sacrificio de reparación por su culpa.
    10:20 Entre los hijos de Imer: Janahí y Zebadías;
    10:21 entre los hijos de Jarím: Maasías, Elías, Semaías, Iejiel y Uzías;
    10:22 entre los hijos de Pasjur: Elionai, Maasías, Ismael, Natanael, Iosabad y Elasá.
    10:23 Entre los levitas: Iosabad, Simei, Quelaías —o Quelitá— Petaías, Iejudá y Eliezer.
    10:24 Entre los cantores: Eliasib y Zacur. Entre los porteros: Salúm, Telém y Urí.
    10:25 Entre los israelitas: 
    de los hijos de Parós: Ramías, Izías, Malquías, Miamím, Eleazar, Malquías y Benaías;
    10:26 de los hijos de Elám: Matanías, Zacarías, Iejiel, Abdí, Ieremot y Elías;
    10:27 de los hijos de Zatú: Elionai, Eliasib, Matanías, Ieremot, Zabad y Azizá;
    10:28 de los hijos de Bebai: Iojanán, Jananías, Zabai y Atlai;
    10:29 de los hijos de Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Iasub, Seal y Ieramot;
    10:30 de los hijos de Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maasías, Matanías, Besalel, Binuí y Manasés;
    10:31 de los hijos de Jarím: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón,
    10: 32 Benjamín, Maluc y Semarías;
    10:33 de los hijos de Jasúm: Matenai, Matatá, Zabad, Elifélet, Ieremai, Manasés y Simei;
    10:34 de los hijos de Baní: Maadai, Amrám, Uel,
    10:35 Benaías, Bedías, Quelui,
    10:36 Vanías, Meremot, Eliasib,
    10:37 Matanías, Matenai y Iasai;
    10:38 de los hijos de Binuí: Simei,
    10:39 Selemías, Natán y Adaías;
    10:40 de los hijos de Sacai: Sasai, Sarai,
    10:41 Azarel, Selemías, Semarías,
    10:42 Salúm, Amarías y José;
    10:43 de los hijos de Nebo: Jeiel, Matitías, Zabad, Zebiná, Iadai, Joel y Benaías.
    10:44 Todos estos se habían casado con extranjeras, y despidieron a sus mujeres y a sus hijos.


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