Sobrevivientes al aborto
y la Sra. Magaly Llaguno, durante la reunión
convocada por Human Life International.
(Página adaptada de Vida Humana Internacional)
Sara Smith tiene 23 años y quiere vivir la vida a 100 por hora. Hacerlo todo dos veces, hacer que el día tenga, ojalá, 48 horas. Decidió vivir así cuando supo que su madre se había practicado un aborto estando embarazada de ella y de un hermano gemelo. Ese hermano no sobrevivió y Sara siente que es su deber compartir con él el increíble milagro de ser una sobreviviente del aborto.
Sara: "Los dos estábamos en un útero pequeño que fue raspado de arriba a abajo. Le quitaron la vida y yo todavía seguía ahí dentro. Perdí casi todo el líquido amniótico, pero seguía viva. Varias semanas después pude patear el vientre de mi madre y ella me sintió y decidió no practicarse un segundo aborto, decidió darme la vida."
Betty Smith, madre de Sara: "Todo lo que yo sabía es que había sentido a esa niña moverse, tal vez eran sus brazos o sus costillas, pero era una vida, estaba viva, era una persona viva. Y cuándo el médico se ofreció para abortarla, dije que no, con la misma fuerza con que la primera vez había dicho que sí. Estaba viva era una vida y nada iba a detenerla."
Sara nació prematura, con las piernas cruzadas sobre el pecho y las caderas dislocadas, vivió en hospitales hasta los dos años y medio y antes de sus 14 años ya la habían operado treinta veces. Fueron los primeros capítulos de una historia increíble, vividos en el silencio inquietante que todavía inspiran en muchos médicos sus recuerdos y sus miradas. Sus ojos son de algún modo la mirada de 18 millones de niños que han muerto antes de nacer desde que se legalizó el aborto en los Estados Unidos. Su historia es la historia que para otros no pudo ser, en este país donde lamentablemente está permitido abortar desde los primeros días del embarazo hasta un minuto antes del parto. Un país de familias pequeñas, donde tener muchos hijos puede llegar a ser mal visto, donde un sexto embarazo, como el que afrontó la madre de Sara, puede llevar a una decisión que nunca antes pasó por su mente.
La madre de Sara: "Me habían dicho que era muy egoísta, que era como una coneja, que maltrataba a mis hijos, que estaba quitándoles oportunidades a otros niños, que estaba desequilibrando al mundo por tener tantos hijos. Se burlaban de mí y cuando venían las esposas de otros amigos a la casa, y mis hijos se despertaban de la siesta, ellas decían: 'Miren, aquí vienen los conejitos saliendo de su madriguera', y eso me daba pena, y algo se desencadenó en mí esa noche. Todavía lo recuerdo y formulé un decidido voto: 'Nunca tendré otro niño'. Cuando le dije a mi esposo que quería practicarme un aborto, él no me respondió nada; fijé la cita, él me llevó al hospital y se fue a la casa. Yo pasé la noche allí y me practicaron el aborto al otro día.
El aborto fue rápido, el médico reconoció los restos de un feto y dio por terminada su tarea, era el cuerpo del hermano de Sara, hoy lo recuerdan con una lápida sobre una tumba vacía.
Sara: "Tuve la oportunidad de diseñar esa lápida, que dice su nombre completo 'Andrew James Smith, hermano gemelo de Sara'. Porque yo quería ver nuestros nombres allí. Porque pude haber sido yo, debí haber sido yo. Así que cada vez que voy, pienso en cuánto lo necesito, en que es parte de mi vida. Aunque nunca llegué realmente a conocerlo, pienso en cuánto ansío llegar a conocerlo, decirle todo lo que quiero decirle, cosas así."
La madre de Sara: "Si tan sólo hubiera sabido que no era un puñado de células como yo creía, si tan sólo lo hubiera sabido, creo que no me habría hecho el aborto. Pero si usted me pregunta por qué yo creía eso habiendo tenido cinco niños, probablemente [hubiera respondido] porque eso es lo que yo quería creer.
"A los nueve años, mucho antes de saber la verdad de lo ocurrido, Sara gastó sus ahorros en comprar estas dos figuras [de un niño y una niña]. Ella lo sabía, yo creo que en su subconsciente ella lo supo todo el tiempo."
Sara: "Cuando lo supe fue para mì un trauma terrible. Pero aunque sonara espantoso, para mí tenía sentido, yo sentía que algo me faltaba; pienso que como gemelos podían separarnos físicamente, pero siempre sentiré su ausencia."
Sara y su madre viven solas y viajan por todo el mundo en una constante campaña anti aborto que se ha ido convirtiendo en una especie de exorcismo para espantar a los fantasmas que aún permanecen entre ellas.
Sara: "A veces la gente me pregunta si odio a mi madre o si estoy molesta con ella porque me arrebató a mi hermano. Y yo les digo que he visto el dolor por el que ella ha pasado; me ha dicho tantas veces: '¡Perdón Sara, perdón, Dios quería que tuvieses a tu hermano gemelo y yo lo impedí, y traté de quitarte a ti también del medio'. Yo no tengo derecho a cargarle más sentimiento de culpabilidad sobre sus espaldas."
Así que Sara decidió quitarle tiempo al pasado y exprimir el máximo al presente. Con la urgencia que sólo conocen por la experiencia los que han llegado al límite de la supervivencia, cada minuto libre que le deja su carrera de medicina ya tiene un objetivo.
Sara: "Acabo de recibir una notificación de la Madre Teresa de Calcuta, que quiere conocerme, pasar algún tiempo conmigo, y posiblemente trabajar juntas. Estoy escribiendo un libro. Este verano voy a estudiar música, estoy haciendo de todo. Se me abren muchísimas puertas.
"La vida en sí es una aventura. Día a día no sabes lo que va a suceder, puede cambiar en dos minutos o en una hora, tan solo hay que caer en la cuenta de que todos y cada uno de nosotros estuvimos en el seno de una madre, que pudimos haber sido eliminados, pero no lo fuimos, sino que nos dieron la vida como un regalo. Si tan solo las personas se dieran cuenta de lo especial que son."
Fuente:Texto del programa transmitido por el canal 13 de televisión católica en Santiago, Chile, 1994. Usted puede ponerse en contacto con la Srta. Sarah Smith por medio del Sr. J.T. (John Timothy) Finn,
Pro-Life America
1840 S. Elena Ave., Suite 103, Redondo Beach, CA 37205
Tel. (310) 373-0743, Fax. (310) 375-4546
Email: jtfinn@earthlink.net
La madre biológica de Gianna Jessen intentó abortarla hace 17 años. Le inyectaron una mezcla especial en el útero capaz de abrasar al feto por dentro y por fuera.
Gianna: "Se supone que después nace un bebé muerto, pero aparecí y dije '¡Hola!' y me llevaron a un hospital en ambulancia, aunque esto normalmente no suceda, porque si el bebé abortado nace vivo lo dejan morir, ya que de cualquier forma le han estado diciendo al resto del mundo que no es un bebé."
Pesaba exactamente un kilo al nacer y tenía serios problemas neurológicos que han perdurado hasta hoy; hasta los tres años vivió en hogares temporales y seis meses después la adoptaron sus padres actuales. Nunca le hablaron de lo que había pasado hasta poco después de cumplir los doce años, cuando volvió a preguntarle a su madre cuál era la razón de su problema físico.
Gianna: "Toda la vida me habían dicho que yo era así porque nací prematura y porque había tenido un parto traumático. Pero esta vez ella me dijo: '¿de veras quieres saberlo?' Yo le dije que sí. Me dijo que mi madre biológica tenía 17 años y un embarazo de siete meses y justo cuando me iba a descubrir esta tremenda verdad de mi vida, la miré y le dije: 'Ella me abortó, ¿verdad?' Lo supe antes de que me lo contase."
Diana de Paul, madre adoptiva de Gianna: "Los médicos dicen que ella tenía una increíble deseo de vivir y que eso tuvo mucho que ver con que ella se salvara."
Gianna: "Seamos o no sobreviviente de un aborto, yo creo que todos deberíamos tratar de sorprendernos por las pequeñas maravillas de todos los días y asombrarnos de que ocurran, estamos siempre tan ocupados que no nos cuenta."
La madre adoptiva de Gianna: "Pienso que ella no da por sentada la vida como muchos jóvenes que creen que son inmortales, que no tienen el concepto de que la muerte es posible.
"Cuando le conté a Gianna su verdadera historia, le dije que tenía que estar agradecida por tener la oportunidad de estar viva y creo que ella aprecia más la vida porque entiende lo cerca que ha estado de la muerte."
(Lea un relato más detallado)
Fuente: Ibíd. Usted puede ponerse en contacto con la Srta. Gianna Jessen
por medio del Sr. Ron Miller en el
Embassadors Speakers Bureau
P.O. Box 50358, Nashville, TN 37205
Tel. (615) 377-9100, Fax. (615) 661-4344
Hace 45 años, los padres de Patricia querían divorciarse, según la ley para poder hacerlo debían estar un año completo separados físicamente, antes de que se les concediera el divorcio. Poco antes de cumplirse el plazo, aquella mujer quedó embarazada, con lo que resultaba imposible demostrar el año de separación total.
Patricia: "Trató de abortarme.... varias veces, porque ella no me quería, yo era un obstáculo para su divorcio."
Después del tercer intento fallido, Patricia nació y fue adoptada. Llevó una vida normal junto a su familia hasta 1985, cuando por una larga pero inexplicable sensación de rechazo intentó suicidarse.
Patricia: "En la etapa de mi rehabilitación, hablé con mi madre adoptiva sobre las cosas que estábamos tratando con mi terapeuta y entonces fue cuando me habló de los intentos de aborto. Me dijo que cuando era pequeña yo rechazaba a la gente, no me dejaba abrazar, ni acariciar. Creo firmemente que muchos de mis problemas tienen que ver con el rechazo que sentía de mi madre biológica, mientras yo estaba en su vientre."
Después de su experiencia, Patricia llegó a la conclusión de que ningún problema es en realidad demasiado grande, como la larga cesantía de su esposo que les obliga a trabajar en cualquier cosa, incluso los domingos; ni la angustia de muchas mujeres como su madre.
Patricia: "Si todos los niños que se abortan en los Estados Unidos en un año fueran entregados en adopción, todavía quedarían 500,000 parejas en espera."
Fuente: Ibíd.
Rivanolito es el sobrenombre por el cual muchos conocen a este joven de 15 años en un gran hospital de Cuba. Se trata de un joven común y corriente, excepto por el detalle de su sobrenombre.
Ocurrió que la madre de este joven tenía más de 35 años de edad e hijos ya mayores cuando tuvo este embarazo. Por todo esto, y por la posibilidad de que el niño presentara alguna malformación congénita u otra anomalía como el Síndrome de Down, el médico aconsejó el aborto. Fue así que la madre decidió someterse al Rivanol, un método de interrupción tardía del embarazo que consiste en administrar a la embarazada, a través del cuello del útero mediante una sonda, una sustancia de color amarillo mostaza llamada Rivanol, la cual produce fuertes contracciones y provoca la expulsión del niño fuera del claustro materno. Con frecuencia este nace vivo y llorando.
Pero sucedió que el día que esta señora fue sometida al método, la enfermera habitual de esa sala no fue a trabajar y en su lugar se encontraba otra que no tenía experiencia en esta clase de trabajo. Fue así que cuando la enfermera vio que la mujer expulsó "el producto de la concepción" (que es como en ese medio se les llama a los niños abortados) y escuchó su llanto, no hizo lo habitual en estos casos, que es abandonar al niño para que por su inmadurez pulmonar muera rápidamente. Enternecida por su llanto, corrió con él en brazos al Departamento de Cuidados Intensivos de Neonatología donde, casualmente, se encontraba de guardia un médico pro vida que dio al niño el tratamiento adecuado.
Rivanolito es hoy un adolescente que asiste a la escuela secundaria, sólo padece asma en grado leve y continúa atendiéndose con el médico que le salvó de la muerte.
Fuente: La persona que dio este testimonio prefiere mantenerse en el anonimato.
A Tina, la madre de Heidi, le dijeron que su vida sería un desastre si tenía un bebé a los 17 años. No le dieron ninguna otra opción fuera del aborto.
Cuando el aparato de succión empezó a funcionar, Tina recuerda que su cuerpo comenzó a temblar. Sentía que le arrancaban las entrañas. Le dijo a la enfermera: "¡Me estoy muriendo!". El abortista respondió: "Vacíe la vejiga".
Luego vino la cureta, un cuhillo curvo que se usa para raspar el útero y sacar los restos del bebé por nacer. Una vez que pensaron que el aborto estaba terminado, la sorprendida enfermera le dijo a Tina: "No estás sangrando". Luego le dio antibióticos y la envió a su casa.
Después de dos meses de estar enferma, Tina le informó a su médico de cabecera acerca del aborto. El médico la examinó cuidadosamente y le dijo que el aborto había fracasado.
Debido a las complicaciones, el médico le practicó una cesárea de emergencia a las 38 semanas y como resultado nació una bella niña que pesaba 3 libras y 3 onzas y que medía 15 pulgadas de largo. El médico de Tina le puso el nombre de "la bebé milagro".
Hoy Heidi es una bella adolescente llena de energía, a quien le gustan las fiestas y comer pizza. Sin embargo, también es capaz de hablar con serenidad ante concurridas audiencias a través de los Estados Unidos. Junto a su madre, también pasa muchas horas ante las clínicas de aborto, pidiendo encarecidamente a las mujeres que no entren a estos centros de matanza donde, durante los últimos 20 años, se han destruido la vida de más de 30 millones de bebés en los Estados Unidos.
Fuente: "Heidi Huffman. She Survived a Suction Curettage Abortion."
Hispanics for Life, P.O. Box 9086, Torrance, CA 90501, (310) 549-4182.
Como voluntaria de la organización Birthright ("Derecho a Nacer"), que ayuda a las mujeres embarazadas en situaciones críticas, había realizado cientos de pruebas de embarazo en adolescentes. Pero cuando tuve que hacérsela a mi propia hija, Kristen, de 17 años, tenía un nudo en la garganta. El examen dió positivo y mi hija comenzó a llorar.
Durante los próximos días utilicé toda mi experiencia para aconsejar a Kristen. Le dije que la ayudaríamos con el bebé, pero no con el aborto. Me dijo que no se practicaría el aborto, que quizás la adopción era lo mejor en su caso.
Pero luego su comportamiento empezó a cambiar. Se volvió callada y distante. Yo sabía que alguien estaba tratando de hacerle cambiar de decisión y tenía que saber quién era. Pronto me enteré.
Resultó ser que mi hija, aconsejada por una "amiga", había llamado a Planned Parenthood (Paternidad Planificada) [la filial de la IPPF en EE.UU., la organización más abortista del mundo]. Allí le dijeron que ella era lo suficientemente grande como para tomar sus propias decisiones, que un bebé cambiaría su vida para siempre, que ellos la "apoyarían" y, lo peor de todo, que en todo caso no necesitaba el consentimiento de sus padres.
Kristen decidió entonces practicarse el aborto. Nuestra oración se volvió más profunda y desesperada. El día de la cita salió de la casa en silencio, retraída y con la mirada vacía. Nuestro hogar parecía una tumba.
Cuatro semanas después, regresó histérica de su chequeo en la oficina de Paternidad Planificada. Le dijeron que todavía estaba embarazada. El aborto había fracaso. Sus "amigos" de Paternidad Planificada estaban atemorizados e intentaron darle una cita para otro aborto, pero Kristen se fue corriendo y regresó a casa.
Yo misma intenté hablar con el personal de Paternidad Planificada, pero nadie quiso atenderme.
Luego fuimos a un ginecólogo para comprobar el estado del bebé. Era una niña. Mi hija me dijo: "Escuché los latidos de su corazón. ¡Esta viva!". La vimos moverse por medio del ultrasonido, parecía estar perfectamente bien. Pero luego el médico, muy serio, nos dijo que la bebé tenía varias anormalidades y le preguntó a Kristen si quería continuar con el embarazo. Ella le contestó firmemente que sí. ¡Este hombre también quería ver a mi nieta muerta!
Luego fuimos a un ginecólogo pro vida, quien, gratamente sorprendido nos dijo: "Esta bebita estaba destinada a nacer". Y efectivamente, Lauren nació pesando seis libras y en perfecto estado. Cuando contemplé su rostro por primera vez me vino a la mente una canción de la iglesia que dice: "Tu sufriste al morir, compartamos ese dolor; luego, desafiando la muerte, seguiremos vivos en la Resurrección".
Fuente: Testimonio de Pat Pulliam, "Lauren Pulliam: 'Meant to Be'",
HLI Reports (marzo de 1992): 8-9.
y la Sra. Magaly Llaguno,
Coordinadora para Latinoamérica
de Vida Humana Internacional.
Cuando Maggie Muñoz se dio cuenta de que estaba embarazada, creyó que su única opción era el aborto; era una madre soltera con cuatro hijos. Sus amigos y familiares le dijeron que ya tenía demasiados hijos y que el aborto era la "solución" adecuada.
El ultrasonido reveló que tenía once semanas y media de embarazo. Le practicaron un aborto de dilatación y curetaje (D&C) y regresó a casa sintiéndose enferma y deprimida.
Dos semanas después una empleada de la clínica de abortos llamó a Maggie y le dijo que el informe del patólogo indicaba que no todo le había sido retirado del útero durante el aborto. Regresó a la clínica y la empleada hizo otro examen de ultrasonido que mostró una bebé en el útero, ¡todavía con vida! Pero la empleada le mintió a Maggie diciéndole que lo que había en el útero era sólo "tejido retenido". Le dieron una cita para la siguiente semana para un segundo aborto. Pero Maggie ya no confiaba en el personal de la clínica y decidió ir a su propio ginecólogo. Éste le hizo otra prueba de ultrasonido, ¡y le mostró a Maggie su bebita de 15 semanas!
La bebé nació el 18 de mayo de 1992, completamente saludable y en perfecto estado. Maggie le da gracias a Dios todos los días por su hija Iyamile.
Fuente: Adaptación de un artículo publicado
en el boletín del Right to Life League of Southern California (otoño de 1992).
donde él había sido condenado a morir.
Joshua Vandervelden en un congreso de sobrevivientes del aborto,
organizado por Human Life International
Cuando Linda Noie lleva a cabo piquetes frente a la clínica de abortos al lado de su casa, muestra un letrero que dice: "¡No podemos olvidar a los hijos abortados!". Y ciertamente Linda no puede olvidar a su propio hijo, al cual casi abortó: Joshua es un recuerdo constante.
El 12 de enero de 1979, Joshua era el blanco del aborto en una clínica del Estado de Wisconsin, EE.UU. Pero Dios tenía otros planes para él. El abortista fracasó en su intento de practicar el aborto. Ahora Joshua se une a su madre para llevar a cabo piquetes frente a la misma clínica donde antes había sido condenado a morir.
A través de esta traumática experiencia Linda se convirtió a la postura pro vida. Cuando le dijeron que la casa al lado de la clínica de abortos estaba disponible, Linda le pidió a Dios que la guiara y sintió que el Señor le decía: "Ahí es donde quiero que vivas". Linda y Joshua se mudaron y desde entonces muestran un letrero que dice: "¡No podemos olvidar a los niños abortados"!
Fuente: Primer Congreso de Sobrevivientes del Holocausto del Aborto, del 29 de abril al 3 de mayo de 1992, en Ottawa, Canadá, organizado por Human Life International.
no importa el ambiente ni las circunstancias en que fue engendrado."
La mamá de Iván, Nubia Ovando Chávez, que hoy tiene 48 años, fue violada por su jefe, un abogado de edad madura, hace 26 años. De esa violación quedó embarazada.
Su familia la maltrató y la obligó a someterse a un aborto. Incluso, la hacían dormir en el suelo. La sometieron a maniobras abortivas cuando estaba muy próxima al cuarto mes de gestación. Sin embargo, no lograron que se produjera el aborto. En ese intervalo, Nubia sintió los primeros movimientos de su bebé y no permitió una ulterior intervención, pues desde ese momento amaba al niño profundamente. Decidió tener a su hijo a pesar del repudio de su familia y, estando embarazada, se casó con su novio, quien aceptó sus circunstancias y reconoció al niño como suyo, dándole su apellido.
Iván Solórzano Obando nació el 26 de noviembre de 1966. Tenía una lesión en la pierna izquierda que la madre atribuye a los intentos abortivos, lesión que requirió cirugía ortopédica cuando tuvo dos años de edad. Nubia todavía sufre por ello, pues Iván quedó cojeando de esa pierna. Posteriormente Nubia tuvo seis hijos más, pero dice que Iván es el que está más cerca de su corazón.
Cuando Iván cumplió los 17 años, Nubia le contó su historia. El muchacho quedó profundamente impresionado y confuso. Experimentó un rechazo hacia su madre, al mismo tiempo que se negaba a creer que estuvo a punto de ser abortado. Desde entonces empeoró su relación familiar y discutía con su madre cuando ésta trataba de orientarlo, preguntándole por qué se preocupaba tanto por él en ese momento cuando en el pasado intentó abortarlo. Gracias a Dios, hoy en día ha mejorado bastante su relación con ella, desde que le hemos tratado.
Iván piensa que "cada uno tiene su propia razón de ser y que cada ser humano tiene el derecho a la vida, no importando el ambiente ni las circunstancias en que cada cual ha sido engendrado".
A Iván le impresionó mucho la película sobre el aborto "El grito silencioso". Es contrario al aborto y está dispuesto a luchar por la vida. Piensa que cada ser humano debe ser responsable de sus acciones, para que después no tenga que lamentar una tragedia.
Fuente: Información suministrada por el Dr. Rafael Cabrera Artola,
Coordinador de la filial de Vida Humana Internacional en Nicaragua, 1o de abril de 1992.
el Primer Congreso
de Sobrevivientes del
Holocausto del Aborto,
en Ottawa, Canadá.
Por ser militar y católico, mi padre fue declarado "de la clase enemiga" por el nuevo régimen comunista que azotó Hungría después de la II Guerra Mundial. Su casa fue saqueada y lo expulsaron de Budapest, junto a su mujer y a sus dos hijos. Lo enviaron a Puszta, la Gran Planicie Húngara, donde los obligaron a permanecer. Mi padre apenas pudo conseguir un empleo y como resultado él y su familia pasaron mucha hambre y necesidad.
En esta triste situación su esposa se dio cuenta de que estaba embarazada. Mi padre trató de defenderme, pero mi madre no quería que viniera al mundo. Aprovechando la ausencia de mi padre, mi madre trató de abortarme en casa de varias maneras, la última de ellas fue utilizando píldoras de quinina, pero la dosis no fue lo suficientemente efectiva y yo llegué a nacer.
Once años después me enteré de todo esto fortuitamente a través de una conversación entre un familiar y mi padre (quien para entonces se había divorciado de mi madre precisamente por causa del intento de aborto). Lloré toda la noche y no me podía explicar por qué mi madre quiso abortarme.
Actualmente tengo 40 años y soy uno de los editores del boletín de la Sociedad para Salvar a los Niños por Nacer en Budapest. Pero todavía no encuentro una respuesta de por qué mi madre quiso abortarme. Todavía me pregunto dónde está mi madre y cómo puedo amarla. Necesito su amor mientras viva.
Tengo un cuadro encima de mi cama con la foto de la escultura de la Pietá de Miguel Angel. María es la Patrona de Hungría y ahora ella es mi madre y también mi esperanza y mi confianza.
Fuente: Testimonio de Imre Teglasy en el Primer Congreso de Sobrevivientes del Holocausto del Aborto, del 29 de abril al 3 de mayo de 1992, en Ottawa, Canadá, organizado por Human Life International.
Cuando fui a visitar a mi madre enferma nunca imaginé que recibiría la sorpresa de mi vida. Durante la visita hablamos sobre los embarazos y el aborto. Le dije a mamá que no culpaba tanto a las mujeres que se practicaban abortos como a los abortistas, ya que ellas no sabían lo que hacían ni a dónde ir, ni tampoco que había personas y grupos dispuestos a ayudarlas. Mi madre me dijo que estaba de acuerdo conmigo, luego me contó que ella misma había intentado abortarme.
Me explicó que cuando estaba embarazada de mí tenía mucho miedo. Era la época de la depresión en EE.UU., todo escaseaba. Me contó que ella misma se provocó el aborto y consiguió abortar a mi hermano gemelo Desde entonces me esfuerzo más por impedir la matanza legal de los bebés por nacer.
Mi madre ya ha muerto, pero Dios me ha mostrado que Él la ha perdonado. A pesar del dolor que le causaba, mi madre se dedicó a apoyar a mi otro hermano en la labor pro vida desde 1960 y luego a mí en lo mismo. De manera que de la tragedia de mi madre ha surgido mucho bien, gracias a Dios.
Fuente: Testimonio de June Bustos durante el Primer Congreso de Sobrevivientes del Holocausto del Aborto, del 29 de abril al 3 de mayo de 1992, en Ottawa, Canadá, organizado por Human Life International. Actualmente la Sra. Bustos es madre, abuela y voluntaria de la organización pro vida Shield of Roses (Escudo de Rosas). También es hermana del Sr. Kenneth Fisher, el líder pro vida que fundó la organización Holy Innocents Reparation Committee (Comité de la Reparación de los Santos Inocentes).
Miami, 16 de mayo, 01 (ACI).- Una joven de 19 años del estado de la Florida celebró un inesperado pero feliz Día de la Madre el domingo pasado cuando nació su hija sana, pese a habérsele inyectado el abortivo químico methotrexate en una clínica de abortos.
El diario St. Petersburg Times del norte de la Florida informó del sorprendente nacimiento de la "bebé milagro", Alexandria Nicole Saia, nacida el 5 de abril.
Cuando tenía 18 años, Nicole Saia descubrió que estaba embarazada y fue inmediatamente presionada por el enamorado para someterse a un aborto. "Cuando fui a la clínica abortista -cuenta Nicole- hablé con la consejera. Yo estaba llorando y le dije que no quería hacerlo y que no estaba preparada para ello; pero ella le dijo al doctor que yo estaba bien y que debía seguir con el procedimiento".
Sin embargo, dos días después de habérsele inyectado la methotrexate -un agente químico mortal para el bebé en formación- Nicole cambió de idea, le contó a sus padres de su decisión y la familia decidió rezar y confiar al niño por nacer a Dios.
"Yo le dije: 'lo primero que vamos a hacer es rezar y ponerte en las manos de Jesús, porque definitivamente esto está fuera de las nuestras," relata Joan Saia, la hoy feliz abuela.
"Al día siguiente, Nicole llamó a la clínica de aborto para averiguar qué hacer, pero ellos le dijeron que el embrión ya estaba muerto y no había nada que hacer", sigue relatando Joan. "Luego llamó a la farmacia para preguntar sobre los efectos del fármaco y le dijeron que el bebé podía estar todavía vivo, pero con serias deformidades".
El Dr. Steven Roth, un especialista del Genesis Women's Center en Inverness, a quien Nicole y su familia recurrieron, decidió intervenir en el caso, pero le preguntó a Nicole si estaba realmente dispuesta a hacer todo lo posible por salvar al bebé.
Ante la enfática respuesta afirmativa, el galeno trató a Nicole con Leukovorin, un fármaco que se utiliza en tratamiento de cáncer para contrarrestar el efecto destructivo de la quimioterapia. El tratamiento no sólo permitió salvarle la vida de la bebé, sino, milagrosamente, prevenir cualquier malformación.
El Dr. Roth, ha coincidido con Nicole y su familia que el nacimiento normal de la niña es un milagro de Dios. "Nunca en mi vida había recetado Leukovorin. Tuve que llamar a un especialista amigo para averiguar la dosis", dijo el Dr. Roth. "Creo que Dios intervino al abrirme la mente a la idea de ensayar esa opción de tratamiento centrado en solamente proteger al bebé". "Definitivamente Dios estuvo allí desde el primer momento", agregó el médico, quien describió a Nicole como una mujer muy valiente por su cambio de decisión.
Nicole, quien próximamente concluirá su bachillerato en administración de empresas en la Universidad de Saint Leo, dice que no es nada fácil ser una madre soltera. A pesar de la asistencia de sus padres y su hermana menor, y con la ayuda de su abuela, que vive en la casa contigua, descubre que "es muy difícil criar a un bebé a esta edad, pronto debo regresar a trabajar y sigo con el temor de que algo salga mal".
"Sin embargo -agrega Nicole- "no cambiaría a mi hija por nada del mundo. Toda mi familia ha sido maravillosa, además del apoyo que he recibido desde fuera. El "Life Choice Care Center", me ayudó emocionalmente a lo largo de mi embarazo. Mi iglesia y mi universidad también. No podría haber deseado una familia mejor o una mejor red de apoyo".
Cuatro generaciones
Alexandria Nicole Saia, nacida el 5 de Abril 2001, en los brazos de su madre, Nicole Saia, 19. La bebe está rodeada de su abuelta, Joan Saia, 45, a la derecha, y de sus bis-abuela, 72, a la izquierda.(Texto tomado de ACI Digital)
Vea también el Testimonio de una multifacética estrella del canto