Santoral para el mes de abril
ABRIL
1: LIC. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES.
2: SAN FRANCISCO DE PAULA, ermitaño 1416-1507.
4: SAN ISIDORO, obispo de Sevilla y Doctor de la Iglesia. 556-636.
5: SAN VICENTE FERRER, 1350-1419
7: SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, 1651-1719
11: SAN ESTANISLAO DE CRACOVIA, obispo y mártir 1030-1079
13: SAN MARTIN I, papa y mártir.
15: DAMIÁN DEVEUSTER, 1840-1889 (vea una foto histórica)
16: SANTA BERNARDITA SOUBIROUS, 1844-1879
17: BEATA CATALINA TEKAKWITHA, virgen, 1659-1679
23: SAN JORGE, mártir. ¿Siglo IV?
24: SAN FIDEL DE SIGMARINGA, presbítero y mártir 1578-1622
25: BEATO PEDRO DE BETANCUR, apóstol de Guatemala, 1626-1667
28: SAN PEDRO CHANEL, presbítero y mártir, 1803-1841
29: SANTA CATALINA DE SIENA, doctora de la Iglesia.
30: SAN Pío V, papa. 1504-1572
1: LIC. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES.
Anacleto González Flores, el gran batallador y defensor de la libertad religiosa hasta derramar su sangre por ella, nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888. Sus padres fueron, Valentín. González y María Flores. Tuvo once hermanos. tres mujeres y ocho varones; el segundo fue Anacleto, quien creció en la pobreza, casi en la miseria y en el trabajo agotador.
El "maestro", como lo llamaron sus contemporáneos, encarnó el más noble del espíritu de México, pues se enfrentó virilmente al vejamen de la legislación persecutoria injusta. De pequeño, instintivamente inquieto y pendenciero, era el campeón escolar para vengar agravios propios y extraños. Además de las primeras letras, se compenetró del criterio liberal que enseñaba un maestro de escuela oficial pueblerino. A la edad de 17 años oyó predicar una misión de un sacerdote de Guadalajara y, desde entonces su conversión fue total y definitiva. Con el acrisolamiento de la fe, vino también la dilatación de sus horizontes. De 1908 a 1913 perteneció al seminario eclesiástico de San Juan de los Lagos, Jal, obteniendo las mejores calificaciones. Sabiéndose sin vocación sacerdotal, declinó honradamente la oferta de ir a Roma a continuar sus estudios.
En 1922 alcanzó el título de abogado en la facultad de jurisprudencia de Guadalajara. Poco antes se habla inscrito como miembro de la ACJM (Asociación Católica de la Juventud Mexicana). A los ocho meses de recibido, se unió en matrimonio con su novia de hacía cuatro años. Empezó a enseñar historia y literatura en colegios particulares.
En 1925 fue presidente fundador de la Unión Popular de Jalisco; en mayo del mismo año fue solemnemente condecorado, por voluntad de Pío XI, con la cruz "Pro Ecclesia et pro Pontifice". La Unión Popular se incorporó a la liga defensora de la libertad religiosa. Escribió un libro de discursos llamado "Ensayos" y dos trabajos literarios: "El plebiscito de los mártires" y "La cuestión religiosa en México".
Antes de iniciarse el movimiento cristero de 1926, Anacleto luchó para que se evitara la rebelión armada y fue instigador incansable del boicot proclamado entre los católicos, con el fin de crearle al gobierno agresor un estado de intensa crisis económica, que lo obligase a modificar la situación de opresión legal. Apareció como la figura simbólica, por su múltiple y hábil acción, por su vibrante elocuencia tribunicia y periodística y por la fuerza de su proselitismo. Publicaba la revista "Gladium".
El 1º de abril de 1927 fue hecho prisionero en su domicilio y sin proceso ni sentencia al-una, fue cruelmente ejecutado en el cuartel "colorado" de la ciudad de Guadalajara. Se le suspendió de los pulgares, se le azotó, se le torturó para arrancarle los nombres de los lugares donde se ocultaban otros ilustres católicos. Quien vivió para la Palabra, recibió la muerte por el silencio. le hundieron por la espalda una bayoneta. Murió a los 38 años de edad, a mediodía y en un primer viernes del mes.
"En todos los casos, el laico deberá buscar y promover el bien común en la defensa de la dignidad del hombre y de sus derechos inalienables en la protección de los más débiles y necesitados, en la construcción de la paz, de la libertad, de la justicia; en la creación de estructuras más justas y fraternas.
En consecuencia en nuestro continente latinoamericano, marcado por agudos problemas de injusticia que se han agravado, los laicos no pueden eximirse de un serio compromiso en la promoción de la justicia y del bien común, iluminados siempre por la fe y guiados por el Evangelio y por la doctrina social de la Iglesia, pero orientados a la vez por la inteligencia y la aptitud para la acción eficaz. 'Para el cristiano no basta la denuncia de las injusticias, a él se le pide ser en verdad testigo y agente de la justicia'". Juan Pablo II, alocución a los obreros de Guadalajara, 2 AAS LXXI p. 223. Documento de Puebla, nn. 792, 793.
2: SAN FRANCISCO DE PAULA, ermitaño 1416-1507.
La meditación cristiana sobre las humillaciones de Cristo representa un elemento esencial para comprender el misterio de Jesús; estas humillaciones no solamente se extendieron al as-pecto exterior de su pasión, sino que llegaron a la humillación interior, por la cual Cristo tomó el último puesto, el lugar más despreciado de las categorías humanas (Filip 2, 7). "Se entregó" en esta palabra se encierra toda su pasión, aceptó el despojo de todos los derechos humanos, del honor, de la integridad física, de la misma vida. Se hizo "pecado" por nosotros (2 Cor 5, 21). Este es el gran tema de meditación de la vida de todos los santos.
Francisco, nacido en Paola de Calabria, de padres muy pobres, fue el único fruto de una familia que, por largo tiempo anheló tener descendencia. Trabajó como ayudante seglar con los padres franciscanos y, a los 15 años obtuvo el permiso de sus padres y del obispo para retirarse a una cueva de los montes de Calabria, en donde empezó su vida de ermitaño. Poco a poco se le asociaron otros hombres en busca del mismo ideal: una vida austera de oración, penitencia, silencio y trabajo.
En 1454 se levantó, con el permiso del obispo de Cozenza, el primer convento de los her-manos que se llamaron "los mínimos" y después también "ermitaños de san Francisco" Por me-dio de un cuarto voto se comprometieron a la abstinencia de carne y a un ayuno moderado para todo el año.
Después de la aprobación otorgada por el papa franciscano, Sixto IV, se extendieron por toda Italia y otros países, como Francia, España y Alemania.
De Francisco se comprobaron varias curaciones que no necesariamente fueron milagrosas porque él conocía perfectamente el poder curativo de muchas plantas. La caridad de Cristo fue siempre el motor que impulsaba su apostolado entre los enfermos. El emblema escogido para la orden lleva en el escudo la palabra "caridad".
Francisco quiso vivir la existencia mínima y escondida de Cristo; sin embargo, pronto se vio obligado a entrevistarse personalmente con las máximas autoridades de aquel siglo XV: con el papa, con los prelados de la curia romana. quienes buscaban su consejo y, finalmente, con el rey de Francia, Luis XI. Por su fama de taumaturgo, el rey, enfermo de cáncer, exigió, por medio del papa, que el fraile fuera a su lujosa corte, cerca del Tours para curarlo.
Con exorbitantes impuestos que el rey exigía a sus ciudadanos había logrado acumular in-calculables tesoros nuestro fraile al ver al rey nadando en riquezas pero muriéndose a los 60 anos de edad bien pudo decirle. "De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si después pierde su vida"? (Mt 16, 26)
Consta que le dijo que no le implorara milagros a un hombre sino que adorara a Dios, en cuyas manos se encuentra también la vida de los reyes. Así logró el milagro de la conversión interior del rey, quien murió en sus brazos, reconciliado con Dios.
A pesar de su ferviente deseo de regresar a su vida anterior, tuvo que aceptar el cargo de consejero espiritual del nuevo rey, Carlos VIII, guiándolo durante 20 años y dándole el ejemplo de una vida auténticamente franciscana en medio de las vanidades de la corte.
Sus consejos ayudaron a lograr la paz entre Francia, Inglaterra y España.
Murió el 2 de abril de 1507, a los 91 años de edad, en la celda de su convento de Pléssis-les-Tours, construido por el rey francés. Fue canonizado, 12 años después, por el papa León X.
Durante el año de 1562, los calvinistas profanaron su tumba, incineraron sus restos y creyeron, irracionalmente, borrar con estos excesos, la imagen de un hombre tan preclaro.
ORACIÓN COLECTA
Padre de los humildes, que quisiste elevar a Francisco de Paula a la gloria de tus santos, concédenos imitar sus ejemplos y obtener, con su ayuda, la recompensa que has prometido a los humildes. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"Dejen de lado el odio y las enemistades, guárdense cuidadosamente de las palabras hirientes y, si han salido de su boca, procuren que de allí mismo de donde ha salido la herida salga también el remedio: perdónense de manera que, en adelante, no subsista ni el recuerdo de la injuria inferida. porque el recuerdo del mal causado es una injuria, es lo que complementa la cólera y hace que perdure el pecado" San Francisco de Paula, Cartas.
4: SAN ISIDORO, obispo de Sevilla y Doctor de la Iglesia. 556-636.
A la muerte de sus padres, el pequeño Isidoro quedó al cuidado de su hermano Leandro, casi veinte años mayor que él. También Leandro llegó a ser obispo de Sevilla y el papa Gregorio lo elogió y lo calificó de "columna de la ortodoxia" contra la herejía de los arrianos.
Parece ser que la educación del joven Isidoro, vigilada por Leandro, no lo llevó al anticlericalismo, sino que, por el contrario Isidoro se interesó muchísimo por las ciencias teológicas y la vida monástica.
La disciplina de la vida monástica había quedado quebrantada Por los desórdenes políticos que se originaron a raíz de la caída del imperio romano de occidente, por la gigantesca invasión de Europa por parte de los pueblos germanos y también por las divisiones internas de la Iglesia.
Los frailes rogaron a Isidoro presentarles una nueva regla, cosa que realizó con tanta maestría, lógica, orden y espíritu evangélico, que aquella "regla de los monjes" serviría como guía ejemplar durante muchos siglos. Para nosotros es importante hacer resaltar el pensamiento fundamental de San Isidoro, es decir.. delante de Dios todos los hombres son iguales; por lo tanto, en ningún monasterio debe existir la distinción entre hombres libres y siervos.
Llamado para ayudar a su hermano el obispo Leandro, en el gobierno de la diócesis de Se-villa, Isidoro le sucedió después de su muerte, hacia el año 600.
Continuó la ingente obra de conducir al pueblo visigodo de la herejía arriana, en la que había sido educado, a la doctrina y unidad de la Iglesia romana.
Completó la liturgia mozárabe todavía hoy existente entre los godos. Sin exagerar, se puede afirmar que fue el obispo y teólogo más grande de los primeros siglos de la España católica. Como un auténtico Padre de la Iglesia, conoció profundamente todas las lenguas y ciencias clásicas del saber humano, las conservó, unificó y adaptó a la cultura cristiana en varias obras famosos, que fueron leídas y citadas durante toda la Edad Media.
Sobresalen entre ellas la "Etimologías", un libro litúrgico "De officiis", acerca de la ley eclesiástica "Colecta Isidoriana" y muchas otras. Para la historia civil es de valor incomparable la "Historia de los godos". Famosa era su biblioteca, en la cual tenían un puesto de honor todas las ediciones de la Biblia que, entonces, estaban al alcance de los teólogos.
Si España pudo resistir más tarde a los ataques del Islam, se debe seguramente a su pro-funda organización teológica. Esto se demuestra en los decretos que san Isidoro legó para la celebración de sínodos y concilios. Tienen tanta actualidad que, en parte, ayudaron para organizar el Concilio Vaticano II. La costumbre eclesiástica de levantar seminarios diocesanos, fue introducida igualmente por él.
San Isidoro de Sevilla presidió la celebración del cuarto sínodo de Toledo, en el año 633.
En aquel sínodo se determinaron, entre otros artículos, los derechos de la Iglesia en relación con la sociedad civil, para mantener lo que entonces se consideraba de "origen divino": la unión de ambos poderes.
Entregó su alma al Señor el mismo año. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1722.
ORACIÓN COLECTA
Señor nuestro, que despertaste en el obispo san Isidoro una preocupación constante por predicar el Evangelio y fomentar el progreso cultural del mundo, concédenos, por su intercesión, descubrir en nuestra fe un estímulo y una ayuda para trabajar en la construcción de un mundo más humano. Por nuestro Señor Jesucristo. .. Amén.
"La Iglesia considera ciertamente importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona, menos opresivas y menos avasalladoras; pero es consciente de que aun las mejores estructuras, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay una conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen". Pablo VI "Evangelii Nuntiandi" n. 36.
5: SAN VICENTE FERRER, 1350-1419
Proclamar la Buena Nueva de ciudad en ciudad, anunciar el Reino de Dios y la próxima venida de Cristo de país en país, era la misión principal del predicador más grande con que contaba la Iglesia en Europa, a fines de la Edad Media: Vicente Ferrer.
Cuando terminaba el siglo XIV, azotaron a Europa males de toda índole. Millones de seres humanos murieron por la peste; la Iglesia estaba dividida por el gran cisma de occidente; surgieron herejías y supersticiones a tal grado que se creyó cercano el fin del mundo. Para mucha gente este pesimismo originó una profunda y generalizada decadencia de las buenas costumbres. Nuestro santo tuvo el inmenso mérito de detener esta decadencia y, con su infatigable evangelización, logró una profunda transformación de la sociedad.
Vicente nació hacia 1350, en Valencia, como hijo de un notario. A los 17 años de edad ingresó en la orden dominicana. Pronto fue elegido prior de la misma. El cardenal de Lema, defensor del antipapa Clemente VII en Aviñón y sucesor de éste después de su muerte, lo llevó consigo como defensor y quiso darle honores más grandes en su poderosa corte.
El santo, profundamente convencido de su misión de evangelizador, renunció a todo y emprendió su primer gran viaje de predicación en el año de 1399. Durante diez años viajó por Italia, Saboya, Suiza, Alemania, Holanda y Francia. El tema de su predicación era Cristo. En aquel tiempo, muchos predicaban ideas científicas, otros habían transformado el púlpito en un escenario en donde se predicaban a sí mismos.
La pasión de Cristo, la necesidad de la penitencia, la preparación a la última venida de Cristo, fueron demostradas con tanta intensidad en sus sermones de los cuales se conservan más de 100-, que se inició una verdadera cruzada de conversiones entre el clero, los poderosos y la gente sencilla.
Su método era muy popular: El santo presidía a una gran muchedumbre, que le seguía con una cruz de madera, imágenes de santos e instrumentos de música para entonar cánticos religiosos. Lo acompañaban sacerdotes, quienes le ayudaban a confesar y hasta notarios para tomar declaraciones de aquéllos que querían hacer las paces con sus enemigos. En medio de la muchedumbre se distinguían los flagelantes, es decir hombres que se flagelaban mutuamente, a ciertas horas, para expiar crímenes pasados y para ofrecer sus penitencias por el éxito de la campana evangelizadora del santo. En la mayoría de los lugares a donde llegaba la procesión, había tanta aglomeración de personas, que el santo predicador debía ser fuertemente protegido contra los embates de la muchedumbre. El impacto de sus sermones sobre el juicio final era tan fuerte, que empezó a recibir el título de "Ángel del Apocalipsis". Después de esta agobiadora tarea, repetida dos y tres veces al día, se dedicaba a la oración con los enfermos y moribundos.
Se debe mencionar el poderoso influjo social de sus misiones, no sólo por el espíritu de paz que difundía por doquier, sino además por su lucha contra el grave problema de la usura, ruina de la gente necesitada.
Su predicación se vio confirmada con el reconocimiento de sus propios errores. En 1412, públicamente, se separó del antipapa Benedicto XIII, a quien había apoyado con toda su buena fe, contribuyendo así eficazmente a solucionar el escandaloso cisma de occidente.
Su actitud con los judíos españoles todavía es objeto de discusión. En realidad, nadie pue-de valorizar si los 200,000 judíos convertidos obraron de buena fe, impulsados por la predicación del santo o sólo disimularon, en parte, su conversión, para escapar de las graves persecuciones de que, por entonces, eran objeto.
Su enorme actividad se detuvo en la pequeña ciudad de Vannes, en Normandía; donde murió el incansable apóstol en abril de 1419.
Sus restos descansan en la catedral. El papa Calixto III elevó al honor de los altares en 1455.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por la predicación de San Vicente Ferrer quisiste recordar a los hombres que tu Hijo habrá de venir para juzgarnos, concédenos, por sus méritos, prepararnos a la venida del Señor con la observancia de sus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo.. Amén
"El mensaje evangélico no está reservado a un pequeño grupo de iniciados, de privilegia-dos o elegidos, sino que está destinado a todos. La Iglesia hace suya la angustia de Cristo ante las multitudes errantes y abandonadas, 'como ovejas sin pastor' y re pite con frecuencia su palabra: 'Tengo compasión de la muchedumbre' ". Pablo VI "Evangelii Nuntiandi", n.57.
7: SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, 1651-1719
Entre los grandes educadores de la humanidad figura destacadamente Juan Bautista de la Salle, aunque a veces, los manuales de pedagogía no citan su nombre. Vivió en la época del "rey sol", Luis XIV, cuando se abrió un abismo entre la nobleza y la burguesía: allá lujos y privilegios, acá miseria, por los impuestos y la discriminación.
En favor del proletariado surgió un hombre que voluntariamente dejó las comodidades de su clase social, para conducir a la juventud abandonada a una vida más digna. Juan Bautista de la Salle, nacido en Reims, el 30 de abril de 1651, como hijo mayor de un consejero del tribunal supremo de la provincia; dotado y educado, hubiese podido escalar los máximos honores y cargos del Estado. Empero, se decidió por el estado eclesiástico y recibió el sacerdocio en 1678.
El canónigo Rolando, al morir, le encargó a nuestro santo cuidar las escuelas de niñas, administradas por las hermanas del Santo Niño Jesús. Juan Bautista descubrió miserias, tanto corporales como espirituales, que clamaban al cielo. Un año más tarde inauguró la primera escuela pública para niños pobres. Los maestros eran hospedados en su casa con el fin de llevar una vida en común y una instrucción organizada, lo que le acarreó el enojo de sus parientes. Al inquietarse los profesores por la inseguridad del salario, prescindió de su canonjía y en la hambruna del año 1684, distribuyó toda su herencia paterna entre los pobres.
Para dar mayor seguridad a su obra, Juan Bautista invitó a los maestros a fundar una comunidad conventual, mediante una promesa sencilla de tiempo limitado. Los maestros lo siguieron de buena gana.
Siete años más tarde, esas promesas temporales se transformaron en compromisos de por vida. "Hermanos de las Escuelas Cristianas" se llamó la pequeña congregación que, creciendo lentamente, abrió escuelas gratuitas en las demás ciudades de la Champagne, en París, Rouen, y otros lugares. Su pedagogía es tan sencilla como sana; capta al hombre entero; no sólo su habilidad de pensar o sus capacidades técnicas.
Aunque el fundador, ante todo, pensó en la juventud proletaria, sus dotes geniales y su cariño a la juventud, lo impulsaron a una organización amplia del sistema educativo. En lugar de la instrucción personal, introdujo la instrucción en conjunto. También fue el creador de las primeras escuelas normales y vocacionales, organizando la planificación de los estudios según el sistema escolar moderno. Por amor a la juventud, aceptó las privaciones más difíciles y pidió lo mismo de sus compañeros en la hermandad.
Los últimos cuarenta años de la vida de san Juan Bautista, se convirtieron en una verdadera cadena de persecuciones. El gremio de los "maestros de primeras letras" lo acusó ante el Parlamento y destruyó toda la organización de sus escuelas; la secta de los jansenistas calumnió al dinámico educador. Varios de sus colegas lograron su destitución y por fin, para colmo de males, basándose en mentiras y malas interpretaciones, la autoridad eclesiástica lo privó de sus derechos eclesiásticos.
En esta forma, Francia le agradeció a uno de sus hijos más nobles el sacrificio de su vida. La Salle se había entregado totalmente a Dios y se consideraba como el "más pequeño", al cual correspondía el último lugar entre los hermanos.
Al ser sustituido en su cargo de superior general, en 1717, empezó a prepararse para su muerte, que acaeció el 7 de abril de 1719, en Saint Yon, cerca de Rouen.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que elegiste a san Juan Bautista de la Salle para educar cristianamente a los jóvenes, promueve siempre en tu Iglesia educadores y maestros, que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: sólo él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". Juan Pablo II, Catechesi Tradendae, n. 5.
"Vuestro instituto, a lo largo de estos tres siglos, se ha extendido, en medio de duras pruebas y grandes dificultades, en el mundo entero, con una progresión que nadie ha podido detener, porque está animado, fecundado, sostenido por la gracia de Dios, a la que millares y millares de hermanos han respondido con dedicación y generosidad ejemplares. Los 10l her-manos que componían vuestra congregación religiosa en 1719, año de la muerte de vuestro santo fundador, se ha convertido actualmente en cerca de 11 000; y las 23 casas de entonces han llegado a ser ahora más de 1300. Estas cifras, tan significativas y elocuentes son la prueba del dinamismo interior y de la vitalidad fecunda de una institución que fue verdaderamente providencial para la época en que surgió y que conserva todavía su valor en el contexto de la Iglesia y de la sociedad contemporánea…" Juan Pablo II, Carta al Superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, 13 mayo, 1980.
11: SAN ESTANISLAO DE CRACOVIA, obispo y mártir 1030-1079
Este gran santo de Polonia, confesor y mártir, como un segundo Juan el Bautista, se rebeló contra el adulterio de su escandaloso rey y por eso, perdió la vida.
Fue un hijo largamente esperado, fruto de 30 años de fe y oraciones. Su padre, militar de la alta nobleza, lo envió a París para cursar leyes y teología, dadas sus dotes intelectuales y morales.
Al regresar a su tierra natal ya no encontró a sus padres; distribuyó su herencia entre los pobres y entró al cabildo catedralicio del obispo Lamberto de Cracovia, quien lo ordenó sacerdote.
A la muerte de Lamberto, Estanislao fue declarado su sucesor, por unanimidad de votos; al aceptar el obispado de Cracovia ante Dios y ante la Iglesia, perdió todo temor a la malicia de los hombres.
Para dar buen ejemplo, duplicó sus ejercicios de penitencia, ayunó con rigor, usaba ropa corriente y, a cualquier hora, atendía hasta al pordiosero más humilde. Rápidamente la fama de su bondad se extendió por todo el país; a menudo los pobres rodeaban su casa con la seguridad de no retirarse con las manos vacías.
En sus viajes anuales de visita pastoral, se enteró de la indolencia, rencor, superstición y escándalo público de príncipes y clérigos. No descansaba hasta que los culpables se arrepentían y mejoraban su conducta, logrando todo esto a base de bondad y de castigo.
Pero no pudo acabar con uno de los grandes escándalos: el comportamiento adúltero del rey Boleslao II, que servía de pretexto a súbditos para disculpar su propia degeneración moral. Nadie se atrevía a enfrentarse al rey cuando éste raptaba a las mujeres de sus vasallos, a los que mandaba decapitar.
El obispo Estanislao, en cambio, amenazó con excomulgarlo si en sus actos de violencia. El déspota rey se rió de él y trató de presentarlo ante el pueblo como un farsante, pero no tuvo éxito.
El obispo lo amonestó otras dos veces y luego lo excomulgó. Boleslao, furioso, resolvió asesinarlo. Sus primeros intentos fallaron.
En vano rogaron con insistencia al obispo Estanislao que huyera las asechanzas del rey. No quiso abandonar su grey como un mercenario cobarde, sino cumplir valientemente su obligación de pastor.
Las amenazas se cumplieron. En la solitaria iglesia de san Miguel, en las afueras de Cracovia, Estanislao fue asesinado durante la misa, el 11 de abril de 1079. Su cuerpo, mutilado, quedó abandonado en el campo para servir de alimento a los lobos y a los cuervos.
Con la muerte de Estanislao se completó la conversión de su pueblo.
Los restos de san Estanislao descansan en la catedral de Cracovia. La Iglesia, además de proclamarlo patrono de Polonia, celebra su memoria el 8 de mayo.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios nuestro, tú que otorgaste al obispo san Estanislao la gracia de morir por la fe, concédenos, por su intercesión, la gracia de vivir conforme al Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén
"Estanislao había nacido en la primera mitad del siglo XI, en la localidad de Szczepanów, en las cercanías de Cracovia. Por su profunda piedad y su preparación cultural fue nombrado canónigo de la catedral por el obispo Lamberto Zula. A la muerte de Lamberto, el papa Alejandro II, a petición del clero, del pueblo y del mismo rey, Boleslao II el Audaz, elevó a Estanislao a la sede de Cracovia.
Dice la historia que las relaciones entre el obispo Estanislao y el rey Boleslao II, serenas al principio, se deterioraron después a causa de las injusticias y crueldades cometidas por el rey contra sus súbditos. El obispo de Cracovia, auténtico 'buen pastor' (Cf. Jn 10, 10.14), defendió a su grey. El rey respondió con la violencia. El obispo Estanislao fue muerto mientras celebraba la Eucaristía todavía están bien visibles las señales de los duros golpes mortales en el venerado cráneo del mártir, preciosamente conservado en un artístico relicario". Juan Pablo II, discurso a los cardenales y obispos invitados a la celebración de san Estanislao, en Cracovia, 9 junio, 1979.
13: SAN MARTIN I, papa y mártir.
Nació en Todi, región de Umbría, Italia y formó parte del clero romano. El papa Teodoro I lo envió como nuncio a Constantinopla y, a la muerte del mismo Teodoro, fue nombrado papa, en julio del 649. En octubre del mismo año, Martín convocó un Concilio en Letrán, al que asistieron más de un centenar de obispos, los cuales condenaron la herejía de los "monotelitas" llamados así porque no reconocían en Cristo sino una sola voluntad, la divina, negándole la plenitud de la naturaleza humana.
Hacia largo tiempo que este asunto turbaba a la Iglesia. El emperador Heraclio (610-641) había dado, en 638, un edicto en favor de los herejes, llamado "ectesis", y el emperador Constante II (641-668) había promulgado otro, llamado "tipo o formulario", por el que prohibía discutir el tema de las dos voluntades de Cristo.
El papa Martín escribió a todos los obispos católicos una carta llena de vigor apostólico, acompañada con las actas del Concilio. "El Señor nos ha mandado señalar el bien y el mal", decían los Padres conciliares, "no rechazar el bien junto con el mal. No debemos negar el error al mismo tiempo que la verdad".
Irritado el emperador Constante por este procedimiento, mandó secuestrar al pontífice el 17 de junio de 653, quien se hallaba enfermo y se había refugiado en la basílica de San Juan de Letrán. Después de un penoso viaje, llegó Martín a Constantinopla, muy debilitado por una grave disentería. Durante más de tres meses estuvo encerrado en una prisión obscura. Luego fue condenado a muerte por el delito de traición. En realidad, la causa fue la de haberse negado a firmar el edicto imperial. Fue degradado delante de los senadores y del emperador. Tras vergonzosos denuestos y malos tratamientos, se le detuvo en prisión otros tres meses.
Por mediación de Pablo, patriarca de Constantinopla, monotelita, arrepentido por su comportamiento con Martín, se le conmutó a éste la pena de muerte por destierro perpetuo. Se le condujo al Quersoneso, en Crimea, en abril de 654. Allí, consumido por los padecimientos infligidos, murió probablemente el 13 de abril de 656, el último de los papas venerados como mártires. El Martirologio Romano dice que sus restos fueron trasladados a la iglesia de san Silvestre y san Martín, en Roma.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, afrontar las luchas y adversidades de la vida con la misma fortaleza con que soportará el papa san Martín, por causa de la fe, las amenazas y el martirio. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Este sacrosanto Concilio renueva lo que han declarado los Sacrosantos Concilios anteriores y los romanos pontífices, a saber, que para el restablecimiento y mantenimiento de la comunión y de la unidad, es preciso no imponer ninguna otra carga más que la necesaria (Hechos 15, 28) Desea asimismo, vehementemente, que en adelante se dirijan al logro paula-tino de esa unidad todos los esfuerzos en los varios institutos y formas de vida de la Iglesia, sobre todo con la oración y con el diálogo fraterno, acerca de la doctrina y de las necesidades más urgentes del cargo pastoral en nuestros días. Concilio Vaticano II, Decreto sobre el Ecumenismo, n. 78.
15: DAMIÁN DEVEUSTER, 1840-1889
La tercera Conferencia de los obispos de América Latina en Puebla (1979), trató, como uno de los temas principales, la estrecha relación que hay entre la predicación de la salvación eterna y la promoción del bienestar temporal, es decir la liberación integral del ser humano.
Este ideal evangélico ha sido ya puesto en práctica por muchos grandes misioneros en la historia de la Iglesia, entre ellos, el padre Damián, que vivió, sufrió y murió voluntariamente entre los leprosos de Molokai en el siglo pasado.
Hasta los 18 años trabajó Damián en un rancho de sus padres, donde lo esperaba un futuro seguro y hasta una considerable riqueza. Sin embargo, le sobrevino la inquietud de la cual habla san Agustín: "Nuestro corazón está inquieto, hasta que descansa en ti, Señor". Viajó a la ciudad de Loewen para visitar a su hermano el Rev. Padre Pánfilo, de la congregación de los misioneros de los sagrados corazones de Jesús y María.
De inmediato decidió ingresar en el noviciado de la congregación y realizar todos los estudios necesarios para convertirse en misionero de Cristo. Celebró su primera santa misa en tierra de misión, es decir en Honolulu y después trabajó nueve años entre la gente más humilde de las islas de Hawai.
Entrevistándose con su obispo Maigret, en 1873, oyó que los leprosos en la isla de Molokai no tenían ningún sacerdote que los asistiera viviendo con ellos. Por segunda vez sintió la voz de Cristo y se decidió, de inmediato, a convertirse en pastor de aquellos seres totalmente marginados. Conmovido por tanta generosidad, el obispo lo envió allá por el tiempo que pudiera soportar. Aquellos mil leprosos que vivían en Molokai, por primera vez encontraron una persona que voluntariamente los había escogido sin distinción de credo y raza. Lo amaron como a un padre.
El principio de su ayuda fue integro. "Levantar el ánimo, distraer y convertirlos". Al ver la inmensa miseria de aquellos hombres que conscientes de la gravedad de su mal, en su desesperación, se entregaban a toda clase de vicios o a una inmensa apatía, el padre trató de infundirles ánimo y de organizarlos.
Dotado nuestro misionero, como buen campesino, de sentido práctico, ayudó a construir unas 400 casitas limpias. Mandó quemar las miserables y sucias chozas de paja y caña, donde vivían en forma inhumana. Asimismo les construyó conductos de agua potable. No sin esfuerzos, logró que las autoridades del gobierno y algunos bienhechores, construyeran un hospital, una escuela y una casa de huérfanos, dotándolos con personal competente. Este personal, venido de las islas, se turnaba voluntariamente para ponerse a disposición de aquellos seres tan abandonados, a los que por fin se les trataba como a seres humanos. También el padre Damián formó diferentes coros, una banda de música, grupos de deporte y de teatro.
A su predicación y a sus misas se acercaban también los paganos y los bautizados no católicos, porque toda la vida del misionero fue un testimonio de que Cristo encarnado quiere vi-vir, sufrir y reinar en cada ser humano.
En el décimo segundo año de su estancia voluntaria en la isla de Molokai, empezaron los primeros síntomas de la lepra en el cuerpo del heroico misionero. Cuatro años duró su pasión. Ya durante su vida el Señor dispuso un cierto milagro: "La lepra empieza generalmente por carcomer los dedos y los miembros superiores. Pero los dedos y las manos del P. Damián quedaron intactos durante el desarrollo de la enfermedad, de manera, que pudo celebrar la mi-sa y repartir la sagrada comunión hasta poco tiempo antes de su muerte, acaecida el día 15 de abril de 1889.
Su vida heroica es ejemplar para aquella santidad que el mundo moderno espera de la Iglesia: Un amor total hacia Dios y hacia el prójimo: hacia el prójimo más pobre y abandonado.
"Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso el servicio a los pobres es la medida privilegiada, aunque no excluyente, de nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelización, que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente". Documento de Puebla, n. 1145.
16: SANTA BERNARDITA SOUBIROUS, 1844-1879
El 22 de septiembre de 1909 se abrió la tumba de Bernardita Soubirous treinta años después de su muerte; se encontró su cadáver sin la menor señal de descomposición, mientras que el paño mortuorio estaba completamente deteriorado y la cruz de su catafalco se veía oxidada. Este cuerpo, extraordinariamente conservado, descansa actualmente en un sarcófago de oro y cristal en la capilla del convento de Nevers, cerca de Lourdes.
Bernardita nació en 1844, en Lourdes. Sus padres, muy pobres, habitaban el oscuro sótano de una vieja casona, a donde nunca llegaba un rayo de sol.
Bernardita, desde su niñez, fue atacada por diversas enfermedades, particularmente por el asma. Tuvo que soportar la pobreza, el frío y el hambre; sin embargo, jamás perdió su natural alegría.
Por descuido de su familia y por sus deficiencias en la escuela, no había hecho la primera comunión todavía a los 14 años.
La Virgen María, quien había cantado, con el alma rebosante de alegría: "A los humildes los ha elevado", se dignó manifestarse a Bernardita, el 11 de febrero de 1858, a orillas del río Gave, donde ésta había ido en busca de leña. En la gruta de la roca Massabielle, Bernardita vio, de repente, por encima de un arbusto de rosas silvestres, una juvenil señora, de belleza sobrenatural, con un rosario blanco en el brazo derecho. La señora pidió a la asustada jovencita acercarse y le enseñó a hacer la señal de la cruz. Durante los siguientes quince días, Bernardita, vio casi diariamente la misma aparición, habló con ella, la Virgen le prometió hacerla feliz, no en esta vida, sino en la gloria de Dios y finalmente, le pidió rezar por los pecadores.
Bernardita estaba profundamente conmovida, pero no excitada de manera enfermiza, sino más bien transfigurada por una felicidad interior. Impulsada por sus padres y sus compañeras, que no podían explicarse el cambio de su manera de ser, tuvo que informar, en contra de su voluntad, acerca de su experiencia.
Los más jóvenes se reían de ella, hablaban de imaginaciones y la llamaban, sin temor, "cabeza hueca"; la madre le quería quitar esas extravagancias a golpes de látigo. Esta gente áspera de las montañas, será cualquier cosa menos ansiosa de milagros. Bernardita, prácticamente, tuvo que arrancarles a sus padres el permiso para volver a la gruta.
La afluencia de curiosos hacia la gruta, aumentaba cada vez hasta que, al final, diez mil personas ascendían por la cuesta de Massabielle en los días de mercado y observaban a la vi-dente.
Las autoridades consideraron que ya era tiempo de intervenir y de ponerle fin a esa "superstición". Bernardita estaba vigilada por los gendarmes y fue interrogada varias veces. Trataban de intimidaría, de hacerla incurrir en contradicciones, de prohibirle ir a la gruta, todo en balde. El prefecto de Tarbes la quería encerrar en un hospital o un manicomio.
Bernardita seguía siendo lo que siempre fue: una criatura amable modesta con gracia natural " dos veces al día recibía instrucción para su primera comunión, una jovencita dotada de tan exquisita sensibilidad, que sufría más en los interrogatorios que en los propios ataques de asma.
Desde 1860, fue aceptada en el hospicio como enferma; allí ayudaba en la cocina y en el jardín. De esta manera se sentía un poco alejada de la afluencia de los visitantes, pero no de las incontables preguntas de la comisión episcopal investigadora, la que, durante cuatro años, observó y examinó a fondo los hechos antes de declarar: "En el santo nombre de Dios, noso-tros creemos que la Inmaculada Madre de Dios, María, realmente se ha aparecido a la jovenci-ta Bernardita Soubirous. Le aparición posee todos los signos de verdad y los fieles tienen de-recho a creer en ella".
La suerte de Bernardita en este mundo, fue tal y como la Madre de Dios lo había predicho: pobreza y sufrimiento aún en el mismo convento de Saint Gildard, en Nevers en donde entró, el 8 de julio de 1866.
El obispo de Nevers le había proporcionado la admisión en el convento. Allí Bernardita esperaba encontrar un poco de paz; pero las monjas, decepcionadas por la ingenuidad de corazón de la joven de alma cándida, habiéndosela imaginado como una segunda Teresa de Ávila o Catalina de Siena, le hicieron sentir, con amargura, el bajo concepto que tenían de ella.
Se aplazaba su fecha de profesar simplemente por los argumentos de que "era una pequeña criatura tonta, que no servía para nada". Bernardita había dicho, una vez: "Vean ustedes, mi historia es muy sencilla: la Virgen se ha servido de mí y luego me ha colocado en un rincón. Este es mi lugar ahora, aquí estoy feliz y aquí me quedo".
A principios del año de 1879, evidentemente, se acercaba el fin de su vida. Aparte del asma, la martirizaban el reumatismo, una tos con expectoraciones sanguinolentas y una angina de pecho, mientras que la tuberculosis ósea la obligaba a guardar cama, sin ninguna esperanza.
Santa Bernardita murió después de una larga y dolorosa agonía, el 16 de abril de 1879, con la última oración pletórica de humildad: "¡Santa María, Madre de Dios, ruega por mi, pobre pecadora, pobre pecadora, pobre pecadora!".
El 14 de junio de 1925, fue beatificada y el 8 de diciembre de 1933 fue declarada santa, por el papa Pío XI.
ORACIÓN COLECTA
(Comunión de Vírgenes)
Señor nuestro, tú que te complaces en habitar en quienes, te sirven con un corazón puro y sincero, por intercesión de santa Bernardita virgen, ayúdanos a vivir según tu voluntad, para que seamos dignos de que vivas en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"Volví allí durante quince días, y la Señora se me apareció cada día, fuera de un lunes y un viernes, insistiendo en que tenía que decir a los presbíteros que se le había de edificar allí una capilla, que tenía que ir a la fuente a lavarme y rogar por la conversión de los pecadores.
Varias veces le pregunté quién era, pero ella se limitaba a sonreír dulcemente; finalmente, poniendo los brazos en alto y levantando los ojos al cielo, me dijo que era la Inmaculada Concepción". Santa Bernardita Soubirous, Carta.
17: BEATA CATALINA TEKAKWITHA, virgen, 1659-1679
Nació en 1659 TEKAKWITHA; era hija de un noble indio de la tribu de los mohawks Su nombre significa la que coloca las cosa en orden Su aldea estaba situada cerca de Auriesville en el estado de Nueva York Muy cerca de dicha aldea 10 años antes Juan de Brébeuf y sus hermanos de la Compañía de Jesús murieron martirizados por Cristo.
El padre de Tekakwitha era aun pagano, su madre de la tribu de los algonquinos había abrazado la fe cristiana. A causa de los pocos misioneros y la falta de catequistas la preparación de aquellos primeros cristianos entre las tribus de los indios de Estados Unidos de Norte-américa era muy deficiente
A los cuatro años de edad la niña quedó huérfana. Una epidemia de viruela mató a sus padres y a su hermanito recién nacido. Ella misma contrajo la enfermedad pero pudo vencerla y recuperarse poco a poco con los cuidados de Anastasia, una amiga cristiana de su madre. Sin embargo, desde entonces, su salud quedó muy quebrantada: fue perdiendo la vista y su cara quedó cubierta de cicatrices.
Su tío Jowerano, también jefe de los indios mohawk la adoptó, según las costumbres del pueblo, y entregó la niña al cuidado de dos tías, que vivían con él. En los siguientes años aprendió todos los quehaceres de una joven indígena tanto en la casa como en el campo. El tío y toda su familia habían rechazado la fe cristiana de los misioneros blancos y lógicamente no aceptaban que Anastasia influyera en su sobrina, a tal grado que la pobre Anastasia decidió emigrar a uno de los pueblos ya cristianos en el vecino Canadá.
Cuando Tekakwitha tenía 18 años, llegaron los padres jesuitas a la aldea de los mohawk. Para mantener la paz con las poderosas tropas francesas de ocupación, el jefe de la tribu permitió la predicación de la "buena nueva".
Entre los primeros que se interesaron por la catequesis estaba aquella muchacha, que fue conocida más tarde como "El Lirio de los mohawk".
El domingo de Pascua de 1676, recibió el bautismo de manos del padre jesuita Jacques de Lamberville en la capilla misionera de san Pedro de Fonda. El sacerdote le dio el nombre de "Catalina".
Desde el momento de su conversión, empezó un verdadero martirio para Catalina de parte de sus familiares, todavía paganos. Siempre que iba a la capilla para participar en la santa misa o para la adoración al santísimo sacramento, tenía que soportar toda clase de insultos, golpes y hasta pedradas. Podemos considerar a la nueva beata como testigo heroico de la "santificación del domingo", profanado por tantos malos católicos. Por la fiel asistencia a la misa dominical y por la observancia del precepto eclesiástico del descanso religioso, sus parientes no sólo la humillaban, sino que la dejaban sin probar bocado.
Catalina, en una resolución digna de los primeros cristianos, renunció absolutamente a todos los ritos paganos de su tribu y asimismo se negó rotundamente a contraer matrimonio con el joven indígena designado por sus parientes.
Ni las amenazas, ni los golpes, ni las astutas tentaciones de sus parientes, pudieron quebrantar la heroica firmeza de Catalina, quien al romper con todas las costumbres paganas, buscaba la libertad de Cristo. En la veneración a la Santísima Virgen María, encontró Catalina la dignidad incomparable de la mujer y a la vez una fuerza especial para Soportar los sufrimientos cotidianos.
Finalmente, el padre Jacques de Lamberville, S.J., la convenció de que huyera en compañía de dos cristianos, a La Prairie, población católica, situada a 300 kms. de su aldea, ya en territorio canadiense.
Catalina conocía sus limitaciones: estaba enferma, casi no veía y sabía perfectamente que corría el peligro de ser asesinada por los despechados miembros de su tribu. Se decidió y en medio de grandes penalidades, pudo presentarse en el otoño de 1677, al párroco de Canawaga, con una carta del padre Jacques, que decía lo siguiente: "Te envío a Kateri Tekakwitha. Pronto vas a descubrir qué clase de joya te he encomendado. ¡Cuídala bien!".
El nuevo párroco tomó a su cuidado a Catalina, la formó como catequesis de los niños y le encargó la atención de los enfermos y ancianos.
En la fiesta de la Anunciación de 1679, ofreció a Dios el voto de Perpetua virginidad, de-ntro del estado seglar. Poco después, su salud empezó a decaer, y al inicio de 1680, se patente que esta joven vida, consagrada a Dios, pronto iba a extinguirse
El 17 de abril -miércoles de la Semana Santa de l680 terminó su pasión. En el momento de su muerte, lo atestiguan los misioneros y personas presentes, el rostro de la joven, desfigurado por las cicatrices y los sufrimientos, se transformó en un rostro de celestial belleza: las cicatrices habían desaparecido completamente y en los labios se dibujaba una sonrisa angelical.
A partir de su muerte, entre los habitantes de la población, especialmente entre los indígenas empezó a desarrollarse la convicción de su santidad y valimiento ante Dios, comprobada por numerosas gracias y prodigios.
El papa Pío XII la declaró "venerable" en 1943.
El papa Juan Pablo II, la beatificó el 22 de junio 1980 como la primera seglar y la primera beata indígena de los Estados Unidos de América.
En el lugar de su nacimiento, en Auriesville, N. Y., se levanta actualmente un imponente santuario en honor de los mártires católicos de los Estados Unidos, en donde también se honra la memoria de Catalina Tekakwitha.
"Al celebrar a los santos que por amor al Reino de los cielos se consagraron a Cristo, re-conocemos tu Providencia admirable que no cesa de llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará en el cielo, Por Cristo nuestro Señor". Prefacio para las santas vírgenes y para los religiosos.
21: SAN ANSELMO, 1033-1109
La fama adquirida por san Anselmo en el campo de la teología católica, lo coloca en un lugar prominente entre san Agustín y santo Tomás de Aquino. Lugar bien merecido por el pro-fundo esfuerzo del santo de penetrar en el tesoro de las verdades reveladas, a través de la inteligencia humana.
Anselmo nació en el castillo de Clos-Châtel en Aosta. A los veinte años de edad, viajaba por Borgoña y Francia. Durante seis años anduvo de viaje indeciso todavía sobre su futura vocación. A los veintiséis años de edad se decidió a entrar en el convento benedictino de Bec, en Normandía, dónde se hizo amigo fiel de un paisano suyo, el famoso fraile Lanfranco, quien fue nombrado más tarde arzobispo de Canterbury par influjo de los normandos, por entonces, dominadores de Inglaterra.
En el año 1063, Anselmo fue elegido prior y quince años tarde, por unanimidad, abad de Bec. Recordemos la importancia religiosa y política de un abad en el siglo XI. Anselmo no aceptó privilegios feudales, sino que fue el primer teólogo que luchó abiertamente contra el negocio de los esclavos.
Todos reconocieron en él la conducta cortés y paciente. Estaba dotado de una gran capacidad pedagógica y científica. Era capaz de explicar, con absoluta claridad, toda la metafísica de san Agustín, así como presentar los fundamentos racionales. del dogma católico.
Durante los treinta años de su estancia en Bec, san Anselmo sobresalió como hombre de oración.
Su famoso libro titulado "Proslogium" es una guía para amar a Dios como un amigo. Anselmo pretende conducir al lector, por medio de sus facultades espirituales, a la presencia de Dios y hacerlo reposar místicamente en la esencia divina por medio de Jesucristo. "No quiero comprender para creer -escribió Anselmo-, sino creer para comprender, pues sé muy bien que, sin la fe, no comprendería absolutamente nada".
Durante el año de 1093, se vio turbada la paz monacal para nuestro santo. A la edad de sesenta años, contra toda su voluntad, fue llamado a suceder en la sede arzobispal de Canterbury, a su difunto amigo Lanfranco. Siendo un hombre eminentemente pacífico, se vio obligado a luchar en pro de la Iglesia católica, contra los mismos reyes de Inglaterra, Guillermo II y Enrique I. Despóticamente, estos reyes, pretendían apoderarse de los bienes eclesiásticos, decidir el nombramiento de los obispos y atacar la autoridad del papa Urbano II.
Como consecuencia de su férrea postura, fue desterrado de su sede arzobispal en dos ocasiones.
Es conveniente hacer resaltar una de las previsiones geniales de san Anselmo en su pensamiento teológico. En oposición a la teología tradicional. que quería llegar a la fe solamente por el camino de los argumentos de la Sagrada Escritura o de los santos Padres, nuestro santo quiso también llegar a la fe por medio de la razón humana. Es decir el único camino posible para los incrédulos.
Siendo Dios la única fuente de toda verdad, no puede haber ningún argumento de la razón contraria a la fe cristiana. El que recibe el don de la fe en Dios, tiene que usar también la razón para entender mejor las verdades reveladas. Así nos explicamos, dice san Anselmo, cualquiera de las verdades reveladas por Dios; por ejemplo la encarnación de Jesucristo nuestro Señor. Asumiendo nuestra naturaleza, sin dejar de ser Dios, su vida, pasión, muerte y resurrección adquieren un valor infinito. Sólo así pudo reparar, ante el Padre celestial, las maldades de to-dos los tiempos.
San Anselmo murió a los sesenta y cinco años de edad, el 21 de abril de 1109. La Iglesia anglicana lo honra como su protector. Su tumba se encuentra en la catedral de Canterbury.
ORACIÓN COLECTA
Dios eterno y todopoderoso, que concediste al obispo san Anselmo la gracia de profundizar en tu misterio y de enseñarlo a los hombres, ilumina nuestro entendimiento con la luz de la fe, a fin de que comprendamos y amemos cada día misma la verdad que nos has revelado. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"¿Y cómo no mencionar aquí la famosa oración que san Anselmo puso al comienzo de su 'Proslogio'?
Es una oración tan sencilla y tan bella, que puede ser un modelo de invocación para el que se dispone a 'estudiar a Dios': 'Dios, enséñame a buscarte y muéstrate a mí que te busco, ya que no puedo ni buscarte ni encontrarte si tú mismo no te muestras'. (Prosl. 1).
Un auténtico trabajo teológico, digámoslo con franqueza, no puede ni comenzar ni concluir si no es de rodillas, al menos en el secreto de la celda interior, donde siempre es posible 'adorar al Padre en espíritu y en verdad' (Cfr. Jn 4, 23)". Juan Pablo II, Alocución, 15 Octubre, 1979.
San Anselmo de Cantorbury - Biografía
Exhortación a la Contemplación. Capítulo I del Proslogion (San Anselmo de Canterbury)
23: SAN JORGE, mártir. ¿Siglo IV?
Sobre la vida de este santo mártir constan dos hechos ciertos su existencia y su muerte en el martirio Las últimas reformas litúrgicas han pretendido eliminar su culto público. De hecho la Sagrada Congregación de Ritos suprimió del calendario la fiesta de san Jorge. Probable-mente vivió y murió durante las persecuciones anteriores a Constantino en algún lugar cercano a Palestina. En Lyda de Palestina fue dedicada, en su honor, una basílica en el siglo IV, frecuentemente visitada por peregrinos de Jerusalén. En el año 1191 esta basílica fue destruida por el furor islámico de las tropas de Saladino.
El culto a san Jorge es muy antiguo y seguramente se extendió por toda Europa, por medio de los caballeros de las Cruzadas, que lo invocaban en sus encarnizadas batallas.
Las leyendas de su victoria sobre un poderoso dragón, el rescate de la hija del rey y las diferentes torturas que, sufrió por órdenes del gobernador Daciano, junto con espectaculares milagros en su favor, figuran en los relatos populares que surgieron, probablemente, en el siglo XII. Muchos países, ciudades e instituciones, como la de los "boy scouts", lo han elegido como patrón. La razón es el hecho de que san Jorge representa una actitud evangélica esencial. Es un hombre sincero, heroico y fiel hasta la muerte en su lucha contra el enemigo. Asimismo, vemos en su vida realizado el famoso aforismo de Cristo "Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios" (S. Mateo 22, 21).
Ciertamente el Cesar, al pretender la apostasía de los cristianos excedía los límites de su jurisdicción. Por lo tanto, san Jorge, junto con millones de cristianos mártires, prefirieron per-der la vida terrena antes que ceder a sus exigencias irracionales. San Jorge, dio a Dios lo que le pertenecía: su conciencia, su lealtad, su misma vida para obtener la eterna. nuestro santo tiene importancia ecuménica, porque es muy honrado en las Iglesias ortodoxa y anglicana. El rey Eduardo III de Inglaterra fundó "la Orden de la Charretera" y nombró a san Jorge patrón principal. Actualmente hay más de 150 iglesias anglicanas dedicadas a san Jorge en Inglaterra. El papa Benedicto XIV lo nombró protector de aquel país. Su intercesión puede, ciertamente, obtener que el pueblo inglés se vea libre de la exagerada injerencia del Estado en los asuntos de Dios y de la Iglesia (véase la vida de santo Tomás Moro, el 22 de junio).
En nuestra vida moderna, debemos presentar a los cristianos que conducen vehículos, un modelo de caballerosidad y buenas maneras San Jorge y san Cristóbal están llamados a ser protectores y modelos de los conductores de automóviles. ¡Qué útil sería, en nuestros días, suplicar a estos santos un mayor espíritu de responsabilidad, un mayor cuidado de las vidas humanas y sobre todo, el vencimiento del dragón del alcoholismo, la vanidad e irresponsabilidad, vicios que continuamente están ensangrentando nuestras calles y carreteras!
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que concediste a san Jorge el don de fortaleza para seguir a Cristo hasta el mar-tirio, compadécete de nosotros y, por sus méritos e intercesión, ven en ayuda de nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén
"El culto que Dios nos pide -expresado en la oración y la liturgia se prolonga en la vida diaria, a través del esfuerzo por convertirlo todo en ofrenda. Como miembros de un pueblo ya santificado por el Bautismo, los cristianos estarnos llamados a manifestar esta santidad. 'Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto' (Mt 5. 48). Santidad que exige el cultivo de las virtudes sociales como de la moral personal. Todo lo que atenta contra la dignidad del cuerpo del hombre, llamado a ser templo de Dios, implica profanación y sacrilegio y entristece al Espíritu. Esto vale para el homicidio y la tortura, pero también para la prostitución, la pornografía, el adulterio, el aborto y cualquier abuso de la sexualidad". Documento de Puebla, n. 252.
24: SAN FIDEL DE SIGMARINGA, presbítero y mártir 1578-1622
En Sigmaringa, al sur de Alemania, nació Marcos Roy de familia noble. Su padre era entonces, alcalde de la ciudad.
Educado por los monjes benedictinos, el santo recibió una cultura elevada que se complementó con los estudios académicos en las Universidades de cuatro países diferentes. El año de 1603 Marcos se doctoró en derecho civil y eclesiástico.
Las perspectivas en la carrera de derecho eran muy halagüeñas. Sin embargo, pronto advirtió cómo la corrupción había llegado hasta transformar lo más sagrado de la justicia humana en una clara injusticia.
Desilusionado por ese ambiente, buscó sus ideales de honradez y autenticidad en la vida religiosa, por medio de los consejos evangélicos y solicitó ser admitido entre los frailes capu-chinos, los que apenas hablan iniciado su apostolado en la Alemania invadida por el protestantismo.
Los frailes lo aceptaron y, por sus elevados estudios, le concedieron la ordenación sacerdotal, dispensándolo, naturalmente de los cursos normales. Marcos Roy hizo sus votos solemnes en la fiesta de san Francisco de 1613 y recibió el nombre de padre Fidelis.
Su fortuna fue destinada a los estudiantes pobres. Del mundo corrompido de la riqueza, se convirtió en pobre hermano de san Francisco.
Empezó a predicar nuestro santo, junto al lago de Constanza. Era la zona donde los estragos de la guerra de 30 años habían dejado la moral y la religión por los suelos. En la población habían surgido muchos prejuicios contra la vida monástica. Llevar en ese ambiente en público, el hábito de fraile capuchino exigía un valor extraordinario.
La predicación y el ejemplo del joven misionero causaron gran admiración en el pueblo que todavía conservaba un rescoldo de tradición católica. Finalmente la población quedó gratamente impresionada por la entrega evangélica del fraile en favor de los enfermos de tifo, a los cuales asistía, día y noche, para administrarles los sacramentos.
En 1622 los superiores lo enviaron a una parte de la Suiza oriental que había apostatado totalmente de la religión católica. Los predicadores calvinistas lo calumniaron, desde un principio, presentándolo como un agente político de la Austria católica.
Cuando empezó a predicar, el 24 de abril de 1622, en la iglesia católica de Seewis, se formó una conspiración masiva contra él. Al salir del templo, fue asesinado despiadadamente.
Al darle su hábito, el maestro de novicios le había dicho "Esto Fidelis" (sé fiel hasta la muerte). Como vemos, cumplió su promesa. En el libro del Apocalipsis, Dios promete a estos testigos fieles, la corona de la vida. (Apoc. 2, 10).
El primer mártir de los frailes capuchinos en Europa, es el patrono de los juristas. Sus restos mortales descansan en la catedral de Chur, en Suiza.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que premiaste con la gloria del martirio el amor con que San Fidel se entregó a la predicación del Evangelio, concédenos, por su intercesión, un amor semejante para entregarnos al cumplimiento de tu voluntad y poder merecer con él el premio de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad". Pablo VI "Evangelii Nuntiandi"; n. 31.
25: SAN MARCOS, evangelista
Es el autor del segundo Evangelio. Algunos autores lo identifican con el joven que huyó "desnudo" cuando, en el Huerto de los Olivos, los apóstoles abandonaron al Maestro (Mc 14, 51) Vemos su nombre mencionado en la Sagrada Escritura en distintas ocasiones. En los Hechos de los Apóstoles leemos que, en la casa de María, madre de "Juan, llamado Marcos", se reunían los apóstoles y encontró san Pedro un refugio después de su milagrosa liberación (Hechos 12, 12.25). Pedro, al escribir desde Roma (1 Pedro 5, 13) lo "mi hijo Marcos".
La tradición nos asegura que Marcos estuvo al lado de san Pedro, en Roma, como intérprete y redactor de la "Buena Nueva". primeramente en la catequesis oral y después en la composición, guiado por el Espíritu Santo, de aquel admirable texto que es el Evangelio más condensado de la vida, los milagros y la muerte de Jesús. "Subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos, y se burlarán de él. lo escupirán, le azotarán y lo matarán; pero a los tres días resucitará" (Mc 10, 33-34).Este es el núcleo de la segunda parte del Evangelio de san Marcos.
El texto escrito para los convertidos del mundo pagano del Imperio Romano, evita discursos y parábolas y se limita a demostrar a los occidentales lo que dice el mismo inicio: "Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Esta confesión del primer Papa, en Cesarea de Filipos, es el centro del cual hablan todos los hechos y milagros que Marcos refiere.
El león es el símbolo de san Marcos. Tanto este símbolo como el de los otros tres evangelistas (Apocalipsis 4, 7-8), son muy antiguos. De ellos hablan san Jerónimo y san Agustín, explicando que san Marcos, en su primer capítulo, habla de Juan el Bautista en el desierto y el león es el rey del desierto (Mc 1, 3).
Las relaciones entre Marcos y san Pablo aparecen, en un principio, llenas de tensión.
En los Hechos de los Apóstoles (Cap. 13), leemos que Pablo y Bernabé llevaron desde Antioquía una ayuda fraternal a la parroquia de Jerusalén, la cual había compartido sus bienes de tal manera, que después necesitó el apoyo de las otras Iglesias.
Desde Jerusalén llevaron consigo, como compañero de evangelización, a Marcos, quien les ayudó en el primer viaje misionero por Chipre; pero, por algún motivo de cansancio físico o disgusto humano, no quiso seguir a Perge de Panfilia (Hechos 13, 13).
Bernabé, un levita chipriota, pariente de Marcos (Col. 4, 10), quiso llevarlo consigo en el segundo viaje de san Pablo por Cilicia y Asia Menor. Pero ahora, san Pablo se opuso rotundamente. Bernabé y Marcos se separaron de Pablo y evangelizaron por su propia cuenta en Chipre.
Por los relatos de los apóstoles sabemos que finalmente, Pablo y Marcos se reconciliaron. Cuando san Pablo estuvo en su primer cautiverio, en Roma, leemos en la carta a los colosenses: "Os saludan Aristarco, mi compañero de cautiverio y Marcos, primo de Bernabé, acerca del cual recibisteis ya instrucciones. Si va a vosotros, dadle buena acogida" (Col. 4, 10).
Durante su segunda prisión, poco antes de su martirio, el apóstol Pablo pone bajo los cui-dados de Timoteo al evangelista Marcos, como cooperador de confianza (II Tim. 4, 11).
La tradición dice que Marcos evangelizó como obispo de Mejandría y murió allá como mártir. En Venecia se veneran, en la preciosa catedral de su nombre, los restos mortales del evangelista, cuyo traslado de Alejandría se remonta al siglo IX.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que confiaste a san Marcos la misión de proclama el Evangelio, concédenos aprovechar sus enseñanzas para seguir fielmente el ejemplo de Jesucristo. El cual vive y reina. .. Amén.
"El tedio que provocan hoy tantos discursos vacíos y la actualidad de muchas otras formas de comunicación, no deben, sin embargo, disminuir el valor permanente de la palabra ni hacer perder la confianza en ella. La palabra permanece siempre actual, sobre todo cuando va acompañada del poder de Dios". Pablo VI "Evangelii Nuntiandi" n .42.
25: BEATO PEDRO DE BETANCUR, apóstol de Guatemala, 1626-1667
Pedro de Betancur nació en Villaflor de Tenerife (Islas Canarias, España) el 21 de marzo de 1626. A los veinte años dejó sus islas para trasladarse a Cuba y de allí, partió a Guatemala.
El 18 de febrero de 1651, cuando Pedro cruzaba el puente de San Juan Gascón para entrar en la espléndida capital de la Capitanía General de Guatemala la tierra de Panchoy estaba temblando. No iba cargado de riquezas ni tenia amigos. No llevaba encima más que lo necesario para cubrirse; pero dentro de sí tenía al mismo Cristo, nacido en Belén, muerto en el Cal-vario, resucitado al tercer día. En su boca tenía la palabra de paz del evangelizador; en sus ojos, el brillo del mandamiento nuevo: "Que os améis los unos a los otros" (Jn. 13, 34). Así entró en la ciudad. No era clérigo; no era un caballero distinguido. Estaba desprovisto de títulos. Era un peregrino, un romero. El mismo se buscó un lugar en la ciudad, en un rincón. ¿No nació Cristo en un pesebre? ¿No murió en una cruz? ¿No descubrió, el recién llegado Pedro, con sus ojos llenos de fe y de caridad, a Cristo mismo en ese hombre apestado que agoniza en un callejón; en aquella mujer que no tiene qué comer ni con qué pagar sus deudas; en este hombre enfermo en el que los rasgos indígenas acentúan el dolor y el desamparo; en este niño desarrapado que no sabe el catecismo, ni leer ni escribir?
El corazón de Pedro, verdadero amador de Cristo, pronto quedó con el dolor y el sufrimiento que pululaban en la ciudad de Santiago de los Caballeros, de Guatemala, desde la calle de los Pasos hasta la calle Ancha de los Herreros. De rodillas ante el Niño Jesús, la Santísima Virgen y San José, exponía en voz alta todas las miserias y todas las necesidades de aquellos hombres y mujeres, de aquellos niños. Para él no existían clases sociales, para él no había da-mas, caballeros, artesanos o indígenas; para él sólo había almas que podían perder el único negocio importante y decisivo, que es el negocio de la salvación, Pueden salvarse o condenar-se! ¡Ricos y pobres, sanos y enfermos, todos por igual, pueden salvarse o condenarse! Y, de un modo u otro, resonaban en su cabeza las palabras de Teresa de Jesús: Salvarse o condenarse . para siempre. Y arreciaba, con los clamores la penitencia. De la contemplación del misterio de la encarnación en Belén, pasaba al Calvario, para contemplar a Cristo crucificado, sediento de almas. Levantaba su voz, suplicando por aquellas grandes necesidades espirituales y materiales que le desgarraban el alma. Para hacer más eficaz su oración, para hacerse oír de Nuestro Señor, acudía a la Santísima Virgen, recurría a san José.
Pedro era un hombre que no tenía nada ni quería nada. Suyo era el dolor, el sufrimiento, la miseria, la ignorancia del prójimo. El Santo de Asís, con su pobreza completa y su abrazo generoso a la cruz de Cristo, le subyugaba, le inspiraba nuevo amor y nuevo celo; y Pedro entonaba una nueva oda al Creador bajo el cielo antigüeño, hacía intervenir en el coro de alabanza, junto a la hermana luna y al hermano sol, a la pequeña hermana lagartija, que correteaba por los tejados y alcantarillas de la ciudad de Santiago.
Su caridad no le daba reposo. Su esperanza y su fe lo mantenían en vigilia, el oído atento al dolor. Y Pedro se levantaba de su rincón, buscaba al apestado, al hambriento, al desnudo, al desencaminado, y lo tomaba como hermano. Pedro, un hombre sin techo y sin pan, daba de comer al hambriento, de beber al sediento, vestía al desnudo. Acudía al rico, acudía al poderoso, acudía al que tiene, y, acercándole la llama de su caridad, derretía el egoísmo y hacía relumbrar la escondida generosidad de aquellos hombres. Este nuevo hermano de todos, el hermano Pedro, con su caridad sacaba de los hombres lo mejor, los movía al bien, los empujaba a la misericordia y a la piedad. No había quien resistiera a su humildad, su sencillez, virtudes recias en un hombre que mostraba la virtud en toda su real belleza. Su figura seducía: hombres Y mujeres se disponían a seguir su ejemplo y fundó la orden Betlemita, testimonio de su amor a la contemplación de Belén, del Dios niño Y testimonio de su caridad que arrastraba.
Su celo por el bien de las almas le hizo pasar, de alumno del colegio de la Compañía, a fundador de la primera escuela de párvulos que registra la historia de la educación en Centro-américa. "Mayor honor -escribe san Juan Crisóstomo- merece el que libra un alma de la ignorancia, que quien sacia de comer a un hambriento" (Dial. Hist. cum Palacio 12). Como Cristo, el hermano Pedro estaba con los pobres, comía con los ricos, instruía a los niños. Su sombra se deslizaba por las calles y callejones, a la luz de la luna, recordando a todos que somos peregrinos, que estamos de paso en el mundo, que "solamente una cosa es necesaria" (La 10, 42), que "de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma" (Mt 16, 26), y quería llevar a todos al amor de Dios: a unos, animándolos a que tomaran en sus manos el musgo, la paja los pastores de barro, y contemplaran a Dios hecho hombre, hecho niño; a otros, que tocaran las llagas de Cristo, que reconocieran sus propios pecados y que, como hombres fuertes, se postraran delante de Cristo en la cruz y se acercaran al sacramento de la penitencia.
El hermano Pedro se hizo pan para el hambriento, medicina para el enfermo, consuelo para el afligido. Apóstol de Cristo, sus manos construyeron, su lengua educó, su conducta edificó. Correspondía lo que enseñaba con lo que vivía. Buscando remediar la pobreza de los demás cuanto podía, no hizo de la pobreza una protesta, ni vio en los pobres unos explotados que hay que sublevar, ni hizo de ellos campo de experimentación de hipótesis socio-políticas.- los amaba y como los amó, les sirvió, sin pregón publicitario. Los amó a la luz del sol, en plena calle; pero sobre todo los amó en el rincón del templo, donde rezaba intensamente por ellos, para que sanaran del cuerpo, pero más, mucho más, para que sanaran del alma.
Fue el hermano Pedro, el testimonio vivo de lo que la Iglesia ha hecho y hace por el pobre, el olvidado, el huérfano, en dos mil años de historia. Al mismo tiempo enseñó qué hacer y cómo hacerlo, qué es obrar con la Iglesia y de acuerdo con la Iglesia.
Pedro de san José de Betancur sirvió a Cristo en el prójimo, amó y enseñó a amar, rezó y enseñó a rezar; hasta aquel 25 de abril de 1667, a los 41 años de edad, cuando expiró a las dos de la tarde (L'Osservatore Romano, 22 junio 1980).
"No todos en la Iglesia de América Latina nos hemos comprometido suficientemente con los pobres; no siempre nos preocupamos por ellos y somos solidarios con ellos. Su servicio exige, en efecto, una conversión y purificación constantes, en todos los cristianos, para el logro de una identificación cada día más plena Con Cristo pobre y con los pobres". Documento de Puebla, n. 1140
28: SAN PEDRO CHANEL, presbítero y mártir, 1803-1841
Pedro fue un niño humilde encargado de cuidar ovejas cerca de Poitiers. Ya desde entonces era muy devoto de la Virgen Santísima. El párroco del lugar, celoso en la búsqueda de las vocaciones sacerdotales, le ayudó a entrar en el seminario diocesano.
Los primeros 3 años después de su ordenación reformó la parroquia de Crout, totalmente abandonada desde la Revolución Francesa.
En el año de 1836, se cumplió su deseo de poder salir con los hermanos maristas y algunos sacerdotes a las islas de Oceanía, en donde todavía reinaba el paganismo, el fetichismo y la superstición.
Fue destinado a la isla de Futuna. A causa de su bondad fue respetado por la tribu de los canacas. Sin embargo, su evangelización pareció quedar sin éxito. Había muchas dificultades para comunicarse con los nativos; la influencia de los hechiceros sobre el jefe de la tribu, llamado Niuliki era decisiva.
En una carta, el padre Pedro escribía: "Veinte bautismos -cuatro de adultos y los demás de niños en peligro de muerte- es toda la cosecha que pude recoger en 18 meses de trabajo apostólico".
Al poco tiempo, empezaron las amenazas contra los primeros catecúmenos, entre los cuales se encontraba el hijo del mismo jefe de la tribu. Este advirtió enseguida al padre Chanel la inminencia y gravedad del peligro. Tendría que retirarse para que no lo mataran.
Sin embargo, el valiente misionero no quiso abandonar a sus queridos catecúmenos, todos jóvenes, en la proximidad del Bautismo. Unos fanáticos asaltaron, el 28 de abril de 1841, su humilde casita. Lo hirieron de gravedad; todavía escucharon sus últimas palabras pronunciadas en su propio dialecto. El misionero aceptaba libremente la muerte y la ofrecía a Dios por los suyos. Sus enemigos, satánicamente enfurecidos, le destrozaron la cabeza.
El ejército francés, desde Tahití, quiso emprender una acción militar como represalia. Las autoridades eclesiásticas se opusieron Y precisamente por este noble gesto se venció para siempre el paganismo en la isla de Futuna.
Dos años después del martirio del padre Chanel, el administrador apostólico, el obispo Pompallier pudo acercarse a la isla y bautizar a más de 100 indígenas. Algunos anos más tarde, ciertamente por los méritos del santo mártir de Oceanía, toda la isla de Futuna se había convertido al catolicismo.
Pedro Chanel fue beatificado por el papa León XIII; el día 12 de, junio de 1954, fue cano-nizado por el papa Pío XII quien lo declaró "Patrono de todas las islas del océano Pacífico".
ORACIÓN COLECTA
Señor, que por medio de la celebración eucarística diste fortaleza a san Pedro Chanel para morir por la predicación del Evangelio en tierras de Oceanía, concédenos encontrar en la celebración del memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, fuerza para vivir como hijos tuyos, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
"En ocasiones se dan circunstancias que no permiten, por algún tiempo proponer directa e inmediatamente la exposición del Evangelio: entonces, las misiones pueden y deben dar testimonio con paciencia, prudencia y mucha confianza, al menos de la caridad y de la liberalidad de Cristo, y preparar los caminos del Señor y hacerlo presente de algún modo". Concilio Vaticano II, Ad Gentes, n. 6.
29: SANTA CATALINA DE SIENA, doctora de la Iglesia.
Nuestra santa fue la última de veinticinco hijos del pintor Jaime Benincasa y de Lapa, su mujer. Murió a los 33 años de edad en Roma; probablemente haya sido una de las mujeres más sobresalientes de la historia de Italia.
El papa Pío XII la declaró: "Patrona de Italia" en 1939. Pablo VI la elevó, junto con Teresa de Ávila, a la dignidad de "Doctora de la Iglesia".
En contra de la afirmación de que la mujer sigue discriminada en la Iglesia, Catalina de Siena demuestra cuánta actividad puede desarrollar una mujer santa; con qué autoridad puede intervenir aun en los asuntos más importantes de la Iglesia y de la patria, si es sumisa y obediente a la voz de Cristo.
La grandeza de Catalina radica en su vida cristocéntrica llevada desde su niñez, sin duda, fruto de una especial vocación. A los 6 años de edad descubrió a Cristo en su corazón. Aunque de carácter alegre, buscaba la soledad y la oración. Se acercaba también a otros niños para despertar en ellos la presencia de Cristo en el alma de todo bautizado.
A los 12 años de edad la dejaron finalmente en paz, en su celda de la espaciosa casa de Siena. La celda, que todavía se conserva, fue mudo testigo de sus oraciones y penitencias. Ahora ha sido transformada en oratoria Allí también puede admirarse el milagroso crucifijo, delante del Cual la santa recibió los estigmas de la pasión de Cristo, el año de 1375 durante su estancia en Pisa. La comunión eucarística era para ella el centro de su unión mística con el Señor y, a la vez, un manjar divino que sostenía sus débiles fuerzas físicas, a tal grado que, por algún tiempo, no necesitó de alimentos corporales.
A Cristo no sólo lo encontró en su alma. En su libro: "El Diálogo" nos comunica la siguiente invitación del Señor: "¡No podéis ser. me útiles en nada!; en cambio, os es posible acudir en auxilio del prójimo. El alma que me ama de verdad, no se cansa nunca de prodigarse en auxilio de los demás..."
Catalina, quien contaba entonces 20 años, había entrado en la tercera orden de Santo Domingo. Se dedicó, desde entonces, a buscar a Cristo en la persona de los enfermos, presos, condenados a muerte y muchachas abandonadas. Si tenía alguna preferencia, era la de prestar los más humildes servicios a los leprosos. Famoso fue el hecho en el que pudo convertir, con-solar y acompañar al patíbulo, al joven caballero, Nicolás Toldo, condenado a muerte por sus ideas democráticas, en contra del sistema feudal de Siena.
Por su ejemplar entrega en favor de los desheredados y moribundos, durante el año de la peste de 1374, un activo grupo de católicos seglares, sacerdotes y religiosos se reunieron espontáneamente a su alrededor y formaron una especie de comunidad de base. Fueron llamados los "Caterinati" (discípulos de Catalina). Esos mismos hombres y mujeres que en un tiempo sólo pensaban en luchas fratricidas, ahora estaban dedicados a las obras de santificación interior y pacificación de la vida.
No podía faltar la oposición; en Florencia llamaron a Catalina "hechicera"; algunos clérigos predicaron contra la hija de Benincasa, llamándola "fanática e hipócrita". El general de los dominicos en Florencia comprobó la integridad de su apostolado, rehabilitándola completa-mente.
Su profunda fe la ayudó a ver, en la persona del Papa, al mismo vicario de Cristo y, consecuentemente, a la Iglesia como cuerpo místico del Señor.
La presión que ejercía el gobierno francés y otros gobiernos de Europa sobre el papado, para convertirlo en su títere, le causó inmenso dolor.
La misión pacificadora de Catalina no tenía carácter conformista. El mismo Cristo le había enunciado: "Te llevaré ante los obispos y pastores de la Iglesia para que una mujer débil ponga en vergüenza el orgullo de los fuertes
Con enérgicas cartas y, finalmente, con su visita personal a Aviñón, en el 1376, consiguió que el papa Gregorio XI, después de 74 años de cautiverio del papado, volviera a Roma. Después de la muerte, de Gregorio XI, la Iglesia se debatía por el gran cisma entre el papa legítimo, Urbano VI y el antipapa, Roberto de Ginebra.
Por medio de 375 cartas, consejos, oraciones y durísimas penitencias, Catalina quiso impetrar de Dios la unidad y reforma de la Iglesia, lastimada por las ambiciones de los poderosos y los vicios del clero. Sus anhelos espirituales eran inmensos, pero sus fuerzas físicas ya no resistieron. Murió el 21 de abril de 1380 a los 33 años de edad, después de una larga y dolorosa agonía, invocando, con la palabra "sangre", los infinitos méritos de la Sangre de Cristo para si misma y para la salvación de la Iglesia.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que otorgaste a santa Catalina de Siena un amor profundo a Cristo crucificado y una filial solicitud por la unificación de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, vivir siempre unidos por el amor a tu Hijo y la obediencia a su Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén
"Oh abismo, oh trinidad eterna, oh divinidad, oh mar profundo! ¿Qué don más grande podías otorgarme que el de ti mismo? Tú eres el fuego que arde constantemente sin consumir-se; tú eres quien consumes 'con tu calor' todo amor del alma a sí mismo Tú eres, además, el fuego que aleja toda frialdad e ilumina las mentes con tu luz, esta luz con la que me has dado a conocer tu verdad." Santa Catalina de Siena, Diálogo sobre la divina Providencia, cap. 167
Santa Catalina de Siena Doctora de Iglesia Universal
30: SAN Pío V, papa. 1504-1572
Al anochecer del 7 de enero de 1566, terminó un cónclave largo y tormentoso. Para los romanos, el nombre del papa elegido, Miguel Ghislieri más bien parecía ser causa de desasosiego que de alegría, pues ese hombre gozaba de fama de rigidez extrema y de visión ascética del mundo.
Pronto, el pueblo lo observó visitando a pie las siete iglesias principales, rodeado de unos cuantos acompañantes. Era un hombre enjuto y calvo, de barba blanca y mirada sagaz: el nuevo papa Pío V.
En su pueblo natal: Bosco de Saboya, había cuidado las ovejas. A los 14 años, ingresó con los dominicos en Voghera y, sólo debido a su habilidad y a su calidad de sacerdote, había podido escalar los distintos grados de la jerarquía eclesiástica: sencillo monje, prior, obispo, cardenal.
No tenía consideración con las personalidades; daba preferencia a los más pobres en todas las audiencias.
Aquel papa odiaba el lujo, la inmoralidad y la holgazanería.
Sus ordenaciones legales para Roma y estados vecinos, tenían sabor draconiano. No había contemplación para los barrios de tolerancia; se castigaba con rigor la usura. Los jueces venales eran destituidos y puestos en la cárcel.
No sólo la herejía, sino también la impudicia, el ocultismo y la hechicería, se consideraban como pecados capitales.
Pero lo que el papa pedía de los seglares, con mayor razón se lo exigía al clero. Recordaba a los cardenales que eran curas de almas y en segundo lugar, príncipes de la Iglesia. Daba mucha importancia a la sólida instrucción del clero.
Los decretos de reforma del Concilio de Trento debían llevarse a cabo en todas partes, dando nueva vida a la catequesis y a la predicación.
En los conventos de todas las órdenes exigió la renovación, según el espíritu original del fundador. Se enfatizó convenientemente el carácter sagrado de los domingos y fiestas. San Pío V logró terminar las reformas litúrgicas del Misal y del Breviario. Por su ejemplo personal, él mismo era el mejor precursor de la reforma del clero.
Bajo su gobierno, el Vaticano se parecía más a una casa de ejercicios que a un palacio. La corte se redujo a lo más indispensable; al nombrar a los nuevos cardenales, Pío V se guió por el carácter y los méritos de los candidatos.
No faltó la oposición de la antigua nobleza de Italia, pero el Papa se mantuvo firme; aun el rey de España, el poderosísimo Felipe, y la Iglesia de España, tuvieron que ceder ante la autoridad espiritual de este anciano que, por cierto, tenía también sus defectos.
Desatendió las finanzas, de suerte que, posteriormente, tuvo que introducir impuestos agobiantes; pero en un punto demostró tener más instinto político que todos los jefes de estado de Europa: Reconoció en todo su alcance el peligro de los turcos y con infinitos trabajos, reunió la Liga contra la Media Luna" que, el 7 de octubre de 1571, derrotó a los turcos en la batalla de Lepanto, librando a Europa de la incursión de los fanáticos mahometanos. Sin un Pío V, es probable que la cultura de Europa hubiese sucumbido, debido a la discordia entre las naciones cristianas.
Sólo seis años duró el pontificado del Papa dominico: -seis años abundantes en luchas-. Recuérdense tan sólo las luchas de los hugonotes en Francia, las revoluciones de los Países Bajos y los sufrimientos de los católicos ingleses bajo los sangrientos edictos de Isabel.
Estos años del pontificado de san Pío V, fueron más benéficos que todo el suntuoso período de los papas del Renacimiento, ya que a su nombre está unido el de la "reforma de la Iglesia, en su cabeza y en sus miembros", reforma solicitada por los hombres leales a la Iglesia desde hacia siglos. Se puede decir, en conclusión, que este pontificado marcó el retorno de la Iglesia a una vida publica, nueva, según el Evangelio.
En la primavera de 1572, después de una grave enfermedad, se desplomó totalmente agotado, pero se reanimó para visitar por última vez las siete iglesias principales. Con dicha peregrinación terminó su vida, el lo. de mayo de 1572.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que elegiste a san Pío V para proteger la fe de tu Iglesia y restaurar la liturgia. concédenos, por su intercesión, participar en la celebración de tus sacramentos con un corazón lleno de fe y de amor. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"Me alegra ciertamente de encontrarme hoy entre vosotros, fieles de la parroquia dedicada a mi santo predecesor, Pío V, Antonio Ghislieri, que ocupó la cátedra de san Pedro desde 1566 hasta 1572 y es conocido principalmente como el 'Papa del Rosario', por el impulso que, con su ejemplo y enseñanzas, dio a la difusión de esta devoción, que tan dentro del corazón lleva el pueblo cristiano.
Esta visita mía, efectuada casi al final del mes de octubre, especialmente dedicado a la Virgen del Rosario, quiere ser como un acto de obligada admiración por san Pío V y, al mismo tiempo, de ferviente veneración a María Santísima, que en esta zona es saludada, desde hace siglos, con el significativo título de 'Virgen del Reposo'. Juan Pablo II, visita pastoral a la parroquia de san Pío V, 28 octubre, 1979.