La importancia de 'ponerse en forma' para participar en la misa,
Ahora bien, una pregunta que surge es: ¿Qué significa
prepararse para asistir a la misa? Y es que parece muy difícil poder estar
en forma para algo tan grande: la actualización del sacrificio de Jesús en
la Cruz. La celebración de la Eucaristía es algo para lo que nunca vamos a
estar preparados. El Papa Francisco nos advierte de esto cuando dice que “la
Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles;
para los pecadores es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a
caminar”. Por esto, la primera preparación para la misa es la misa misma. En
ese sentido, creo que no hay que esperar a estar listos para acudir a ella.
Lo mismo se aplica cuando queremos invitar a asistir a personas que quizás
todavía no están muy convencidas de su fe: Dios actúa de una forma muy
particular en la Eucaristía, y esta actuación va más allá de lo que nosotros
podamos medir.
Una perspectiva muy interesante para aproximarse a la Eucaristía es la que
plantea el Concilio Vaticano II: “La Eucaristía es fuente y cumbre de la
vida cristiana”. En ella aprendo a entregarme en mi vida cotidiana como el
mismo Cristo se entregó por mí. Por lo tanto el amor que experimento en la
misa me debe llevar a amar más al prójimo. Y de la misma manera el amor que
vivo en las circunstancias concretas de mi vida, me lleva a participar mejor
del sacrificio del altar. Es decir, no debe haber una diferencia entre mi
vida cristiana “en la misa” y mi vida cristiana “fuera de la misa”, porque
las unifica el amor de Dios que recibo y comparto.
Tomando en cuenta estos elementos, vale la pena repasar algunos medios
concretos para prepararnos para la misa. En primer lugar está el conocer más
sobre sus partes (puedes hacerlo revisando el link en la parte de arriba).
Conocer más sobre sus partes es muy útil porque puedo participar mejor de
aquello que me es familiar. Además, si es que me desconcentro fácilmente,
puedo esforzarme por prestar atención en aquellas partes que son más
importantes, como la lectura del Evangelio y las palabras de la
consagración. Así me voy entrenando poco a poco a estar atento a toda la
celebración.
En la misa aprendo a entregarme en mi vida cotidiana como el mismo Cristo se
entregó por mí. Por lo tanto el amor que experimento en la misa me debe
llevar a amar más al prójimo.
Otra forma de prepararme consiste en leer antes las lecturas y el evangelio
de la misa. Tomarse unos minutos para meditar en la Palabra de Dios puede
hacer que nuestra participación sea más intensa y dé más frutos. Llegar
temprano y dedicar unos minutos a rezar antes de que inicie la celebración
Eucaristica también ayuda a que el corazón esté mejor dispuesto. Podemos
hacer lo mismo cuando finaliza la Eucaristía: rezar al finalizar el canto
final para darle gracias a Dios y pedirle que nos ayude a vivir la misa
durante toda la semana.
Para concluir, hay que tomar conciencia de que
la misa es algo serio y que necesitamos
estar en forma para poder aprovecharla al máximo. Para esto vale la pena
pensar en alguno de los medios propuestos y buscar integrarlos en la propia
vida.
Juan Andrés Zenteno
Juan Andrés es chileno tiene 24 años y escribe desde Argentina donde vive
desde hace un tiempo. Es laico consagrado y estudia historia.